Un ejemplo

Hace veinte años del último partido que jugó con el FC Barcelona uno de mis jugadores favoritos: José Mª Bakero. Formó parte del Dream Team. Un equipo que contaba con otras estrellas Koeman, Laudrup, Stoichkov, Romario, Guardiola…Pero para mí, siempre represento un ejemplo de inteligencia y corazón.

Cuando yo intentaba explicar las razones por las que era mi jugador favorito, mis amigos del instituto no me entendían. Decían  que era un jugador que siempre jugaba hacía atrás, que no tenía tanta calidad como otras figuras de la época, etc…

Pero para mí, tenía algo que le diferenciaba del resto, y es que aportaba eso que tantas veces es necesario en un equipo: la fuerza, el ánimo, la conexión, la lucha, la entrega, la constancia… Eso que hacía que su figura siempre emergiera cuando las cosas estaban peor, como en el mítico gol de Kaiserslautern. Eso que algunos llaman “corazón”. No en vano, algún periodista le denominaba “Corazón de león”.

Valentía y compromiso al servicio del equipo

Bakero tenía esa virtud tan apreciada dentro de un equipo: la de aparecer cuando las cosas se complican. Son aquellos jugadores que se ponen el mono de trabajar, se “arremangan” y nunca se esconden.

“Ahí, cuando las cosas se ponen feas, cuando ya no  hay diversión, es cuando realmente se demuestra el compromiso. Quizá, eso fue lo que más me atraía de su figura, porque detrás de ese compromiso, veía todos aquellos valores que yo más aprecio: la honestidad, la autenticidad, la responsabilidad, el trabajo… Eso que cualquier líder querría que tuvieran los miembros de su equipo.”

Sin embargo, creo que esta no era la única virtud que tenía el jugador navarro. Siempre se ha dicho que en los equipos tiene que haber un equilibrio entre las grandes estrellas con talento y los jugadores que trabajan, que se esfuerzan, que ponen corazón. Y a Bakero se le ha incluido en este segundo grupo.

Un jugador que juega durante 8 temporadas en un equipo de élite como el FC Barcelona (además, de otras tantas en la Real Sociedad, dónde también triunfó). Que logra marcar 139 goles en las diferentes competiciones en las que participó, no sólo tiene corazón, también tiene talento. Producto de su trabajo y del desarrollo de su inteligencia sobre el campo y fuera de él.

Jugar con el corazón

Como dice Xesco Espar:

“Un equipo debe tener talento y corazón, en proporciones iguales. El corazón te lleva a las finales. Porque sólo con corazón se trabaja día a día poniendo el máximo empeño. Y es el corazón el que te ayuda a sobreponerte en los momentos difíciles. Pero es el talento lo que te hace ganar. Para llegar, corazón; para ganar talento. ¿Cuál es más importante? Los dos”.

“Ese tipo de jugadores siempre ha sido clave a la hora de construir grandes equipos. Son necesarios para desarrollar la inteligencia colectiva o social de un equipo.

Son los “conectores” del equipo, los que permiten hacer fluir la comunicación entre el resto de miembros del equipo. Y como sucedería en el caso de Bakero, siempre acaban convirtiéndose en líderes o referentes para el equipo.”

Todas estas virtudes son las que se necesitan dentro de los equipos: corazón y talento (inteligencia) en las mismas proporciones, y esa capacidad para poder conectar con el resto del equipo, para poder empatizar y desarrollar una comunicación fluida. El desarrollo de la inteligencia emocional y social que hace crecer a las personas y a los equipos, como le sucedió a Bakero y al Dream Team. Un jugador y un equipo, que siempre quedará en mi memoria.

«Quizá la verdadera sede de la inteligencia no sea la razón, sino el corazón. Un corazón inteligente y una razón sensible forman un tándem imparable». (Santiago Álvarez de Mon) 

Tougher than the rest – Bruce Springsteen