Cuando todo va bien.
Imaginemos por un momento, una idílica situación laboral, en la que hemos obtenido una cierta seguridad en nuestro puesto de trabajo. Cumplimos nuestros objetivos, vivimos en un entorno agradable, y nos instalamos en una zona de relativa calma y tranquilidad.
Creemos que no hay ningún peligro que nos aceche, y nos descuidamos. Empezamos a vivir en la autocomplacencia y a pensar que las cosas nunca van a cambiar y que todo permanerá igual. Y es en ese momento, cuando empezamos a sembrar la semilla de las futuras crisis. Porque dejamos de aprender, de formarnos, de escuchar con atención, y nos dedicamos a proteger nuestro tesoro, lo poco o lo mucho que hayamos conseguido.
Sin embargo, esa seguridad que podemos sentir cuando todo va bien, es una quimera, una ilusión pasajera. Pronto comenzamos a sentir miedo. Aparece el temor a perder «eso» que tenemos y que pensamos que nos permitirá vivir toda la vida en paz y tranquilidad. A medida que el miedo comienza a ser cada vez mayor, nuestra motivación comienza a resentirse.
«Cuando todo va bien es cuando más atento tienes que estar» (Pep Guardiola) |
Nos olvidamos de seguir aprendiendo
Sólo podremos salir de ese miedo, sí estamos abiertos al aprendizaje. Cuando aprendemos, nos estamos abriendo a nuevos caminos, nuevas formas de ver y de hacer las cosas. Nos abrimos a nuevas oportunidades. La única forma de afrontar los cambios es a través de estar continuamente abiertos a la formación y el aprendizaje.
Sin embargo, lo colocamos en el último lugar de nuestras prioridades. Y de esta forma estamos cerrando las puertas para recibir nuevas ideas y nuevas formas de ver la vida. Nos encerramos en nuestro pequeño mundo y dejamos de estar abiertos para encontrar nuevas posibilidades.
Aprender es el mejor remedio, y quizás el único, contra las crisis. Sin embargo, cuando llegan las temidas crisis, entramos en pánico. El miedo nos paraliza y nos aferramos a las soluciones que ya tenemos grabadas en nuestra memoria y que ya utilizamos en el pasado. Y en muchas ocasiones, esto no sirve.
La única forma de salir de esas situaciones es buscando nuevas vías, nuevas posibilidades. Fomentando la creatividad y la imaginación, a través del aprendizaje y la apertura a nuevas ideas.
“No podemos resolver un problema desde el mismo lugar de pensamiento, en que fue creado” (A. Einstein) |
Para aprender necesitamos formarnos
La formación es el vehículo que nos conduce a adquirir nuevos conocimientos, nuevas ideas… y también nuevas experiencias.
No es casual que que las personas más activas y abiertas de mente sean aquellas que continuamente están incorporando conocimientos, o nuevas aficiones a su vida (ya sea un curso de teatro, de baile, de idiomas, o de cocina).
Del mismo modo, las empresas con mayor valoración por parte de sus empleados, son aquellas que invierten más en programas de formación de calidad. Y también las que obtienen mejores resultados y se diferencian del resto.
Hacernos responsables de la necesidad de formarnos, nos hace más responsables de nuestra vida y de lo que sucede en ella.
“La soberanía de las personas está oculta en la dimensión de su conocimiento” (F. Bacon) |
Los Secretos – «Aprendiendo a soñar»