¿Cómo motivo a mi equipo?
Quizás esta sea la gran cuestión que muchos líderes se hacen día tras día al ver a los miembros de sus equipos poco o nada comprometidos con el trabajo que realizan. A veces nos fijamos en ejemplos relacionados con el deporte buscando aquellas cosas que sirven para equipos que obtienen grandes éxitos, y buscamos replicarlo en las empresas.
Aplicar recetas generalistas sobre motivación se aproxima más a una pérdida de tiempo que algo realmente efectivo. Para empezar, “la motivación es automotivación”, como dice Daniel Pink. Lo primero que habría que hacer es identificar qué es lo que motiva a cada persona. Por lo tanto, la cuestión que debe plantearse un líder es conocer las razones que motivan a los miembros de su equipo: ¿por qué están motivados?
Hacer las preguntas correctas
Cuando nos preguntan por qué estamos motivados, solemos contestar utilizando los grandes factores motivacionales: el dinero, la seguridad, tener un buen ambiente con el resto de compañeros, tener un trabajo retador que permita el reconocimiento de los superiores, tener un plan de carrera que nos permita ir desarrollándonos y aprender…
Ahora bien, podemos estar dando estas respuestas, y sin embargo sentirnos poco motivados o desmotivados en nuestros lugares de trabajo… ¿Por qué? Porque alguna de nuestras necesidades más básicas no está siendo cubierta, como la autonomía, las relaciones o la competencia. Por lo tanto, todo esfuerzo por motivar a alguien pasará por identificar qué necesidad le mueve, y fomentar un clima en el que estas necesidades sean cubiertas.
La forma de descubrir qué es lo que realmente nos mueve, es preguntar el para qué. Por ejemplo, para qué necesito el dinero, sí es la primera respuesta que ha dado…Y hacerlo varias veces, hasta llegar a una respuesta que toque algo realmente esencial para la persona.
Algunos motivadores intrínsecos: factores ARC
- Autonomía. Es la necesidad que tenemos para sentir que lo que hacemos depende de nuestra voluntad. Está asociado al hecho de sentir que somos libres haciendo lo que hacemos. Por ejemplo, empresas como Google consideran este factor clave. Y deciden dar libertad a sus empleados para que un día a la semana lo dediquen a realizar un proyecto personal propio, con la condición que pueda ser desarrollado por la empresa.
- Relaciones. Necesitamos comunicarnos con los demás y crear algo más grande que nosotros mismos. Está asociado a lo que Maslow llamó la necesidad de afiliación. Para muchos, sobre todo para aquellos que se incorporan por primera vez al mercado de trabajo, esta necesidad se convierte en uno de los factores de motivación principales: buscan trabajos donde haya “buen rollo”.
- Competencia. Algunas personas necestian demostrar que saben hacer algo, para poder afrontar los retos que se propongan. Si no somos competentes en algo, nuestra confianza se verá mermada, y se comenzará a quebrar nuestra motivación.
“Ahora bien, ¿es suficiente tener estas tres necesidades cubiertas para tener una motivación óptima? Pueden aparecer situaciones que amenacen a estas tres necesidades, y que te hagan perder la motivación. |
Necesitamos algo más para activar la motivación
Un aspecto clave a la hora de sentirnos motivados con nuestro trabajo, es realizar una tarea que te haga estar conectado a lo que haces. Es decir, que te guste o te apasione. Quizás ese sea el principal factor de motivación, y el que más estabilidad posea. Sin embargo, muchas personas no les gusta ni están conectados con la tarea que realizan.
Obviamente, un líder no puede hacer que una persona se sienta conectada con su trabajo, sí este trabajo no le gusta o no le apasiona. En ese caso, la responsabilidad recae en esa persona que no se encuentra conectada con lo que realiza. Deberá tomar una decisión sobre qué hacer con un trabajo que no le da bienestar o felicidad.
Ahora bien, ni siquiera aquellas personas que tienen un trabajo con el que se sienten realizados, lo sienten el cien por cien del tiempo. Siempre hay alguna tarea que no les gusta. Pero son capaces de soportarla porque es el precio que pagan por tener un trabajo que les apasiona. O porque conectan esa tarea «poco atractiva» con un propósito mayor.
Ese tipo de actitud es la que pueden tener aquellas personas que no le gustan sus trabajos. Buscar algún elemento de ese trabajo que nos permita asociarlo a algo importante para nosotros.
«Los necios viven para sí mismos, los sabios viven para un propósito» (Medici)