El amor y el dinero.
“Me lo dijeron mil veces, más yo nunca quise poner atención. Cuando vinieron los llantos, ya estabas muy dentro de mi corazón…» Estos primeros versos de la copla de Conchita Piquer, sirven de introducción a una de las canciones más desgarradoras de desamor de Joaquín Sabina: “Y sin embargo, te quiero”.
No voy a hablar en este post sobre el amor no correspondido. Sino de algo mucho más prosaico, y que en mi opinión es uno de los mayores peligros de la motivación laboral: las recompensas tangibles o intangibles por el trabajo realizado. O resumiendo, el dinero y el poder. Junto con el amor/sexo son los grandes movilizadores del mundo.
Recompensas tangibles e intangibles.
En demasiadas ocasiones, nos dejamos engatusar por cosas materiales que sirven para anestesiarnos en nuestros trabajos. Son las recompensas tangibles:
- Una subida de salario
- Un programa de incentivos atractivo
- Un coche de alta gama como complemento de nuestro salario
- O por cualquier recompensa económica que sirva para alegrarnos un poco nuestro día a día en el trabajo.
No voy a negar que a nadie le amarga un dulce. Este tipo de hechos supone para muchos el mayor impulso motivador para continuar en un trabajo o aceptar uno nuevo.
A veces adopta otras formas más difusas aunque no por ello menos visibles. Por ejemplo, un ascenso, con despacho incluido, que nos ayuda a inflar un poquito nuestro ego. Sentimos que tenemos más estatus o más poder para tomar decisiones y ocupar un sillón en las reuniones donde se deciden cosas importantes… Esto es lo que definiríamos como recompensas intangibles: un elogio, la influencia política, el poder, la posición, el reconocimiento público, la admiración de los demás…
En ambos casos, nos estamos refiriendo a una de las estrategias más comúnmente utilizadas en el mundo de la empresa, para motivar a los empleados. Lo que llamamos motivación extrínseca o externa, es decir, aquella motivación que está fuera de mi. Algunos se han referido a ella como “la zanahoria con la que dar de comer al asno para que siga trabajando”.
Atrapados en la motivación externa
Corremos el peligro que cuanto más nos vemos influenciados por este tipo de motivación, más difícil nos es salir de ella. Como dice la copla, “cuando llegaron los llantos ya estabas muy dentro de mi…”.
“Y este es el problema del dinero o el poder. Es difícil resistirse, como lo es resistirnos a un amor no correspondido. La cuestión está en el precio que pagamos en nuestro trabajo diario por tener este tipo de actitud motivacional.” |
Entonces empezamos a utilizar un lenguaje muy reconocible:
- “Voy a hacer esto porque me permite llevar un cierto estilo de vida”
- “Sí hago este trabajo ahora, mejoraré mi currículum”
- “Esto lo hago para que me respeten y reconozcan mis méritos”
- “Sólo lo haré si me suben el sueldo o me ascienden”.
Cuando lo que nos motiva es el dinero o el poder, entramos en una carrera desenfrenada por tener más, para mantener un estatus, un nivel de vida o una posición social.
Realmente la cuestión que hay detrás de elegir este tipo de factor motivador, es sí con “esto” podemos mantener nuestra motivación interna para continuar trabajando en un puesto cuando haya pasado el impacto cegador del “pelotazo económico” o del “subidón del ego”.
¿El dinero o el poder cubren nuestras necesidades más importantes?
Habría que preguntarse si nuestras necesidades están siendo cubiertas. Por ejemplo:
- Seguiré teniendo la libertad para poder hacer las cosas a mi modo.
- Podré mantener relaciones sanas y lograr un espíritu afiliativo.
- Continuaré formándome para ser cada vez más competente en mi trabajo.
- Afrontaré nuevos retos que me permitan crecer y desarrollarme.
- El trabajo tendrá un propósito o podré darle un sentido a lo que hago.
Cuando priorizamos el dinero o el poder, podemos obtener victorias cortoplacistas como una subida salarial o un ascenso. Y sentirnos feliz, como quien obtiene las migajas un amor no correspondido. Sin embargo, cuando al final de la canción nos decimos eso de “no debía de quererte, y sin embargo te quiero…”, algo de nuestra felicidad y bienestar se está yendo detrás de ese amor, como sucede con el dinero y el poder.
“Habría que ser lo suficientemente honesto y sincero para reconocer sí en esa carrera por lograr dinero o/y poder algo de nuestro bienestar se está yendo. Y tener la valentía para afrontar un cambio de actitud motivacional.” |
Sí nos damos cuenta….¿cómo cambiamos?
Lo verdaderamente importante es conocer cómo hacemos el cambio. Cómo podemos empezar a tener otras motivaciones, no directamente asociadas al dinero y al poder, y qué logren mantener nuestro nivel de bienestar y felicidad indemne. No es una cuestión de pensar que un buen sueldo o un ascenso no es importante. Sino darles un puesto que no sea prioritario dentro de nuestras motivaciones, y buscar algo que active nuestra motivación interior.
¿Cómo lo logramos? Buscando en el trabajo algo que realmente conecte con nuestra esencia.
- Puede ser algo que esté en coherencia con nuestros valores.
- Descubrir que nuestra tarea sirve para lograr un propósito con el que nos identificamos.
- O podría ser encontrar un trabajo que nos apasiona o nos hace fluir.
Buscar una motivación interna, que como el amor verdadero nos llene y nos permita crecer y realizarnos.
“Tenéis que encontrar qué es lo que amáis. Y esto vale tanto para vuestro trabajo como para vuestros amantes. El trabajo va a llenar gran parte de vuestra vida, y la única forma de estar realmente satisfecho es hacer lo que consideréis un trabajo genial. Y la única forma de tener un trabajo genial es amar lo que hagáis. Si aún no lo habéis encontrado, seguid buscando”. (Steve Jobs, Discurso de Stanford)