Vivir la resiliencia
¿Podemos alcanzar la resiliencia?
En las últimas semanas, hay una palabra que comienza a escucharse con asiduidad: resiliencia. Una cualidad que todos anhelamos poseer en tiempos de adversidad. La verdad, es que es fácil decir o escribir que hay que ser resiliente o resistente, en tiempos de crisis. Pero la prueba de fuego, la vamos a vivir cada uno en nuestro día a día. Podemos buscar el ejemplo de personas que demostraron su resiliencia (Viktor Frankl, Boris Cyrulnik, James Stockdale…). Podemos lanzar recetas sobre cómo alcanzar dicha cualidad… Sin embargo, lo único realmente válido es experimentar la vida tal cual y descubrir cómo encaramos una realidad compleja y adversa, como escribe Eilene Zimmerman en sus memorias “Smacked: A Story of White-Collar Ambition, Addiction and Tragedy.”
La realidad hoy presenta múltiples manifestaciones, en cierto modo, esto siempre es así. Vivimos en un mundo en el que cada persona percibe la realidad de un modo diferente. Sin embargo, ha habido un hecho que ha modificado esa realidad. Hoy, la vida es mucho más compleja e incierta y se ha vuelto más difícil para casi todas las personas. La incertidumbre, las dudas y el miedo se han instalado entre nosotros. Y para muchos, la realidad es adversa: perdida de trabajo, de salud, de seres queridos, de dinero… La pregunta que nos hacemos es cómo abordar esta nueva realidad.
¿Qué es la resiliencia?
La resiliencia es la capacidad de recuperarse de experiencias difíciles y contratiempos, adaptarse, avanzar y, a veces, incluso experimentar crecimiento. Hoy, estamos inmersos en situaciones complejas y adversas que solemos definir como crisis o eventos traumáticos. Las crisis se caracterizan por ser impredecibles e incontrolables. Y para poder atravesarlas con éxito, dependerá, en gran parte, de cuán resistentes seamos. Hasta aquí la teoría.
Lo realmente importante es qué hacemos cuando aparece el desánimo, la negatividad y el miedo asociado a cualquier situación adversa o de crisis. Podemos aprender qué es la resiliencia y cuáles son los factores que nos hacen ser más resistentes. Sin embargo, necesitamos vivir la experiencia para saber cómo reaccionar ante esas situaciones. Y lo primero que te das cuenta en situaciones de crisis como la actual, es que no sabes qué va a suceder dentro de un día o una semana. Y mucho menos dentro de unos meses o un año. Podemos planificar y proponernos objetivos, en base a nuestros deseos, necesidades o intereses. Sin embargo, la vida hoy nos sorprende en cada paso que nos proponemos. Los objetivos, los planes, las estrategias…pasan a un segundo plano. Importa más el aquí y el ahora.
Reducir el pensamiento
Si planificamos es porque queremos tener control de lo que va a suceder. Hoy las empresas y equipos realizan planes estratégicos intentando volver a tener el control, dentro de esta “nueva normalidad”. Sin embargo, la realidad es que todos los eventos que van sucediendo, muchos de ellos imprevistos e incontrolables, provocan que tengan que modificar sus planes y estrategias. A nivel personal, sucede exactamente igual. Yo puedo hacer un plan en base a un objetivo, sin embargo, un evento inesperado puede desbaratar mi plan, y hacerme replantear todo. Por eso, necesitamos reducir el pensamiento. Centrarlo más en el presente, en lo que voy a hacer hoy.
Centrarse en el presente es algo muy complejo para el ser humano, a diferencia de lo que sucede con otros seres vivos. Nuestra mente navega la mayor parte de nuestro tiempo entre el pasado (nuestros recuerdos y experiencias vividas) y el futuro (nuestros sueños, anhelos o deseos). Pero se nos hace difícil mantener la concentración en el presente, sobre todo cuando no estamos haciendo nada o cuando estamos pensando. Por eso, para centrarnos en el presente, necesitamos hacer y resolver las cosas que están bajo nuestro control. Hay que insistir en este aspecto que nos enseñaron los filósofos estoicos: no podemos pelearnos con la realidad que nos gustaría que fuera, sino centrarnos en hacer aquello que podemos hacer y que depende exclusivamente de nosotros.
Cómo construir la resiliencia
Uno de los aspectos más esperanzadores para cualquiera de nosotros, es que la resiliencia es una cualidad que cualquier persona puede alcanzar. George Bonanno, profesor de psicología clínica en la Universidad de Columbia, descubrió en un estudio con 67 personas que sufrieron todo tipo de experiencias traumáticas, que dos tercios pudieron recuperarse y funcionar muy bien en un corto periodo de tiempo.
Los aspectos que influyen decisivamente a la hora de desarrollar esta cualidad en cualquier persona son los siguientes:
- Tener una perspectiva positiva y realista. Este el principal reto, ¿cómo ser positivo y realista cuando se está cayendo toda tu vida? Si tú tendencia es a la negatividad, necesitarás vivirla y darte cuenta sí esa negatividad te suma o te resta. Al final, la pregunta es: ¿para qué te sirve ser negativo?
- Poseer una brújula moral. Se trata de guiar tus decisiones a través de un conjunto de valores (honestidad, integridad, valentía…). Estos valores son personales e intransferibles, es decir, cada cual tendrá el suyo.
- Creer en algo más grande que uno mismo. Tener creencias religiosas o espirituales es un sostén al que agarrarse cuando las cosas se ponen negras.
- Aceptar lo que no puedes cambiar y enfocar la energía en lo que puedes cambiar. Es uno de los principios fundamentales de la filosofía estoica.
- Tener un propósito que de sentido a la situación que atraviesan. Implica sentirse comprometido con una misión significativa en la vida o con algo que les permite dar sentido a su vida.
- Sentir el apoyo de otros. Muy pocas personas resistentes lo hacen en solitario. Es fundamental tener un entorno (aunque sea mínimo) que te insufle ánimo y te escuche cuando las cosas se ponen feas.
“Resisten mejor los que confían en sí mismos; los que dominan el lenguaje para contar lo que les pasa; y tienen a alguien a quien contárselo, es decir, tener una red afectiva de familiares y amigos.”
(Boris Cyrulnik)
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