¿SE PUEDE CAMBIAR LA CULTURA DE UNA ORGANIZACIÓN?
La cultura es lo que la gente hace cuando nadie la ve…
Es triste e injusto que estemos hablando de algo que ha eclipsado el éxito total y absoluto de la Selección Femenina en el reciente Mundial. Lo cierto es que toda la polémica, desatada por un hecho inaceptable, inadmisible y totalmente desafortunado, que todos conocemos, ha provocado un tsunami que afecta, no solo a la Real Federación Española de Fútbol, sino al fútbol, la política, los medios de comunicación, etc. Pero también, y esto es lo interesante, nos permite analizar múltiples aspectos relacionados con la gestión de equipos, el liderazgo, la cultura corporativa, los valores, la comunicación, etc.
Ayer escuchaba unas declaraciones de la futbolista Vero Boquete y ex capitana de la Selección Femenina, en las que declaraba:
“El problema no es si se va o no Luis Rubiales. El problema es que hay una cultura dentro de la Federación que es necesario cambiar”.
Y este es el aspecto crucial de todo lo que ha ocurrido: la cultura corporativa. Xavier Marcet suele decir que la cultura es lo que la gente hace cuando nadie la ve. Y eso mismo es lo que Vero Boquete, destacaba en la entrevista: “lo que se ha visto esta semana, es lo que se estaba viviendo durante muchos años, y que sólo quienes estábamos dentro podíamos ver”. Conviene leer el capítulo “Culturas consistentes” que dedica a este tema, Xavier Marcet, en su libro “Crecer haciendo crecer”. Pero hay una doble pregunta inmediata que nos podemos hacer: ¿se puede cambiar una cultura? y ¿cómo se cambia?
¿Qué es la cultura corporativa?
La podríamos definir como un conjunto de comportamientos, valores, expresiones, formas de tomar decisiones, tipos de liderazgo, etc… Pero lo más importante cuando nos referimos a la cultura corporativa son las PERSONAS. No podemos desligar la cultura corporativa de las personas que forman parte de esa organización.
Es el comportamiento de las personas el que define la cultura de un equipo u organización.
Y esos comportamientos repetidos durante muchos años son los que acaban definiendo la cultura de cada organización. NO LOS VALORES QUE ADORNAN LAS PAREDES O LAS WEBS CORPORATIVAS. Sino lo que la gente hace en su día a día: la forma en la que se comunican, sus expresiones y el lenguaje que utilizan, cómo toman decisiones, cómo lideran, qué valores profesan individualmente, sus creencias materializadas en comportamientos y acciones…
Ejemplos de cambio en la cultura de los equipos
Claro, para poder hablar de una cultura, hay que estar dentro, como acertadamente apuntaba la futbolista. Pero lo que ha sucedido con la Selección Femenina, el comportamiento de su presidente y la esperpéntica reunión del pasado viernes en la RFEF, dan muchas pistas sobre determinados rasgos que caracterizan la cultura corporativa de esta organización. Ahora bien, aunque estemos de acuerdo en la necesidad de realizar determinados que cambios que conduzcan a una transformación real de la organización, no es una tarea sencilla ni inmediata.
El cómo suele ser la pregunta más compleja, porque supone pasar de la teoría a la práctica. Cambiar la cultura corporativa de una organización (empresa, equipo, sistema) no va solamente de realizar reuniones entre los jefes y empleados para debatir e instaurar los nuevos valores y comportamientos. El reto está en sustituir determinados comportamientos que se producen diariamente por otros y que éstos últimos sean aplicados de forma consistente en el día a día. Eso requiere tiempo y no existen fórmulas mágicas universales, válidas para cualquier organización. Quizá, podemos tomar como referencia el caso del equipo de los All Blacks y su transformación a principios de este siglo y que se recoge en el libro “Legado” de James Kerr.
¿Cómo se cambia una cultura?
No es fácil ni sencillo decir cómo se tienen que hacer las cosas. Pero sin un liderazgo inspirador, que sea un referente y un ejemplo, difícilmente se puede realizar los cambios necesarios para lograr una transformación cultural. El líder debe ser que el agente del cambio, porque esa es una de las características fundamentales de un líder. Y con su actitud y su comportamiento promover el cambio dentro de la organización proponiendo una revisión sobre los diferentes factores que conforman la cultura corporativa.
Por ejemplo, el tipo de comunicación, el lenguaje que se utiliza, cómo se gestionan y resuelven los conflictos, cómo se toman las decisiones, si los valores que se quieren implantar son coherentes con los que se profesan individualmente, qué tipo de liderazgo se aplica, etc… Obviamente, esta tarea no puede recaer sólo en el líder, sino necesita crear un equipo que le permita ir extendiendo dentro de la organización esa nueva cultura, plasmada en la visión. Y para ello, es necesario estar abierto a nuevas ideas (adaptación y tolerancia frente a inmovilismo y dogmatismo), practicar una escucha activa y empática, fomentar la participación e interacción entre los diferentes miembros de la organización…Y, por último, tener la valentía para realizar cambios que van a sacar a todos de su zona de confort (seguridad y control).
A las empresas (equipos) les matan las tonterías
Decía Jim Collins que: “Perdurar o caer, sobrevivir o desaparecer depende más de lo que tú te hagas a ti mismo que de lo que el mundo te haga a ti”. Y es cierto, nuestro mayor enemigo somos nosotros mismos y el de los equipos/empresas también son ellos mismos. Solemos darnos tiros en el pie o hacer tonterías que nos acaban alejando de nuestros objetivos o destruyendo lo que habíamos construido. Y, casi siempre, las cosas empiezan fallando por pequeños detalles, que nos hacen descuidar lo importante. Por ejemplo, no deja de resultar curioso en el caso que nos ocupa, que sea un detalle, aunque sea un hecho inadmisible e inaceptable, lo que ha dado al traste con una organización que estaba obteniendo magníficos resultados, tanto deportivos como económicos.
Pero la gestión posterior al “famoso beso” (o “piquito” como lo definió su protagonista) ha sido tan nefasta, tan torpe, tan absurda, que ha dado al traste con todo. Y ha revelado una serie de comportamientos, actitudes, valores, etc.… que han dejado a las claras la necesidad de cambios en lo que definimos como cultura corporativa.
Probablemente, el error más grave de su presidente ha sido no entender el contexto en el que hoy se mueve la sociedad. Un mundo que ha cambiado y que no admite (y con razón) determinados comportamientos que deberían estar desterrados de nuestra sociedad.
Estar encerrado en tu mundo, sin darte cuenta que el entorno ha cambiado y menospreciar la forma en la que otros ven la realidad, es la mayor de las tonterías que puedes hacer.
Todo cambia y la única forma de sobrevivir consiste en adaptarnos a los cambios que se van produciendo y respetar otros puntos de vista diametralmente alejados de nuestras ideas. Eso es inteligencia y educación, cosas que han brillado por su ausencia en el lamentable espectáculo ofrecido durante esta semana, y que ha empañado el magnífico triunfo de unas jugadoras que no se merecían esto.
“La cultura se come a la estrategia para desayunar”.
(Peter Drucker)
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