La importancia de las personas adecuadas en los equipos.

La Ley Packard.

David Packard, cofundador de HP, inspiró la aparición de esta ley, que sostiene que ninguna empresa puede hacer crecer sistemáticamente sus ingresos más deprisa que su habilidad por hacerse con las personas adecuadas para implementar dicho crecimiento y aun así alcanzar la excelencia.

Esta misma ley es aplicable a equipos y personas. Cuando en un equipo existe una decreciente proporción de puestos clave cubiertos por personas adecuadas, estamos en la antesala de la destrucción de un equipo. O cuando una persona no posee las aptitudes o capacidades intelectuales o físicas para afrontar retos más exigentes, se verá abocado al fracaso.

Pero, ¿qué entendemos por personas “adecuadas”? ¿Identificamos este concepto con la posibilidad de elegir a los mejores? Y sí el equipo ya está formado, ¿cómo sabemos si estamos rodeados de personas “adecuadas”?

¿Qué es una persona adecuada?

En primer lugar, cuando trabajamos con un equipo tenemos que entender que no todo el mundo tiene el mismo nivel de motivación. La motivación es automotivación, y depende de la voluntad de cada persona para conectarse a una tarea o un proyecto, lo que permitirá activar esta competencia. Sin embargo, resulta fundamental tener personas automotivadas con el trabajo que desempeñan.

Cuando una persona está motivada con su trabajo o con el proyecto del que forma parte, se compromete y acepta responsabilidades. Una persona adecuada es una persona automotivada, comprometida y que se responsabiliza de su tarea. Ni pone excusas ni busca culpables cuando las cosas no salen bien.

Una persona adecuada no es el mejor de su puesto

En segundo lugar, podríamos pensar erróneamente, que para construir un equipo se necesitan a los mejores. Esta fue la hipótesis de trabajo que en la década de 1970 desarrolló el Dr. Raymond Meredith Belbin mientras investigaba con equipos en la Henley Business School: si queremos un equipo número uno, buscaremos equipos que estén formados por los mejores.

El Dr. Belbin descubrió a través de la observación de diferentes grupos que la compatibilidad entre las aptitudes personales y la existencia de diversas personalidades podían favorecer la formación de un buen equipo de trabajo. Por lo tanto, la clave para construir un buen equipo radica en la elección de personas capaces y diversas.

La primera persona adecuada debe ser el líder

Ayer leía un artículo sobre uno de los personajes más señalados en los últimos días, Jorge Sampaoli, actual Director Técnico de la Selección Argentina. Sin entrar a valorar la labor del entrenador argentino, el artículo refleja alguna de las cualidades que debe poseer una persona adecuada, máxime si esa persona es el líder del equipo.

  • Diversidad. Aceptar la diversidad del grupo permite escuchar y aceptar con respeto las ideas de otros, aunque difieran de las propias. Es el culmen de la inteligencia emocional y social.
  • Planificación. Sin ella, es imposible mirar a medio y largo plazo. Los grandes equipos se construyen sobre sistemas, planes de acción, etc.
  • Aprendizaje. Tener una actitud de curiosidad por aprender más, por informarte para mejorar, es lo que permite el crecimiento de las personas y equipos.
  • Humildad. Para saber reconocer nuestros defectos, debilidades y áreas de mejora, y reconocer que necesitamos seguir aprendiendo.

“El secreto de la sabiduría, del poder y del conocimiento es la humildad.” (Ernest Hemingway)