¿Qué necesitan hoy los equipos?

Cuando en los equipos falta un líder…

Decía David Trueba en su novela “Saber perder” que “un futbolista sin fútbol se convierte en una raza peligrosa, como un cantante sin canciones o un hombre de negocios sin negocios”. Pero ¿qué sucede en los equipos cuándo falta un líder? Los equipos se convierten en grupos. Y los grupos se caracterizan por no tener un objetivo compartido, dónde cada cuál mira sólo por sus intereses. En ese caso, el grupo puede funcionar con la supervisión de un gestor, manager o directivo que se limita a hacer cumplir unas reglas mínimas de funcionamiento y vela porque los objetivos generales se alcancen.

 

Y, no vamos a engañarnos, esto es lo habitual, cuando nos encontramos dentro de una organización. Obviamente, hay excepciones que confirman la regla. Sin embargo, cuando las cosas se ponen difíciles, es cuando más se necesitan líderes que transformen grupos en equipos. O, al menos, personas que sepan hablar el idioma del liderazgo y los aspectos esenciales que deben estar presente en un equipo. Y, ¿cuáles son hoy esos elementos imprescindibles?

 

Conexión: comunicación y algo más

Si hay un denominador común que nos ha afectado a casi todos desde hace un año es la lejanía y desconexión con otros. La imposibilidad de trabajar presencialmente ha provocado que la distancia haya aumentado, pese a que hayamos tenido cientos de reuniones vía Zoom, Teams o Skype. Sin embargo, el virus nos ha metido en casa. Y, en mayor o menor medida, hemos reducido nuestras interacciones sociales de forma presencial. Menos cafés, menos comidas, menos cañas, etc …Y son esas reuniones informales las que más sirven para HACER EQUIPO, para crear eso que llamamos espíritu de pertenencia.

 

TEAM UP. Equipos Conectados

Hoy los equipos necesitan líderes que sean conscientes de la necesidad de CONECTAR. Y la conexión no va de seguir haciendo Zooms como si no hubiera mañana. Va de construir EQUIPOS CONECTADOS a través de una comunicación más rica que empieza por la escucha. Dar espacio al equipo para que hable y se exprese. Para compartir lo que no se suele decir en esas reuniones orientadas al negocio. Va de cuidar el lenguaje. De mantener una actitud abierta a otras ideas sin querer llevar siempre la razón. Va de crear entornos de confianza. De dejar que el equipo sea el protagonista. Y como líder, emplear las interacciones con el equipo para motivar a través de mensajes sinceros, firmes y directos.

 

Empatía para conectar con las emociones.

En estos meses, cuando he tenido alguna reunión con clientes y he interactuado con equipos, un elemento aparecía invariablemente: el vaivén emocional vivido por cada una de las personas que conformaban esos grupos. Unos habían vivido situaciones de perdida de familiares y amigos, dejando un poso de tristeza y depresión. Otros sentían rabia y enfado por una situación que les había roto sus planes o expectativas. Y el miedo estaba presente en prácticamente todos. Miedo al virus, a la incertidumbre laboral, a que el virus se llevará a alguien cercano…

 

Ante esta situación, un líder debe ser capaz de identificar, entender y comprender este cúmulo de emociones y sentimientos que están más flor de piel que nunca. Necesita desarrollar la habilidad de la empatía, para comprender este universo de emociones. Y para empatizar necesitamos aprender a escuchar con la intención de comprender y no querer contestar con nuestra historia. A practicar más el silencio, a morderse la lengua, a esperar qué más nos quiere decir nuestro interlocutor. Quizá no con las palabras, pero si con sus gestos o, simplemente, con lo que no dice.

 

Confianza y optimismo para hacer equipos.

Ante situaciones adversas, todos apelamos a lo mismo: fomentar la confianza. Tanto a nivel individual como grupal. Porque la confianza en un equipo significa que cuando yo estoy mal, se que va a haber otro que me cubra. Implica confiar en los otros al cien por cien, porque me puedo fiar de ellos, por su competencia, su credibilidad y su sinceridad. Y, hoy, necesitamos más que nunca confiar en nosotros mismos y, también, en los otros. Aunque como estamos viendo los momentos difíciles sacan lo mejor y lo peor de cada uno de nosotros. Pero hay que seguir confiando, porque como decía Vicente Ferrer: “el momento más oscuro de la noche de la vida, ocurre un instante antes del amanecer.”   

 

Y, por último, pero no menos importante, los equipos necesitan optimismo. No es fácil en estos tiempos dónde hay tantos problemas y la vida aprieta… o sí. El optimismo no va de ver la vida color de rosa, ni tener una creencia ciega en que las cosas irán mejor. Sino va de marcarnos objetivos y metas retadoras pero posibles. Hoy, un líder necesita insuflar optimismo a su equipo, casi como primer mandamiento. Y el resto del equipo trabajar para tener una visión positiva, pase lo que pase. Churchill cuando los nazis estaban bombardeando Londres en la primavera de 1940, le preguntaban por qué era optimista. Su respuesta fue “porque no le veía ninguna ventaja a ser pesimista”. Y añadía, “nueve de cada diez amenazas no se llegan a cumplir.”

 

“Un líder es una persona que llega a un grupo lo convierte en un equipo y lo traslada a un lugar mejor del que estaba cuando llegó.”

(Javier Fernández Aguado)

 

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