Las 2 claves del crecimiento personal: el cambio y nuevos hábitos
Cuando la adquisición de conocimientos no es suficiente
Para muchos, el final de las vacaciones supone un verdadero suplicio. No sólo porque el tiempo de descanso y de disfrute se agota, sino también por tener que volver al trabajo. La pereza y las pocas ganas por volver a la rutina del día a día en la oficina, se entremezcla con un sentimiento que querer cambiar algo. O intentar instaurar nuevos hábitos para lograr lo que algunos definen como crecimiento personal, o simplemente mejorar profesionalmente y encarar el nuevo curso con mayores niveles de ilusión y motivación.
Podemos fijar algún tipo de objetivo ambicioso, o realizar algún tipo de aprendizaje que nos permita mejorar. Por ejemplo, mejorar nuestro nivel de inglés o inscribirnos en algún master. El aprendizaje se define como “la adquisición del conocimiento de algo por medio del estudio, el ejercicio o la experiencia, en especial de los conocimientos necesarios para aprender algún arte u oficio”. Cuando queremos seguir avanzando en nuestro crecimiento personal, muchas veces debemos cambiar algo. Y para abordar ese cambio acudimos al proceso de aprendizaje tradicional, basado en la adquisición de conocimientos. Sin embargo, ¿por qué aún adquiriendo determinados conocimientos, no se produce ningún cambio o mejora reseñable?
Crecimiento personal: Si quieres cambiar, cambia tus hábitos
Un proceso de transformación personal o profesional, requiere el cambio de determinados hábitos y comportamientos, que están desempeñando una función específica. Sin embargo, cambiar de hábitos, que es la forma en la que hacemos las cosas, es uno de los aspectos que más nos cuesta realizar en nuestra vida.
Los hábitos, junto a las creencias, forman parte de los programas que tenemos instalados en nuestra mente. Determinan la forma en la que actuamos, tanto individual como colectivamente. A la hora de abordar un proceso de crecimiento personal, sustituir un hábito o una creencia es sumamente complicado. Sobre todo, si no tenemos un sustituto adecuado.
Para cambiar un hábito, pregúntate para qué sigues haciendo lo que haces
Aunque juzguemos un hábito como algo “malo, ineficiente, pernicioso…”, podemos continuar haciéndolo durante años, siempre que haya una razón o beneficio que lo justifique. Por ejemplo, solemos encontrarnos con estas expresiones: “No es mi trabajo ideal, pero me permite llegar a fin de mes”, “No es la mejor forma de vender, pero con ello consigo objetivos”…
Mantenemos estos hábitos o comportamientos porque desempeñan alguna función o cumplen con algún propósito, que nos reporta un beneficio. Podemos preguntarnos qué función están desempeñando estos hábitos (¿para qué hago tal cosa, qué consigo?). Y averiguar sí podemos aprender una forma mejor para lograr comportamientos y resultados mejores. Por lo tanto, para cambiar necesitamos, en primer lugar, aprender nuevos conocimientos (aprendizaje tradicional); y, en segundo lugar, descubrir “algo” que cambie nuestro comportamiento.
¿Cómo rompemos un hábito?
Romper un hábito es casi imposible. Cada vez que lo practicamos aumentan las posibilidades de seguir haciéndolo en el futuro. De esta forma, se desarrollan pautas de comportamiento, llamadas “surcos”, que tienen tendencia a repetirse. Por ejemplo, sí estamos acostumbrados a vender siguiendo una técnica o un discurso determinado, nos va a resultar muy difícil abandonar ese modo de proceder; sí estamos acostumbrados a relacionarnos o liderar de un modo determinado, seguiremos haciéndolo así de forma indefinida.
¿Por qué? Porque sí cada una de estas pautas están desempeñando una función, el comportamiento va a ser reforzado o recompensado, y por lo tanto, tenderá a continuar. Cuánto más profundo sea el surco en el sistema nervioso, más complejo será romper dicho hábito.
Entonces, ¿cómo podemos salir de un hábito? Creando uno nuevo, que tenga la condición de ser “más práctico, útil o beneficioso” que el que queremos abandonar. Sólo podemos sustituir un hábito cuando tenemos otro que nos permita lograr un comportamiento y resultados mejores.”
El Juego Interior del Tenis
Para que se produzca un proceso de crecimiento personal, es necesario instaurar nuevos hábitos. Podemos acudir a Timothy Gallway, y seguir los siguientes 4 pasos para la creación de un nuevo hábito.
- Observa el hábito en el que te encuentras. Qué estás haciendo, cómo te encuentras, qué ves, qué escuchas, qué sientes…En suma, toma conciencia del hábito que tienes, sin enjuiciarlo, sólo observa lo que haces. Cómo desempeñas tu trabajo, cómo te comunicas, cómo te relacionas con tu grupo…
- Visualiza el resultado deseado. Qué quieres obtener. Puede ser un mejor desempeño de tu trabajo, una forma de comunicarte más empática o más asertiva, un estilo de gestión más participativo o más relacional…Busca ejemplos de personas que hagan eso que tú quieres incorporar y observa lo que hacen.
- Comienza a probar nuevas acciones. Practica lo que quieres incorporar y deja que ocurran cosas. Puedes ir explorando diferentes posibilidades de hacer las cosas. Confía en el proceso, y deja que tenga lugar.
- Mientras que realizas estos cambios, observa qué sucede. Sin juzgar ni pensar sobre ellos ni sobre los resultados. Sólo observa y experimenta.
«Los malos hábitos es más fácil romperlos que enmendarlos». (Quintiliano).
Old Habits Die Hard – Mick Jagger
Si estás interesado en abordar un proceso de crecimiento personal, quieres darle un cambio a tu vida tanto personal como profesional. No dudes en ponerte en contacto con nosotros. ¡Será un placer ofrecerte nuestro servicio de coach personal y acompañarte durante todo el proceso!