¿Cómo regular la ira en los equipos?
¿Sirve de algo enfadarnos?
En los equipos hay multitud de causas que pueden activar la ira. Ser tratados injustamente por un superior, una contestación inapropiada o una discusión con un compañero, no respetar alguno de nuestros valores más importantes… Estas son sólo algunas de ellas que nos enfadan y nos sacan de nuestras casillas.
Lo importante es saber qué hacemos con la ira. La ira mal regulada puede provocar estragos en la persona que la siente, y por extensión en el equipo. Cuando la experimentamos, no razonamos de manera eficaz y eso repercute en la respuesta conductual posterior. Se activan los mecanismos de autodefensa y ello puede derivar en comportamientos agresivos, incluso llegar a la violencia.
La ira nos informa de algo importante
Cuando sentimos ira, sentimos ganas de gritar, de insultar, de pegar…pero en el fondo lo que queremos es atacar. La ira se desencadena al sentir que nuestros derechos han sido vulnerados. Tenemos la sensación de haber sido perjudicados, porque valoramos que han sido injustos con nosotros.
Cuando alguien ha atentado contra nuestros valores o nuestra libertad personal, por ejemplo, un jefe que ha sido injusto con nosotros, nos sentimos agredidos. Debido a que han traspasado una de nuestras líneas que no permitimos que se transgreda. La cuestión es qué hacemos en ese momento.
Quedarnos callados
Una de las formas de regulación de la ira más utilizadas es el control, de tal forma que los demás no perciban nuestro enfado. Sin embargo, no siempre es la forma más eficaz de hacer frente a esta emoción. Las emociones tenemos que dejarlas salir, saber expresarlas.
Si no somos capaces de expresar un enfado algo estamos haciendo mal, y nos va a hacer más daño. Hay que mostrarlo y expresarlo. O cómo decía Luis Aragonés: “Enfádate, pero enfádate lejos”.
Ser asertivos
Una comunicación asertiva nos permite expresar y decir en tiempo real qué es lo que estoy sintiendo y pensando. Asertividad es el término medio entre la sumisión, me callo y guardo mi enfado, y la agresión, estallo porque ya no puedo más y pierdo el control.
El reto consiste en transformar la ira y todas las emociones asociadas a ella, en otras emociones como el respeto, la aceptación, la tolerancia, la compasión, la solidaridad, el perdón y el amor. Aprender a regular la ira es un factor esencial para el bienestar de los equipos.
Cuando la ira se convierte en resentimiento
El problema de la ira es cuando nos quedamos colgados de esa emoción. Entonces, aparece el resentimiento, un estado de ánimo derivado de la ira, que aparece cuando una persona interpreta que ha sido víctima de una acción injusta, o que tenía un derecho moral a obtener algo que le fue negado o simplemente que merecía algo mejor de lo que obtuvo.
Cuando aparece es extremadamente corrosivo para la convivencia social de los equipos, debido al sufrimiento permanente que genera, y nos aleja de la alegría y de la felicidad. Según Nietzsche, el resentimiento nos constituye en esclavos: nos hace vivir en función de la persona con la que estamos resentidos.
¿Cómo salir del resentimiento?
El estado de ánimo de la aceptación o paz es lo que nos permite salir del mismo. Se caracteriza por aceptar la realidad tal y como es. Lo que nos permite vivir en armonía con lo que sucedió en el pasado, aunque no fuera como nos hubiera gustado.
Estamos en paz cuando aceptamos las pérdidas o los hechos que no están en nuestras manos cambiar. La aceptación “acepta” el hecho de que no podemos cambiar lo ya ocurrido. La aceptación nos coloca en la senda de la transformación del futuro. Su máxima expresión es una profunda sensación de armonía, estabilidad y serenidad.
Regular la ira es una forma de autocontrol emocional, elemento básico para desarrollar nuestra inteligencia emocional. El objetivo es dar una respuesta apropiada e inteligente, no impulsiva, para ayudarnos a enfrentar situaciones diarias que ocurren en nuestra vida.
“Quién te enfada, te domina.” (Buda)