Cuando no trabajas en tu vocación.
Muchas personas viven o han vivido situaciones dónde el trabajo no es más que un medio para poder ganarse la vida. Son personas que ni disfrutan ni les gustan lo que hacen. Yo mismo viví durante más de 15 años en esta situación, con algunos momentos buenos y de crecimiento. Pero sin que tuviera la motivación intrínseca que genera estar trabajando en algo que te gusta, que disfrutas y que le encuentras un sentido. Lo que llamamos un trabajo vocacional.
Se puede vivir en esa situación durante años. La complacencia del entorno que te rodea, y sí tienes suerte y das con un buen jefe, pueden facilitar que mantengas el puesto. Sin embargo, el equilibrio es muy inestable, porque no todo el mundo tiene jefes con las cualidades para poder desarrollar el liderazgo, y sacar lo mejor de cada persona. Y además nada es eterno, y las circunstancias cambian.
Lo más habitual es que tarde o temprano aparezca un fuerte desasosiego o intranquilidad, al darte cuenta que ni te gusta, ni te motiva, ni le encuentras sentido a lo que haces. O simplemente porque las circunstancias externas han cambiado (cambio de jefe, de puesto, de compañeros…). Y entonces llegará la angustia, la ansiedad y las dudas porque te ves perdido sin saber qué hacer, ni cómo reinventarte.
No hay receta mágica para activar tu motivación
Cuando sucede eso, buscamos la solución inmediata, lo que nos permita salir de esa situación, y encontrar algo que nos vuelva a ilusionar.
- Unos cambian de puesto o buscan otras empresas que les permitan afrontar nuevos retos, o encontrar seguridad, o nuevas relaciones…Su búsqueda estará en función de sus deseos o necesidades que requieren cubrir.
- Otros se enrocan en el puesto, porque no pueden cambiar o porque no quieren. Desmotivados, sin ilusión ni ganas, y dónde el trabajo se vuelve una carga insoportable. Surge la crítica, la apatía, la queja continua, la negatividad. Su motivación se encontrará fuera del trabajo.
- Y los más atrevidos, comienzan a plantearse preguntas incómodas, que les hacen volverse medio locos. Porque no encuentran respuesta o las que aparecen les dan miedo.
“Estos últimos, vislumbran que mantenerse en la misma situación, en el mismo entorno, sin hacer nada, no es la solución. Pero no saben o no tienen claro dónde quieren moverse o qué quieren hacer.” |
¿Qué hacemos cuando no sabemos qué hacer?
Es difícil dar un consejo, incluso cuando uno ha pasado una situación como esa. Porque cada persona tiene sus circunstancias, sus procesos, sus tiempos. Y de nada vale la experiencia que cada uno hemos podido vivir.
Seguramente no hay nada más frustrante que cuando te preguntan qué vas a hacer o qué quieres hacer, y sólo sabes responder “no sé”. Normalmente la respuesta buena es la que nace de uno mismo, sin consejos, ni recomendaciones de nadie.
“El primer paso para resolver esto es hacerse consciente de la situación que estás viviendo. Y asumir el cien por cien de responsabilidad. Ser responsable de lo que te pasa, y reconocer que él único que puede cambiar esa situación eres tú.” |
En mi próximo post, te mostraré un método para comenzar a afrontar este tipo de situaciones, y empezar a despejar la incógnita del “no sé qué hacer”.
“Locura es hacer la misma cosa una y otra vez esperando obtener diferentes resultados» (Albert Einstein)