Perspectivismo, condición necesaria para hacer equipo
Mi circunstancia y nada más.
Hace unos minutos veía un video de ciento veinte segundos. El video era una conversación entre dos personajes público: Risto Mejide y Alaska. Y, creo, que sirve para ilustrar uno de los principales males que vive nuestra sociedad: o estás conmigo o estás contra mí. Esto provoca la famosa polarización, el extremismo y el dogmatismo sobre determinadas cuestiones que vemos en la política, pero que se traslada a otros ámbitos como la empresa, el deporte, la cultura, etc. Cuando esto sucede, difícilmente vamos a entendernos. Lo que impedirá con absoluta seguridad poder hacer equipo en cualquier ámbito de la sociedad.
Podemos encontrar el origen de este mal, en una de las enseñanzas que nos dejó Ortega y Gasset. Es conocida la cita de este filósofo español, “yo soy yo y mi circunstancia”. Entendiendo por circunstancia la realidad que nos rodea. Es el mundo en el que nos desenvolvemos, el entorno en el que desarrollamos nuestra existencia. Es lo que no soy yo, pero que me conforma y me configura (lugar de nacimiento, familia, idioma, clase social, creencias…). Y, aquí radica el problema, cuando sólo vemos nuestra circunstancia y somos incapaces de ver otras circunstancias o realidades, surge el conflicto.
Perspectivismo para reconocer otras realidades.
Ortega defendía que cada persona tenía un punto de vista sobre la vida, pero ni la realidad ni la verdad se pueden limitar a este. Es la suma de los diferentes puntos de vista lo que nos enriquece, la suma de perspectivas. Sin embargo, la realidad que nos encontramos en la sociedad actual se aleja bastante de esta visión. Idealizamos nuestro punto de vista y buscamos defender nuestra verdad por encima de otros puntos de vista.
El perspectivismo consiste en “con-vivir” y en “vivir-con” las múltiples circunstancias que se presentan en la vida, en la nuestra y en la ajena. Y este es el problema cuando comenzamos a trabajar en un equipo. Se mezclan diferentes personas con puntos de vista diametralmente distintos, que impiden que el equipo funcione como un todo. Nos bloqueamos porque no entendemos cómo el compañero pueda pensar algo tan alejado a lo que nosotros pensamos. Y como queremos resolver ese problema, buscamos la solución sencilla: está equivocado. E inferimos que es un estúpido, tonto, idiota o imbécil. Consecuencia: la relación con el otro se rompe y dejamos de verle como parte del equipo.
¿Cómo generar una buena relación con el equipo?
La intolerancia hacia otros puntos de vista nos lleva a adoptar actitudes de arrogancia y prepotencia. El enfrentamiento se convierte en un conflicto perpetuo. Y la forma de salir de esta situación es una receta basada en tres verbos: escuchar, entender y empatizar.
- Escuchar: tiene que ver con desarrollar la escucha activa. Abrir los sentidos, desactivando los sesgos y filtros que nos acompañan.
- Entender: tiene que ver con comprender otros puntos de vista. Hacer el esfuerzo mental para descubrir los razonamientos de la otra persona.
- Empatizar: tiene que ver con las emociones que se despiertan en el otro. Es la conexión emocional la que nos permite entrar en su mundo. Significa ver el mundo con la emoción del otro.
Fomentar la empatía dentro del equipo.
Conviene recordar el ejemplo de la Selección de Waterpolo que representó a España en las Olimpiadas de Barcelona 92. Aquel equipo se había comenzado a forjar cuatro años atrás, cuando se unieron dos grupos de jugadores muy diferentes. Dos grupos que no se tragaban, unos de Barcelona, otros de Madrid. Los primeros representaban la historia del waterpolo español, muy arraigado en Cataluña; los otros eran la arrogancia, la prepotencia, la chulería, la seguridad del que no se amedranta ante los rivales.
El éxito de aquel equipo no es posible entenderlo sin una palabra: empatía. Empatía para conectar con el otro, a través de lo que se podían enseñar unos a otros. Empatía para superar las diferencias y aceptar modos diferentes de entender la realidad. Y empatía para conectar a través de las dificultades que tuvieron que superar durante la etapa de preparación. Manel Estiarte, el capitán de aquella Selección y mejor jugador del mundo en aquel momento, lo explica así: “lo que nosotros (los catalanes) hicimos fue absorber ávidamente todo lo bueno de ellos, y ellos (los madrileños) absorbieron todo lo que nosotros teníamos de bueno”.
Se creó una “familia”, desapareciendo la distinción que hacía el propio capitán del equipo, entre “ellos”, los madrileños, y “nosotros”, los catalanes. Ambos grupos se convirtieron en “hermanos” que llegaron a los mayores éxitos deportivos del waterpolo español, porque entendieron que, saliendo de su mundo, y aprendiendo cosas los unos de los otros, podían ser mejores.
“Escuchar detenidamente te hace especial, pues casi nadie lo hace.”
(Ernest Hemingway)
FUENTE DE ESTE POST: LIBRO «TEAM UP. EQUIPOS CONECTADOS.»
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