¿Por qué hoy es más importante HACER EQUIPO? TEAM UP

Un equipo tiene un objetivo común

Los equipos se construyen cuando hay un objetivo común. Nos juntamos con otros para hacer equipo porque queremos lograr algo: ganar un partido, hacer una obra de teatro, tocar música rock o vender un producto. Hoy, el objetivo cómo sociedad es derrotar al famoso coronavirus. Y esto debería ser algo que estuviera por encima de enfrentamientos dogmáticos, posiciones ideológicas o discusiones partidistas. Por eso, todo lo que no suma, resta. Hoy la crítica destructiva no cuenta ni aporta. Pensemos que existe un propósito mayor a nosotros mismos, que sostiene este objetivo.

 

…y sigue las reglas del juego

Los equipos son equipos cuando siguen y respetan unas reglas comunes, que son necesarias para lograr el fin que se persigue. Todos sabemos de fútbol y llevamos un entrenador dentro de nosotros, pero sólo quienes son profesionales y están dentro del equipo conocen lo que es mejor. Sigamos las reglas y las indicaciones, dejemos de ser científicos, médicos o políticos con el famoso “yo hubiera hecho…”. Las cosas son como son, aceptemos las reglas del juego por el bien común. Y practiquemos eso que dicen los carteles que enmarcan nuestras oficinas o nuestras webs: valores. Hoy más que nunca la integridad, la honestidad, la coherencia y la verdad son imprescindibles. Quizá, sí nos tomaramos más en serio esto de los valores, habría más líderes que generarían más respeto y autoridad

 

Un equipo es maduro cuando sabe gestionar las emociones…

Necesitamos saber gestionar el miedo, la ira y la tristeza. Cada día sufrimos cientos de impactos emocionales. Tanto directa como indirectamente, nadie está a salvo de esta situación. Necesitamos evitar caer en la ansiedad, en el resentimiento o en la resignación. Las emociones se gestionan con inteligencia cuando las reconocemos, las aceptamos y entendemos qué mensaje o qué significan para cada uno de nosotros. Y cuando somos capaces de mantener la serenidad, es decir, tener la cabeza fría ante acontecimientos que nos desregulan emocionalmente.

 

… y realiza una comunicación responsable

Cada día tenemos una prueba de fuego: qué dejas entrar en tu mente y qué mensajes transmites. En primer lugar, saber aislarnos y protegernos del ruido mediático. Una excesiva exposición a los medios, las redes o la televisión eleva el riesgo a quedar atrapados en estados de ánimo depresivos o pensamientos negativos. Cuida que dejas entrar en tu mente. Sí lo que lees no aporta, evítalo. Y, en segundo lugar, se responsable de lo que comunicas, envías o transmites. No seas un difusor del miedo y la ira. No aporta nada y genera más frustración. Actúa con responsabilidad.

 

Un equipo libre saber utilizar el pensamiento crítico y aprende con cada situación

Tanto los equipos como las personas necesitamos saber mirarnos. Este tiempo exige de nosotros más reflexión, más análisis, más pensamiento. Debemos practicar el arte de preguntarnos a nosotros mismos, como nos enseñó Sócrates, para atrevernos a pensar por nosotros mismos, como nos enseñaron los filósofos ilustrados. ¿Qué me dice a mí lo que está sucediendo?, ¿qué puedo aprender de cada situación del día a día?, ¿todo lo que me llega es real?… Las personas y equipos que sean capaces de adquirir más aprendizajes de esta crisis, serán los que salgan más reforzados. Recordar la filosofía japonesa: no hay kaizen (mejora continua) sin hansei (periodo de reflexión)

 

Un equipo que conecta sabe cómo empatizar con otras realidades

Desde mediados de los setenta, salvo la lacra del terrorismo en los años más duros, nuestra sociedad ha vivido sin miedo. Hemos sido egoístas: pensábamos que estábamos a salvo de los males que asolaban a otros países menos afortunados que nosotros. Hoy el miedo está en la calle y se palpa en los supermercados, en las calles vacías… Se siente la tristeza y la rabia de familiares que han perdido a sus seres queridos también. Aunque tengamos la fortuna de no vernos afectados directamente, necesitamos empatizar con el dolor ajeno, sentirlo y agradecer, cada cual a su Dios o a quien crea o en lo que crea, lo afortunados que somos. Porque pese a todo, seguimos siendo muy afortunados.

 

La piedra angular para volver a ser un equipo: recuperar la confianza

En las próximas semanas la sociedad, las empresas, los equipos y las personas en particular vamos a tener un reto por delante: recuperar la confianza. Decía Mandela que “ser valiente no significa no tener miedo, sino saber conquistarlo”. Todos vamos a necesitar ganar en confianza, en seguridad interior. ¿Cómo? Respetando al virus sin entrar en histerismos ni estados de ansiedad. Confiar en la vida y aceptar la realidad tal cual es. La confianza es la piedra angular de los equipos y de las relaciones. Sin confianza no se puede construir nada duradero y estable. Necesitamos respetar y confiar unos en otros, sin miedo a enfermar o a contagiarnos. Y, también, asumir y aceptar que la vida es un riesgo: dejemos de pensar que somos los amos del Universo y que podemos elegir lo que va a suceder.

 

Coordinación, cooperación y flexibilidad

Decía Yuval Noah Harari, autor de Sapiens, que la clave para derrotar a esta pandemia era la coordinación y la cooperación entre los diferentes países, organizaciones y empresas. Se necesita liderazgo y líderes de carne y hueso, también entre nosotros. Actuar como un equipo con un objetivo único, por encima de intereses partidistas. Es hora de dejar atrás egoísmos, aunar esfuerzos y ser capaces de flexibilizar nuestros puntos de vista, dejando atrás posiciones dogmáticas y queriendo llevar la razón en todo momento. Quizá, habría que entender que todo cambia y que la vida, a veces, requiere de momentos críticos que alteran el equilibrio. Gracias a ellos, el modelo se renueva y se regenera (si, se que es duro decir esto, y que cuesta aceptarlo). Es la ley de la impermanencia, que nos afecta a TODOS, aunque prefiramos no verla ni aceptarla. Cuando aceptamos esto, nos volvemos más flexibles y tolerantes frente a la rigidez que solemos mostrar.

 

Un equipo necesita cultivar la paciencia…las personas también

Los equipos no se construyen de la noche a la mañana, pese a que vivamos en una sociedad hiperactiva llena de prisas y aceleraciones absurdas. Las soluciones a nuestros problemas más graves y complejos nunca llegan de forma inmediata. Se necesita saber aceptar el dolor y el sufrimiento, así se fortalece el carácter. Se necesita tiempo para llegar a las soluciones y aceptar vivir en esa incertidumbre. Es el precio que pagas cada vez que hay un cambio o una transformación. El parón obligatorio de estos días es una bofetada en toda regla para darnos cuenta, que a veces, parar puede ser positivo para pensar, para reflexionar, para valorar otras alternativas, para mirarnos y analizar qué estamos haciendo y, sobre todo, adónde estamos yendo. Dicen que «las cosas buenas llegan a aquellos que pueden y saben esperar», es decir, aquellos que tienen paciencia.

 

Felicidad: sí un equipo no es feliz en las cosas cotidianas, nunca lo será

Recojo una última palabra gracias a un comentario de un amigo a raíz de una publicación que hice ayer para ayudarnos a superar las crisis: la felicidad. Necesaria para atravesar tiempos adversos y difíciles, también en los equipos. ¿Cómo? Apreciando y disfrutando de las cosas cotidianas, aquellas a las que dejamos de prestar atención en nuestro día a día, por las prisas, por las obligaciones o por querer vivir en el mundo de la apariencia y de las grandes cosas. Los equipos, hoy, necesitan el humor, el buen ambiente y promover este concepto tan abstracto como difícil de definir, y que se encuentra en las pequeñas cosas: un libro, una comida, una canción…

Por todas estas razones y alguna más, hoy más que nunca necesitamos HACER EQUIPO. Trabajando cada uno de estas competencias o habilidades, podremos desarrollar cada uno de los conceptos esenciales de los equipos: conexión, compromiso, dirección y liderazgo. Porque no olvidemos, que los logros y avances más significativos de nuestra Historia, se han producido cuando los equipos han funcionado como equipos, liderados por personas de carne y hueso, lejos de la visión onírica que tenemos del liderazgo.

“El pesimista se queja del viento.

El optimista espera que cambie.

El realista ajusta las velas.”

(Guillen George Ward)

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