¿Cómo hacer equipo en un día?

¿Se pueden aprender habilidades sociales en un curso?

Hace poco escuché a Richard Vaughan hablar con mucho sentido común sobre cómo se aprende un idioma. Básicamente, se consigue a través de 3 vías. Primero, las famosas clases de inglés a las que todos recurrimos cuando tenemos una urgencia. Esto supone un 20% del aprendizaje. Segundo, el esfuerzo personal medido en las horas que dediques por tu cuenta a leer, ver películas, vídeos, hacer ejercicios, etc. Esto supone un 40%. Y, tercero, la experiencia real en conversaciones de trabajo, viajes o interacciones con personas nativas en situaciones cotidianas. Y esto supone el 40% restante. Sí hacemos un paralelismo, y consideramos las habilidades sociales, ¿cómo podemos desarrollar nuestra capacidad de liderazgo o de comunicación o de gestión de equipo con un curso una vez al año?

 

Obviamente, la respuesta cae por su propio peso. No se puede. Sin embargo, cuando tenemos esa urgencia con el inglés, nos deslumbran los famosos métodos de “aprende inglés con mil palabras o con cien o con quince minutos al día”. Y algo parecido sucede con las habilidades. Un gestor de equipo puede detectar un problema de compromiso del equipo. Y decide que sería una buena opción hacer un evento de “teambuilding” para hacer equipo y, a la par, pasarlo bien. De verdad, ¿alguien puede pensar que así se resuelven los problemas de compromiso y motivación que existen en las empresas hoy en día?

 

Buscamos la receta mágica e inmediata

La realidad es que en el fondo cuando aparece un problema, todos caemos en el mismo error. Buscamos la solución inmediata para alejarnos cuanto antes del dolor. Contratamos clases de inglés cuando queremos preparar una entrevista de trabajo. Buscamos un coach o un mentor para que nos ayude a conseguir determinados objetivos. Visitamos la consulta de un psicólogo o un terapeuta para que nos ayude a entender por qué estamos deprimidos. Y contratamos un curso de liderazgo, para que en nuestras empresas florezcan líderes como setas en otoño. Eso si, todo tiene que ser rápido, para no sufrir demasiado.

 

Nada de esto está mal o es incorrecto. Sin embargo, sí nos quedamos sólo con esto parte, estamos resolviendo el problema sólo en un 20%. Ni aprenderemos inglés, ni conseguiremos los objetivos deseados. Y tampoco resolveremos nuestra depresión, ni conseguiremos líderes para nuestros equipos y empresas. Se necesita el compromiso personal fuera de las aulas, las sesiones o las consultas para seguir trabajando en aquello que queremos resolver. Y, también, enfrentarnos a situaciones reales y cotidianas que nos ayuden a poner en práctica lo aprendido en las clases, los libros, los vídeos, etc.

 

Cómo se aprenden habilidades sociales

Practicando. Así de sencillo. ¿Cómo se aprende a hacer equipo? Pues, haciendo equipo a través de aspectos que tienen que ver con la conexión, el compromiso, la dirección y el liderazgo. Por ejemplo, sí queremos resolver los problemas de conexión o comunicación dentro de un equipo tendremos que preguntarnos qué está sucediendo con la comunicación dentro de ese equipo: hay suficientes interacciones entre los diferentes miembros, los mensajes se transmiten con claridad y transparencia, qué grados de escucha existen, existe confianza dentro del equipo para decirnos las cosas a la cara, qué entendemos por empatía y que hacemos para practicarla. Y así sucesivamente.

 

Podemos aprender la teoría, leer mil libros, ver las mejores charlas TED, simular experiencias reales con dinámicas, con videojuegos o utilizar herramientas de realidad virtual…Y todo eso nos va a ayudar, está claro. Pero al final todo se resuelve en el día a día, con experiencias reales y cotidianas. Es decir, ¿qué puedo hacer cuando tengo que abordar una conversación con un tipo con el que no tengo feeling? Necesito enfrentarme a esa situación, ponerme cara a cara con el problema o con el reto.

 

Cada maestrillo tiene su librillo

Por eso, aprender habilidades sociales, no se puede limitar a una clase teórica magistral de un gurú del liderazgo, que nos enseñe las diferentes teorías del liderazgo. Se necesita recrear esas situaciones con el método que queramos y extraer los aprendizajes. Se necesita leer o ver videos para aprender la teoría. Y también necesitamos vivir experiencias reales y cotidianas de liderazgo con equipos de carne y hueso, donde pongamos en práctica lo aprendido.

 

Y, al final de todo, tener claro que no existe una receta universal. Al igual que cada profesor tiene un método pedagógico para enseñar, cada líder tendrá una forma de gestionar sus equipos. Es cierto, que lo importante es que el alumno aprenda la lección, o que el equipo se comporte como tal. Pero conviene señalar que no todos los caminos son igual de satisfactorios, ni probablemente igual de efectivos. Sí sólo ponemos el foco en los resultados, nos perdemos el cómo llegamos a esos resultados. Y, en mi opinión, no todo vale. En cualquier aspecto de la vida, ya sea en el ámbito personal o en el profesional, lo que diferencia a unos de otros, es cómo hacemos lo que hacemos, es decir, nuestro estilo, nuestros valores.

 

“La actitud con la cual realizas tu trabajo, no sólo determina tu calidad y eficiencia, sino que moldea tu carácter y revela tus valores y principios.”

    (Orison Swett Marden)

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