Tres razones por las que fracasa un equipo

El trabajo en equipo

Qué opción elegirías si te plantearán la siguiente cuestión: “Cuando construimos una casa en equipo, el trabajo probablemente: (a) se hace más rápido, (b) tarda más tiempo en finalizarse, o (c) no se acaba nunca?”.  La respuesta más obvia sería elegir la opción (a).  Lo que ilustra la tendencia que tenemos de pensar que el trabajo en equipo es bueno en términos de productividad. De hecho, consideramos que la creación de equipos es el modo de organización del trabajo para lograr cosas extraordinarias en términos de calidad o belleza.

Sin embargo, la realidad demuestra que los equipos trabajan de manera sub-óptima, desaprovechando los recursos existentes. Cabría preguntarse qué es lo que hace que ofrezcan ese rendimiento por debajo de lo deseado. Y también sí el trabajo en equipo, y los equipos en particular, son la mejor forma de organización del trabajo.

Problemas de coordinación y de motivación

La respuesta a la primera cuestión se responde a través de determinados aspectos que tienen que ver con la falta de coordinación y de motivación de los diferentes miembros que forman parte de un equipo.

La falta de coordinación de un equipo comienza cuando no existe claridad en la definición de lo que es un equipo. Es imprescindible responder a cuestiones como “para qué se forma un equipo”, “cuáles son sus miembros” o “cuáles serán las reglas que regirán la vida del mismo”.

Por otro lado, los problemas de motivación hacen caer el rendimiento del equipo de forma inmediata. La falta de motivadores intrínsecos o extrínsecos, la ausencia de justicia o de reconocimiento, o el mal ambiente… hacen que desaparezcan las condiciones idóneas para sacar lo mejor de cada miembro del equipo.

La novedad es un lastre para los equipos

Según datos de la Agencia Nacional de Seguridad de Transporte de EEUU, el 73% de los incidentes de las tripulaciones de vuelos comerciales, ocurrieron el primer día en que la tripulación volaba junta. Y el 44% de ellos tuvieron lugar en los primeros momentos del vuelo. Incluso existe un estudio de la NASA que indica que aquellas tripulaciones más fatigadas y que habían volado juntas previamente, tuvieron la mitad de errores que las tripulaciones con pilotos más descansados que no habían volado juntos antes.

De estos datos, podemos concluir que los equipos con más experiencia y que mejor se conocen entre sí, ofrecen mayores niveles de fiabilidad y rendimiento que los equipos más jóvenes y con altos niveles de rotación. Sin embargo, en los equipos más veteranos es más probable que aparezca uno de los mayores enemigos de los equipos: la autocomplacencia.

La importancia de las personas que no siguen las normas

Para evitar caer en la autocomplacencia en los equipos debe aparecer una figura que asuma un rol “inconformista”. Son personas capaces de levantar la voz y decir: “Un momento, ¿por qué estamos haciendo esto así?”, “¿podemos hacer esto de otra forma?”.

Son capaces de abrir el debate hacia la apertura de nuevas ideas, aportando originalidad. También, son personas que elevan los niveles de ansiedad porque son capaces de cuestionar el estatus quo. Normalmente, a los jefes no les suele gustar este tipo de personas, que se caracterizan por ser raras y romper el pensamiento único.

Repensar la importancia del trabajo en equipo

Volviendo a la pregunta de sí el trabajo en equipo, y los equipos en particular, son la mejor forma de organización del trabajo, existen muchas situaciones dónde la colaboración es especialmente difícil.

En entornos que exijan fuertes esfuerzos creativos, el trabajo en equipo se convierte más en un obstáculo que en una ayuda. El reto del líder será el de encontrar un equilibrio entre la autonomía individual de cada miembro del equipo y las acciones conjuntas como equipo.

«Esta bien celebrar el éxito, pero es más importante tener en cuenta las lecciones del fracaso.» (Bill Gates)