Cuando la vulnerabilidad hace acto de presencia
Algo no va bien…
Probablemente no haya nadie en este país que no recuerde a Andrés Iniesta. Ese futbolista manchego que el 11 de julio de 2010 nos colmó de felicidad con aquel gol en Johannesburgo cuando España se alzó con la Copa del Mundo. Pero lo que quizá no todo el mundo sabe, es lo que le sucedió un año antes. Una historia donde la vulnerabilidad hizo acto de presencia de la forma más cruel.
Por aquel entonces, Iniesta ya disfrutaba de las mieles del triunfo. Era un jugador clave en su equipo, el FC Barcelona. Había ganado todo en aquella temporada de ensueño 2008-09 y marcado goles decisivos como el de Stamford Bridge. Su vida personal era estable (familia, pareja, amigos). Todo iba bien, excepto una cosa: su cabeza, su mente. Y eso tenía una repercusión en su cuerpo, convirtiéndolo en un jugador de cristal. Su fragilidad le hizo encadenar numerosas lesiones desde el final de aquella temporada.
No somos superhéroes…
Generalmente pensamos que un futbolista de élite no debería tener problemas cuando la vida le sonríe. El caso de Iniesta era la viva imagen del éxito. Lo tenía todo. Dinero, jugaba en el Barça y la Selección. Mucha gente le adoraba. Y, sin embargo, se sentía vacío. Cuando esto sucede, la pregunta es inmediata: ¿qué haces?, ¿se lo cuentas a alguien?, ¿te encierras en ti mismo?, ¿cómo superas esa situación en la que bordeas el abismo de la depresión?
Quizá, esta historia pueda parecerte muy alejada de las preocupaciones que vivimos los que no somos futbolistas de élite ni tenemos la vida resuelta. Pero, la historia de Iniesta tiene un denominador común a todos. Es una historia que le pasa a un ser humano, y a cualquiera de nosotros nos puede ocurrir lo mismo porque somos humanos. O si no, por qué hay veces en las que aparentemente todo va bien, pero tú no estás bien. O por qué muchas veces sentimos que es mejor ponernos la capa de superhéroe y no mostrar las limitaciones, debilidades, carencias o preocupaciones que vivimos cada día.
¿Cómo vemos la vulnerabilidad?
Generalmente, existe la creencia que mostrar nuestra vulnerabilidad es algo negativo, pensamos que es un hecho que nos debilita. Sin embargo, podemos cambiar esta creencia y ver la vulnerabilidad desde otro lugar. En coaching, utilizamos las distinciones, para darle un nuevo matiz a palabras, conceptos o expresiones, que nos ayuden a ver la realidad desde otro lugar. Cuando nos referimos al concepto vulnerabilidad, tenemos la posibilidad de elegir verla como una DEBILIDAD o como una FORTALEZA.
Ahora bien, da igual el entorno al que nos refiramos. Por ejemplo, en el mundo empresarial, reconocer nuestra vulnerabilidad no está bien visto. Sin embargo, cada vez hay más personas con coaches, psicólogos o terapeutas explicándoles las dificultades que viven cada día en sus trabajos donde el denominar común es la exigencia, la ansiedad y el estrés. Y no solo en el mundo empresa, también ocurre en los jóvenes, adolescentes, etc. Pero ¿qué implicaciones tiene ver la vulnerabilidad como una debilidad o un fortaleza? Te lo explico en las siguientes líneas.
Ocultar o mostrar nuestras limitaciones
Sí la vemos como una debilidad, vamos a intentar ocultar nuestras carencias y limitaciones y evitaremos pedir ayuda a los demás, porque lo veremos como un signo de debilidad que nos puede dañar. En cambio, sí la vemos como una fortaleza, no tendremos inconveniente en aceptar y mostrar nuestras limitaciones, y tampoco nos importará pedir ayuda a los demás para superar dichas limitaciones.
Esto no quiere decir, que vayas mostrando a cualquier persona tus limitaciones. Hay que elegir las personas adecuadas en las que puedes confiar para hablar de aquello que te preocupa o de tus limitaciones o problemas. Crear ese clima de confianza es imprescindible para mostrarnos vulnerables. En el caso de Iniesta, no todos sabían lo que le ocurría, sólo un círculo próximo y cercano conocía lo que le sucedía en aquella época tan oscura y difícil para el genio de Fuentealbilla.
Las emociones son diferentes
Ver la vulnerabilidad desde la debilidad, hará que aparezca la emoción del miedo, los temores y tensiones, intentando ocultar nuestras dificultades, limitaciones o carencias. Por el contrario, si la vemos como una fortaleza, hablaremos con confianza y libremente de lo que sentimos. Podremos expresar nuestras preocupaciones o aquellas cosas que nos da miedo.
Una vez más es necesario crear ese entorno de cercanía y confianza que permita expresarnos libremente y hablar de lo que nos pasa sin cortapisas es vital. Generar ese contexto de confianza en los equipos es una labor ardua, lenta y requiere mucho diálogo. Y, sobre todo, mucha escucha.
Lenguaje radicalmente distinto
Por otro lado, desde dónde vemos la vulnerabilidad tiene una consecuencia directa en el lenguaje que utilizamos. Y como ya sabemos el lenguaje crea realidades completamente diferentes que nos llevan a vivir situaciones diametralmente opuestas. Cuando vemos la vulnerabilidad como una debilidad utilizaremos expresiones del tipo: “yo puedo solo”, “no necesito nada de ti”, “no le debo nada a nadie” o “no tengo nada que agradecer”.
Sin embargo, cuando la vemos como una fortaleza, nuestras expresiones serán diferentes. Damos las gracias a los demás, porque agradecemos su ayuda cuando expresamos nuestras carencias. Y también sentimos admiración hacía las personas que nos ayudan o que también comparten sus debilidades.
La vulnerabilidad nos cierra o nos abre al aprendizaje
Si vemos la vulnerabilidad como una debilidad, nos costará admitir que necesitamos aprender, desarrollarnos o mejorar. Porque aceptar nuestra vulnerabilidad significa que implícitamente estamos reconociendo que tenemos debilidades o áreas de mejora. En tal caso, estaremos cerrados al aprendizaje, y rara vez utilizaremos expresiones como: “no se” o “necesito ayuda”. Mientras, si admitimos la vulnerabilidad como una fortaleza reconoceremos que nuestras limitaciones están ahí porque necesitamos aprender algo para crecer y evolucionar. Y utilizaremos las expresiones anteriores.
Cuando Iniesta habla de aquella época en la que abrió su corazón a determinadas personas. Una de ellas fue Inma Puig, la psicóloga con la que trabajó. El futbolista reconoce que fue una época dolorosa y difícil, pero en la que aprendió muchas cosas de la mano de esta profesional.
«Pensaba que era un superhombre y que lo aguantaría todo. Pues no. No es así. He aprendido muchísimas cosas de todo aquello. Muchísimas. Inma me ha ayudado a comprender muchas cosas o a mejorar en otras y, por encima de todo, me ha enseñado a elegir.»
Cómo percibimos el error
Por último, sí pensamos en la vulnerabilidad como una debilidad, percibiremos el error como algo muy negativo. Intentaremos ocultarlo para que nadie lo vea o se de cuenta. Y utilizaremos expresiones como: “yo nunca me equipo” o “yo siempre tengo razón”. Esto va a generar antipatía a nuestro alrededor, ya que nos verán como una persona prepotente o vanidosa y con falta de humildad.
Sin embargo, sí vemos la vulnerabilidad como una fortaleza, percibiremos el error como una oportunidad para aprender y no esconderemos los errores. Los afrontaremos con humildad. De este modo, generaremos más simpatía y comprensión en los demás, y estarán dispuestos a ayudarnos cuando se lo pidamos.
Ser humanos implica ser vulnerables
Por eso podemos concluir que RECONOCER NUESTRA VULNERABILIDAD y abrirnos a mostrarla significa:
- ACEPTAR QUE SOMOS HUMANOS,
- QUE COMO TAL, TENEMOS PUNTOS DÉBILES,
- QUE COMETEMOS ERRORES
- Y QUE PODEMOS VIVIR CON TODO ESTO DE UNA FORMA MÁS FLUIDA Y NATURAL.
- AL HACERLO CONECTAMOS MÁS CON LOS DEMÁS Y NUESTRAS RELACIONES MEJORARÁN, AL HACERLAS MÁS RICAS.
Quizá, la historia de Iniesta, que gracias a Dios acabó bien, puede ser una llamada de atención para entender que cuando estamos mal, necesitamos expresar y compartir qué nos ocurre. Mostrarnos vulnerables significa reconocer nuestra humanidad y nuestra necesidad de pedir ayuda.
“Mantenerse vulnerable es un riesgo que tenemos que asumir si queremos experimentar la conexión.”
(Brené Brown)
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