La gestión del talento en la empresa

Hace unos días leía un artículo en Linkedin, sobre la dificultad que encuentran las empresas a la hora de encontrar personas con talento. La gestión del talento se ha convertido desde hace años en una de las grandes preocupaciones de cualquier departamento de RRHH.

Sin embargo, cualquier análisis que hagamos sobre el talento, carece de sentido sí nosotros mismos no somos capaces de reconocer nuestros propios talentos. La pregunta que deberíamos hacernos a nosotros mismos es la siguiente: ¿sabemos identificar nuestros talentos?

Dificultad para identificar nuestro talento

talento

Tengo la sensación que el talento se confunde en ocasiones con el desempeño de las tareas que realizamos, y en otras lo confundimos con nuestros valores… Sin saber muy bien, ni qué es el talento, y lo que es más grave, sin saber identificarlos nosotros mismos.

Basta con lanzar este reto en una reunión con amigos, o en un grupo de trabajo, para que muchas personas comiencen a entrar en pánico. Intentan dar una respuesta sin poder identificar con claridad lo que hacen bien y disfrutan con ello.  Y que permita mejorar el rendimiento del equipo. Del mismo modo, la persona que tenemos al lado, suele ser el primero en reconocer nuestro talento antes que nosotros mismos. Además de ser mucho más certero en su apreciación. ¿Cómo es esto posible?

¿Por qué nos cuesta tanto?

Quizás, una respuesta la podemos encontrar en nuestra educación. Cuando se ponía más el foco en lo que hacíamos mal que en lo que destacábamos. Y en la necesidad de ir quemando etapas, para alcanzar un trabajo sin importar demasiado qué es lo que sucedía con nuestros deseos e ilusiones. Olvidando aquello que despertaba nuestra pasión y nos conectaba con lo mejor de nosotros.

El talento tiene que ver con un don, con algo innato. Y también con la capacidad de trabajo y el compromiso en superarnos y entrenar aquello que hacemos y que nos apasiona.

Sin olvidar un último elemento, que Malcolm Gladwell explica en su libro “Fueras de Serie”. El entorno, el contexto o una serie de circunstancias exógenas. Esto condiciona e impulsa nuestro talento, o lo estanca hasta hacerlo olvidar.

El entorno influye decisivamente

Ese contexto se compone de diferentes variables:

  • El lugar y el tiempo que vivimos.
  • La competitividad del entorno que nos impulsa a mejorar y crecer.
  • Autonomía y libertad para desarrollarlo.
  • Curiosidad y apertura para continuar aprendiendo.
  • Un líder que nos rete y ayude a descubrir y mostrar nuestro talento.
  • Y por supuesto, la confianza para creer en lo que hacemos. Una confianza que crece desde dentro. Y que se ve confirmada por aquellos que nos rodean, a través de un feedback sincero y directo.

“Quizás, el verdadero reto, antes de ver cómo es el desempeño del puesto, o comprobar un curriculum inmaculado, esté en animar a mirarnos dentro.

Identificar nuestros principales talentos, y que sepamos responder a esta cuestión: “Y tú, ¿puedes aportar algo que merezca la pena a las personas con las que vas a trabajar?”.

Desde ese autoconocimiento, podemos decidir sí mi talento va a ser aprovechado y florecerá en un puesto determinado. O simplemente se mantendrá dormido al no ser ese entorno el más adecuado para desarrollarlo.

“El talento surge cuando amas lo que haces. Se desarrolla a través del compromiso. Y se consolida en un contexto adecuado y motivante”

One headlight – The Wallflowers