¿Cómo deberían ser los equipos del futuro?
Historias inspiradoras para hacer equipo
Uno de los equipos que alcanzó el éxito en las Olimpiadas de Barcelona 92, fue la Selección Nacional de Waterpolo. Se quedó a las puertas del oro, pero logró una medalla de plata, alcanzando hasta ese momento el mayor logro del waterpolo español. Sin embargo, tan solo unos meses antes, nada hacía prever que aquel grupo de jugadores se convertiría en uno de los mejores equipos del torneo.
El equipo estaba formado por dos grandes grupos provenientes de Catalunya y de Madrid. Y eran como el agua y el aceite. Los catalanes representaban la historia del waterpolo español. Eran trabajadores, serios, respetuosos con los rivales. Mientras que los madrileños tenían ese punto de chulería, arrogancia e insolencia que caracteriza a los “gatos”. Aunque eso les permitía no amedrentarse ante cualquier rival.
Empatía para aceptar la diversidad
Ambos tuvieron que hacer un esfuerzo por “tragarse”, por entenderse y comprenderse. Por aceptar otras realidades diferentes a las suyas, para crecer como equipo. Lo hicieron y superaron la diferenciación que solemos hacer cuando estamos en un grupo y no tragamos a alguien: “nosotros” frente “a los otros”. Y se convirtieron en “hermanos”.
Cuando le preguntan a Manel Estiarte, la máxima estrella de aquel equipo, qué es lo más importante para hacer equipo, destaca cuatro elementos fundamentales:
- Empatía para aceptar la diversidad y aprender de los otros.
- Tener una visión que se traduce en un objetivo común: en su caso lograr el oro.
- Compartir unos valores: humildad, respeto, amistad…
- Aprendizaje continuo para seguir creciendo y mejorando.
Hoy necesitamos equipos
La situación actual producida por la pandemia del COVID 19 está dejando un panorama algo inquietante. Sólo hace falta darse una vuelta por los medios de comunicación o las redes sociales, para comprobar la división, la confrontación y el extremismo de unos y otros. Y esto se traduce en: o “eres de los míos” o “estás contra mi”. Aparece la misma diferenciación que vivió la Selección de Waterpolo: “nosotros” vs “ellos”.
Cuando la Historia nos muestra que, para superar cualquier situación compleja y adversa, se necesitan aunar esfuerzos, unir fuerzas, buscar la colaboración entre personas, equipos o países. En suma, se necesitan equipos o hacer equipo para superar los retos que tenemos en estos momentos como sociedad. Da igual el ámbito al que nos refiramos: política, economía, empresas, etc. Y la receta para construir equipos tiene mucho que ver con los cuatro aspectos que señalaba Manel Estiarte.
Equipos conectados
Los equipos comienzan a construirse cuando conectan. Cuando existe cercanía y socializan. Ya lo decían los filósofos estoicos, el ser humano es, por naturaleza, un ser social y tenemos el deber de formar y mantener relaciones con otras personas, a pesar de los problemas que puedan derivarse de ellas.
Tras haber vivido esta etapa de confinamiento y aislamiento social, se necesita fomentar el contacto y la conexión. Con prudencia y tomando las medidas de seguridad necesarias, pero sin miedo. El objetivo de un equipo debe ser potenciar y fomentar ese espíritu de pertenencia, de comunidad, de familia. Y para lograrlo, los equipos deben desarrollar y practicar la habilidad de la empatía. ¿Cómo se hace esto? A través de la escucha. Hoy más que nunca es necesario escuchar empáticamente. Entendiendo y comprendiendo otras realidades y para ello es necesario conectar emocionalmente con los otros.
Equipos que miren al futuro
Hoy escuchaba a Antonio Garrigues, con 85 años y tras haber pasado el famoso virus, remarcaba la importancia de mirar al futuro. El pasado, pasado está. Las personas y los equipos debemos mirar al futuro sin miedo. Como dice el famoso abogado y jurista de prestigio internacional, solo hay que tener “miedo al miedo”. El miedo al futuro no es la opción más inteligente. Decía Séneca que “el que sufre antes de lo necesario, sufre más de lo necesario”. Y lo cierto es que el 90% de los sufrimientos que padece el ser humano son generados por cosas que no han sucedido ni van a suceder.
En realidad, no nos queda más que reaccionar y pensar en positivo. ¿Y cómo se consigue esto? Tanto las personas como los equipos deben aprovechar este momento para crear visiones de futuro. Es decir, plantearse nuevos retos y objetivos. En el caso de los equipos, esa visión debe ser compartida y “comprada” por cada miembro del equipo. Y en el proceso de creación de la visión, debería estar contemplado algo fundamental: el propósito. El propósito es la razón de ser de un equipo o de una persona.
Equipos con valores
Más allá de pensar en valores que sirvan para adornar los pasillos de una oficina o la web corporativa, los valores deberían ser verbos que se vivan en el día a día. Los valores son una cuestión de fondo, de estilo, es lo que define la cultura de una empresa o un equipo. Es lo que hace que sea reconocible y admirado (o que genere vergüenza en los demás).
Los valores son el cómo hacemos lo que hacemos, porque no vale todo para conseguir los objetivos. Es obvio que todos los equipos quieren ganar, quieren triunfar, tener éxito. Llevado al ámbito de la empresa, todas quieren lograr sus objetivos, ganar proyectos y obtener beneficios. Sin embargo, no todo vale. Los valores marcan la ruta, el camino, las líneas de las que no nos podemos salir para alcanzar esos objetivos.
Equipos adaptables al cambio
Los cambios, voluntarios o forzados, nos impelen a actuar. Y para adaptarnos a las nuevas circunstancias, tarde o temprano, tendremos que aprender, mejorar o crecer. Implantar una cultura basada en el aprendizaje implica sustituir hábitos y comportamientos instaurados por otros nuevos. Se necesita instaurar el valor de humildad, para decir “no se” y abrirse a aprender nuevas formas de hacer, de estar, de pensar, de ser…
Las personas y los equipos que más crecen son aquellos que mantienen una actitud de continuo aprendizaje. En eso consiste la mejora continua o lo que los japoneses denominan “kaizen”. Los equipos que apuestan por el aprendizaje y la mejora continua evitan caer en la imprudencia del estancamiento y la autocomplacencia.
“El cambio es la ley de la vida. Y aquellos que miran solo al pasado o al presente se perderán seguro el futuro.”
(John F. Kennedy)
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