Los enemigos del coaching personal y de equipos (1ª Parte)

Coaching: cambio y transformación

 

Seguramente alguna vez te has planteado algún tipo de cambio cuando las cosas no marchan como a ti te gustaría. Puede ser en el trabajo, en tu relación de pareja, en tu círculo de amistades o con alguna actitud personal con la que no estás satisfecho. Entonces, alguien te recomienda iniciar un proceso de coaching personal. Lo que te planteará realizar algunos cambios para transformar la situación que vives y alcanzar el objetivo que te hayas planteado, como te contamos en el post «¿Qué es coaching personal?». Del mismo modo, sucede con un proceso de coaching de equipos.

Sin embargo, es probable que en ese momento tengas miedo, o tengas alguna creencia limitante sobre el coaching personal, o hayas vivido alguna experiencia previa negativa, que desaconseje empezar el proceso. Cualesquiera de estas circunstancias operan de manera consciente o inconsciente y actúan como resistencias al proceso de transformación. Porque detrás de un proceso de coaching personal o de equipos, si se realiza de forma responsable y existe compromiso, aparece la transformación deseada.

 

Cambias cuando tu dolor es insoportable

 

Podemos estar toda la vida moviéndonos de aquí para allá, haciendo múltiples cambios y, sin embargo, seguir en el mismo sitio. La razón estriba en que sí el dolor que sientes no es realmente insoportable, apenas cambiarás, y continuarás repitiendo los mismos errores, y permaneciendo en el mismo lugar. Por eso, muchos cambios que hacemos en nuestras vidas son ornamentales o superficiales… pero no implican una transformación real.

El cambio sólo es real cuando tomas conciencia que la situación es insoportable. Resumiendo, sí la incomodidad que genera el cambio es mayor que la que ocasiona la situación actual, no habrá cambio real. En otras palabras, mientras la situación actual reporte algún mínimo beneficio, permaneceremos en ese estado. Y esto es válido tanto a nivel personal como a nivel grupal o de equipo.

 

El miedo: el enemigo número uno

 

La palabra cambio o transformación tiene connotaciones negativas para la gran mayoría de las personas. Porque cualquier cambio trae asociado algún tipo de incertidumbre, de no saber que pasará… Por eso cuando alguien nos habla de cambios, nos ponemos en alerta.

El miedo adopta muchas formas. Por ejemplo, el miedo a perder el trabajo, a ser rechazado por ser distinto, por destacar, por relacionarse con determinadas personas, miedo a fracasar, a perder poder, etc…Saber gestionar el miedo es lo que define y determina el éxito o fracaso de un proceso de coaching personal o de equipos.

 

El dogmatismo: nace de nuestra visión sesgada de la realidad

 

Percibimos e interpretamos el mundo, en función del mapa mental que hemos construido desde nuestro nacimiento, y está condicionado por nuestro carácter, temperamento, experiencias personales, valores, educación, cultura… Por eso, dos personas perciben, interpretan y reaccionan de forma diferente ante un mismo estímulo, en función de “la realidad que han construido” en su mente. Esto da lugar, a que tengamos una visión sesgada, originada por esos filtros o sesgos inconscientes. De tal forma, que no existe una única realidad, sino tantas como personas existen.

El problema surge cuando nuestra forma de ver el mundo impide que podamos apreciar otra opinión distinta a la nuestra. Entonces acabamos creyéndonos poseedores de la verdad, y aparece el dogmatismo. Significa querer siempre tener la razón, lo que provoca arrogancia, cerrazón y la falta de apertura para aceptar otras ideas o posibilidades. El dogmatismo cierra cualquier posibilidad de cambio, e impide iniciar un proceso de coaching personal o de equipo.

En el próximo post, continuaremos explicando cuáles son los enemigos de un proceso de coaching personal o de equipos.

“No es necesario cambiar. La supervivencia no es obligatoria.”

(W. Edwards Deming)

 

Coaching personal y profesional

 

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