GESTIÓN EMOCIONAL: ¿PODEMOS CONTROLAR LAS EMOCIONES?
Podemos controlar lo que podemos controlar…
Esta afirmación la acaba de realizar Ricky Rubio en su regreso al baloncesto profesional, después de haber pasado unos meses apartado de la actividad, por un problema de salud mental. De sus palabras, podemos intuir que su crisis tuvo que ver con una mala gestión de las emociones: miedo, ansiedad, nervios, preocupación, exceso de perfeccionismo, presión por ganar, etc … Todo eso, le llevó a un lugar complicado y oscuro, donde “el jugador se comió a la persona”. Pero ¿podemos controlar las emociones? Sí las emociones nos afectan tanto, ¿por qué no les prestamos la debida atención?
Esto que le ha sucedido a Ricky Rubio, no es diferente a lo que le puede suceder a cualquier persona que trabaja en una empresa o tiene un negocio particular o está inmerso en el trajín diario de la familia. Aunque no queramos admitirlo, las emociones forman parte de nuestra vida diaria. No en vano, nuestro cerebro se compone de tres cerebros, según la Teoría del Cerebro Triuno de MacLean: reptiliano (instintivo), límbico (emocional) y neocortex (racional). Emociones, sentimientos y estados de ánimo nos acompañan cada día, sin saber muy bien, qué es cada cosa y cómo nos están afectando. Aprender a identificar las emociones, gestionarlas, regularlas y manejarlas, nos hace más inteligentes. Es una parte de lo que solemos llamar Inteligencia Emocional, y es vital para conducirnos en la vida.
¿Qué son las emociones?
Son respuestas biológicas de nuestro organismo, ante un estímulo interno y/o externo, y que nos predisponen para la acción. Tienen la peculiaridad de ser momentáneas, duran un par de segundos a lo sumo, y, además, son incontrolables. Es decir, no podemos controlarlas. Pero si podemos a aprender a manejarlas, como veremos a continuación. En este punto, es interesante aprender a diferenciar entre emociones, sentimientos y estados de ánimo. Los sentimientos aparecen cuando a la emoción le incorporamos un pensamiento. Éstos son más duraderos y son controlables. Y, por último, están los estados de ánimo, que surgen cuando los sentimientos se alargan en exceso en el tiempo, como el resentimiento o la resignación.
Existe la tendencia a clasificar las emociones en positivas o negativas, pero esto es un error. No hay emociones positivas y negativas. Todas las emociones son importantes porque nos dan una información que es necesaria para nuestra supervivencia. Por ejemplo, cada una de las seis emociones básicas nos da una información relevante. El miedo nos avisa de un peligro o una amenaza. La ira nos indica que alguien o algo ha agredido nuestros límites. La tristeza nos informa que hemos perdido algo. La alegría nos dice que hay algo que celebrar porque hemos conseguido algo. El asco nos alerta de algo que rechazamos profundamente. Y la sorpresa nos anuncia un hecho inesperado.
¿Para qué sirven las emociones?
Las emociones son como ese panel o cuadro de mando que existe en nuestro coche, y cuando se enciende un piloto, nos indica que algo sucede en el motor, en las luces, etc… Las emociones son señales que nos avisan de algo importante para nuestra vida. Nos indican cómo van las cosas internamente o en la relación con los demás. Además, nos predisponen para realizar una acción posterior. Por ejemplo, si sentimos miedo, la acción será la huida o la lucha. Y un dato más, muy importante, las emociones se contagian. Esto cobra especial relevancia en los equipos, dónde un estado de ánimo negativo puede contagiar al resto y expandirse como la pólvora creando una emocionalidad colectiva, siendo necesaria la gestión de ese estado de ánimo colectivo.
Pero ¿qué podemos hacer con las emociones? Realmente, las emociones son incontrolables. Nunca las vamos a poder controlar, porque es un mecanismo interno o una respuesta automática de nuestro organismo ante un estímulo, y, además son necesarias, porque nos ayudan a sobrevivir (león – miedo – huida /lucha). Pero, aunque no podamos controlarlas, si podemos aprender a identificar cada emoción. Conocer su significado, regular su intensidad y gestionar la respuesta que damos. En suma, manejarla para que no sea la emoción la que me controle, sino ser capaz de dar una respuesta inteligente a eso que está sucediendo. En esto consiste, la Inteligencia Emocional relacionada con la gestión o autocontrol emocional.
¿Cómo gestionar las emociones?
Aprender a gestionar el mundo emocional no es sencillo, cuando apenas hemos recibido ningún tipo de formación. Esto se debe al predominio de la razón frente a la emoción, una tendencia que arranca en la famosa cita de René Descartes, “pienso, luego existo”. La razón ha sido y continúa siendo, el eje sobre el que gravita la educación y la formación. Sin embargo, el mundo emocional adquiere una transcendencia cada vez mayor, ante el elevado número de casos de salud mental, que existen en la actualidad, sobre todo, a raíz de la pandemia del COVID.
¿Qué podemos hacer para aprender a lidiar con las emociones?
- Tener una apertura al mundo emocional: ser capaz de percibir las señales afectivas cuanto antes.
- Poner atención a las señales que nos envía el cuerpo: localizar cada emoción físicamente en el cuerpo.
- Etiquetar lo que estoy sintiendo: poner nombre a todos los sentimientos presentes.
- Aceptar los sentimientos sean cuales sean (no juzgarlos ni juzgarte por tenerlos).
- Analizar las emociones: comprender las causas (cuál es la emoción primaria) y el mensaje de esa emoción.
- Evaluar la utilidad de la emoción: por ejemplo, es útil que sienta miedo cuando veo un león porque me predispone para huir o luchar (emoción adaptativa/saludable), pero si el león está enjaulado ya no tiene sentido sentir ese miedo (emoción no adaptativa/no saludable).
- Identificar qué necesidad hay detrás de la emoción que estoy sintiendo, aprender de la situación y planificar el futuro.
- Realizar una acción que permita cubrir esa necesidad.
“La persona inteligente emocionalmente tiene habilidades en cuatro áreas. Identificar emociones, entender emociones, usar emociones y regular emociones”.
(John D. Mayer)
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