¿Se puede mejorar sin entrenar?

Los equipos necesitan entrenar

Cuenta Martí Perarnau en la revista Tactical Room del pasado mes de diciembre, el cambio que se ha producido en los equipos de fútbol de élite en los últimos años. Debido a la carga de partidos, el tiempo de preparación de los equipos se ha reducido drásticamente. La mayor parte del tiempo entre partido y partido se dedica a realizar ejercicios de recuperación física y emocional. Esto ha tenido una consecuencia en el juego: se juega peor, aunque se compite mejor.

En el mundo de la empresa, la situación es mucho más dramática. Porque la competición es continua, y sólo de manera ocasional y puntual, se realiza algún tipo de entrenamiento, en forma de cursos de formación. La pregunta es: ¿puede un equipo mejorar su rendimiento si continuamente está obligado a competir?, ¿puede una persona mejorar sus habilidades si no dispone de tiempo para aprender nuevas competencias?

El entrenamiento exhaustivo es la base del aprendizaje

En 1975, Bruce Springsteen había asombrado al mundo con su archiconocido Born to run. El éxito de aquel disco le llevó a ser una estrella en EEUU y comenzó a ser conocido también en Europa. Sin embargo, un problema con su manager, le llevó a estar fuera de los estudios de grabación durante dos años, sin poder publicar ninguna canción nueva.

Lejos de pararse, Bruce y su banda dedicaron ese tiempo a realizar conciertos por locales pequeños, tocando las canciones que hasta entonces habían publicado, así como grandes clásicos de otros grupos americanos de los setenta. En suma, lo que hizo fue seguir entrenando, aunque no pudiera competir en los grandes estadios ni ofrecer nuevas canciones.

Se compite bien, se juega mal

En el ámbito de una empresa, cualquier responsable de equipo o miembro del mismo, tiene que hacer frente al cumplimiento de determinados objetivos trimestre a trimestre. Y eso deja poco espacio para mejorar cualidades o habilidades. Todo se centra en la consecución de resultados. De hecho, pocas personas reparan en la necesidad de formarse o aprender nuevas habilidades, o si lo hacen, se preguntan cuándo.

La cuestión relevante es tener en cuenta que, si sólo se pone el foco en el día a día, y no se invierte tiempo en la formación de los equipos o personas, es probable que a corto plazo se logren los objetivos. Sin embargo, a medio o largo plazo se producirá un empeoramiento de la calidad del equipo. Cómo sucede en el fútbol, se competirá bien, pero se jugará peor.

Olvidarnos del entrenamiento no sale gratis

Cuando un equipo no dedica tiempo a formarse, que es el único espacio disponible en las empresas para entrenar y mejorar, inevitablemente a la larga perderá competitividad. Quedará anclado en los mismos recursos de siempre, y se convertirá en un equipo anquilosado, rancio y casposo.

Entrenar es el modo más directo de poder aprender algo, y que no se olvide. Por eso, es tan importante, que la formación sea práctica, orientada a vivir experiencias reales, a poner en práctica situaciones que se viven en el día a día, y que no se han sabido abordar. Reservar espacios para formarse, para aprender nuevas habilidades es el único modo de aprender y transitar el camino a la excelencia.

Formación técnica y emocional

Hoy en día, los equipos no sólo necesitan una formación técnica o táctica. Es decir, dotarles de recursos para que sepan hacer mejor su cometido o desempeño. Cada vez, es más importante, dotarles de formación a nivel emocional, para que sepan cómo expresar y gestionar sus emociones, y tener serenidad en momentos de alta presión.

El desarrollo de habilidades como la empatía, la generación de confianza, la capacidad para comunicar eficazmente, la compartición de valores y un propósito común…son elementos necesarios para fomentar la cohesión de los equipos, a través de un aprendizaje experiencial y vivencial, más allá de formaciones basadas en teorías o manuales tradicionales.

“Lo que no se entrena, se olvida.” (Pep Guardiola)