¿Qué lección aprendemos de estos Juegos?
Ayer concluyeron los Juegos Olímpicos de Río 2016, el mayor acontecimiento deportivo del mundo, junto a la Copa del Mundo de Fútbol. Durante un par de semanas, he seguido como millones de personas, el desarrollo de estos Juegos. Admirando las gestas y proezas de estos deportistas, ya fueran españoles o de otras nacionalidades.
Lo cierto es que los Juegos tienen un efecto hipnotizador o magnético. Una vez cada cuatro años, nos hace ver deportes de los que apenas oímos hablar. Durante estas dos semanas suceden fenómenos extraños: nos quedamos pegados a la tele viendo el bádminton o el piragüismo en aguas bravas o tranquilas. Los niños quieren practicar deportes “desconocidos” que no son fútbol. Los motivadores buscan referentes para sus charlas, y los líderes buscan ejemplos con los que motivar a sus equipos. Incluso llegamos a emocionarnos cuando alguno de nuestros deportistas logra una medalla o está a punto de conseguirlo.
Sin embargo, cuando los focos se apaguen, y pase el tiempo, dejarán de interesarnos el bádminton, la rítmica, el piragüismo o el salto de altura… y se olvidarán algunas de las lecciones que estos deportistas nos han ofrecido durante estos días.
Algunas de las lecciones que hemos podido ver durante estos Juegos:
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Pulgada a pulgada
Viendo el partido de ayer de la ÑBA, recordé las palabras de Al Pacino, en la película “Un domingo cualquiera”. Confieso que no era demasiado optimista con la resolución del partido. Alguien dijo que los partidos igualados se resuelven por detalles. Ni en los rebotes ni el tiro libre estuvimos bien. Ni siquiera el efecto Gasol parecía ser suficiente para frenar a los “aussies”. Un partido complicado, difícil… Como a veces sucede en nuestras vidas.
Y aquí es dónde cobran sentido las palabras de Al Pacino:
“En la vida como en el juego, sea el que sea, todo es cuestión de pulgadas. De momentos de tiempo dónde se decide todo. Del día a día, del momento presente, del aquí y el ahora”.
La única forma de superar los malos momentos, es viviendo el presente, y ganar terrero viviendo cada instante como si fuera el único, yendo pulgada a pulgada. Y así se ganó ayer el partido que nos dio el bronce.
Ir juntos como equipo
En esas situaciones, la única forma de superar el bache, de salir adelante, es saliendo conjuntamente como un equipo. Eso significa estar dispuesto a sacrificarse por quien está a tú lado. Es el momento en el que la generosidad alcanza la máxima expresión de su significado. Como sucedió anoche con el equipo de basket de los chicos, o como sucedió en el partido de las chicas contra Turquía unos días antes, o en cualquiera de los deportistas que hemos visto durante estos Juegos.
Es en los momentos complicados cuando hay que seguir remando, agachando el culo y seguir defendiendo, como se dice en basket. En resumen, trabajando, como decía Pacino: “O nos curamos como equipo o nos morimos como individuos. Eso es todo lo que es” |
Y esto fue lo que sucedió ayer durante el partido, que no es más que un ejemplo de lo que hacen en cada torneo. Superando las dificultades a las que tuvieron que enfrentarse en los inicios de la competición. Esa combinación de:
- “atención plena”
- “generosidad”
- y “trabajo continuo/no rendirse”
puede ser una de las claves para superar las dificultades que nos traiga la Vida.
¿Y sí la medalla no hubiera caído de nuestro lado?
Sin embargo, la pregunta que habría que hacerse es qué hubiera sucedido sí en el intercambio final de canastas, la balanza hubiera caído del lado de los “aussies”. O sí la canasta de Ana Cruz no hubiera entrado frente a las turcas. Y sí la última brazada de Mireia Belmonte no hubiera sido suficiente. O sí las mazas o los aros de las de rítmica se hubieran caído de sus manos…
Creo que la respuesta la encontramos en las palabras de Manu Ginobili. Capitán de la Selección Argentina de Baloncesto:
“Indudablemente hemos logrado cosas que generaron impacto. Si somos el primero, el segundo, el tercero… eso no importa. Lo que importa es que dejamos una huella. Que la gente se sintió identificada con lo que hicimos. Nos respeta, nos quiere, nos demuestra este tipo de afecto y eso es muy valioso también. A veces, hasta más que un título en si”.
La pregunta es cómo podemos dejar huella en nuestro día a día, en nuestro trabajo, con nuestras familias y amigos, con la pareja… Al igual que ha sucedido estos días con los deportistas que hemos visto en los Juegos.
Quizás la respuesta haya que buscarla en la autenticidad, en saber qué somos y qué podemos ofrecer a nuestro entorno. Con independencia de estar luchando por una medalla o simplemente realizando nuestro trabajo, sea el que sea.