El mayor activo de un equipo: la fe

Una victoria en la que sólo ellos creían

Resulta ventajista loar ahora el éxito de la Selección Española de Baloncesto. Porque pase lo que pase el domingo, lo conseguido es un logro mayúsculo, hercúleo e inimaginable viendo cómo empezó el torneo. Nadie creía en ellos, nadie daba un duro por ese equipo. Excepto ellos mismos… y Djorjevic, el entrenador de Serbia, la gran favorita eliminada en cuartos y que predijo lo que sucedería. Pero ellos tenían el mayor activo de un equipo: la fe. Una cualidad o competencia que se olvida a menudo, y se deja reservada sólo a aquellos que creen en Dios o en alguna religión. Sin embargo, en la gestión de equipo y el liderazgo es vital mantener la fe.

 

La fe es la seguridad o confianza en una persona, cosa, deidad, opinión, doctrinas o enseñanzas de una religión, ​ y, como tal, se manifiesta por encima de la necesidad de poseer evidencias que demuestren la verdad. Un equipo necesita tener fe en sus posibilidades y en lo que hace. Incluso cuando las cosas se ponen tremendamente feas y las evidencias aconsejen no poner demasiadas esperanzas en conseguir los objetivos. Y esto es lo que le ha sucedido a este equipo, la ÑBA, y no es la primera vez que les ocurre, aunque probablemente en esta ocasión se han superado.

 

Cuando todo va mal, o tienes fe o no te queda nada

Lo sucedido hoy es un ejemplo, que debería hacernos pensar a todos y reflexionar. Normalmente, desde nuestro pensamiento racional intentamos darle la explicación a nuestros éxitos o fracasos en la capacidad de trabajo, de esfuerzo, de sacrificio, de talento, del desarrollo de determinadas cualidades o en la perseverancia con la perseguimos nuestros objetivos.

 

Sin embargo, cuando estamos pasando por una situación difícil, complicada o compleja, dónde nada sale bien o no conseguimos lo que queremos, solemos flojear, nos tiemblan las piernas y damos por perdido lo que anhelábamos. Cambiamos de objetivo, o simplemente abandonamos. Es en esos momentos cuando la fe, en lo que sea, marca la diferencia.

 

Cuando estés atravesando un infierno, sigue caminando…y acabarás saliendo de él

Hoy, el equipo ha tenido fe como tantas otras veces. Lo ha demostrado cuando más difícil estaban las cosas, cuando parecía que lo aconsejable era dejar de ilusionarse. Siguió intentándolo, trabajando, esforzándose, defendiendo…y nunca dejó de creer que se podía. Hoy la moneda cayó del lado de la victoria, aunque en realidad esa no es la cuestión. Conviene recordar la frase de otro maestro, Gregg Popovich: “la victoria y la derrota son irrelevantes.”

 

Lo relevante es confiar en algo, tener fe en algo, independientemente de la victoria o de la derrota. Ellos confiaron en sus posibilidades, en su talento, en su trabajo, en su experiencia ante situaciones complejas. Sabían que podían porque otras veces habían estado en situaciones similares. Al igual que le sucedió a Rafa Nadal, esta misma semana, cuando ganó el US Open, en una final dramática y dónde las cosas se pusieron muy complicadas. Sus palabras iban en la misma línea: “sabía que el partido me iba a dar una oportunidad”. De nuevo, la fe, la seguridad o la creencia en algo.

 

No rendirse: la paradoja Stockdale

Conviene recordar la historia de John Stockdale, piloto del Ejército de EEUU, que durante la Guerra del Vietnam fue derribado y capturado. Pasó siete años y medio preso, soportando palizas y torturas. Al final fue liberado, y nos dejó la clave que le hizo sobrevivir en tales condiciones: “Nunca se debe confundir la confianza en que al final triunfarás, que nunca puedes permitirte el lujo de perder, con la disciplina para enfrentarse a los hechos más brutales de la propia realidad actual, sea cual sea.”

 

Un equipo debe ser consciente y tener muy interiorizada esta lección: pase lo que pase, ocurran los hechos que ocurran, lo más importante es mantener la moral alta y conservar la confianza en sus posibilidades, sin perder el foco en el objetivo final confiando en el triunfo y perseverando en el intento.

 

“Cause we made a promise, we swore we´d always remember.

 No retreat, baby, no surrender.

Blood brothers in the stormy night with a vow to defend.

No retreat, baby, no surrender.”

(Bruce Springsteen)

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