La vuelta al “cole”
El mes de septiembre es el mes de reinicio de la actividad laboral. Suele ser para muchas empresas como la vuelta al cole. Y es un mes que se caracteriza por los cambios. Las organizaciones explican a sus empleados las nuevas estrategias para lograr los nuevos retos. Suelen producirse cambios en los organigramas, la puesta en marcha de planes de acción, eventos para fomentar la motivación de los empleados…
Quizás sea el mes más importante para una de nuestras competencias más delicadas: la motivación. Es el mes en el que nos ilusionamos con el nuevo panorama que se nos presenta. O comenzamos a tener miedo ante una situación nueva que nos incomoda. O también, podemos pensar “otro año más, en un trabajo que no me gusta ni me motiva”. He de reconocer que me he visto reflejado en cada una de esas situaciones. Al final, todo se resume a dos posiciones: estoy motivado o desmotivado ante el nuevo curso laboral.
Cuando el trabajo es una vocación y cuando no lo es.
Obviamente, el primer aspecto cuando hablamos de motivación es saber sí estamos apasionados con el trabajo al que nos vamos a enfrentar durante el curso. Sí tenemos un proyecto o un reto ilusionante, y disfrutamos de nuestro trabajo, estaremos probablemente ante la situación idónea. Estaremos disfrutando de nuestra vocación, aunque tengamos que afrontar dificultades en nuestro día a día.
Sin embargo, sí nuestro trabajo no nos apasiona, ni nos divierte podemos tener un problema grave, que se verá agravado sí no se dan una serie de condiciones. Esta situación es la que viven más de un 60% de los empleados de una organización, según diferentes encuestas realizadas. Son los empleados que no están conectados ni a su tarea, ni a la empresa.
“¿Se puede hacer algo ante esta situación? ¿Necesariamente hay que cambiar de aires, buscando un trabajo más excitante? ¿Es una responsabilidad única del trabajador o el líder puede hacer algo para “motivar” a estas personas?” |
Creo que no necesariamente hay que cambiar de puesto de trabajo, aunque no estés viviendo de tu vocación. Es obvio, que no todo el mundo puede cambiar de trabajo cuando quiera, ni trabajar en aquello que le apasiona. Entre otras razones, porque muchas veces ni siquiera sabemos que es eso que nos apasiona.
Sin embargo, las condiciones en las que se desarrolla nuestro trabajo son importantes para mantener nuestra motivación en unos niveles mínimos para el desempeño de nuestra función. Y eso tiene mucho que ver con la capacidad del líder para poder extraer lo mejor de cada miembro del equipo.
La labor del líder en la motivación del equipo
Desde mi punto de vista, y por experiencia propia estos son algunos de los aspectos que más desmotivan (y motivan) a un equipo:
- La falta de justicia entre pares. Una de las cosas que más desmotiva en los equipos es la existencia de discriminaciones entre pares, cuando se utilizan criterios distintos al mérito. La meritocracia motiva, la injusticia desmotiva.
- No sentirte parte importante dentro del equipo. Sí no existe una labor específica, comenzamos a pensar que no formamos parte del equipo, y que mi labor no sirve para nada. Mantenernos ocupados en la tarea, nos aleja del chismorreo.
- Generar un clima dónde reine la vanidad frente a la humildad. En demasiadas ocasiones el ego desmesurado de algunos miembros del equipo, ya no hablemos del líder, acaba destrozando equipos. Se produce cuando uno se cree superior al resto, y llega a la autosuficiencia, sin entender que forma parte de un equipo. La vanidad nos aleja del resto, la humildad nos acerca al equipo.
- La falta de valores de equipo. Podemos pensar que esto sólo vale para adornar las oficinas con carteles corporativos. Pero lo importante es que esos valores muestren las reglas del equipo, y se vivan cada día. Serán el marco de actuación del equipo, y lo que nos hará identificarnos con la empresa o con el equipo. Es lo que nos enganchará al grupo o nos desconectará porque no estamos dispuestos a que algo transcendente para nosotros se vea agredido. Los valores son el CÓMO hacemos lo que hacemos e importan y mucho.
- No tener clara la misión ni la visión. Tiene que ver con el PARA QUÉ hacemos lo que hacemos, y adónde queremos llegar, cuál es nuestro SUEÑO o nuestro ideal dentro del equipo y de la organización en la que trabajamos. Tener claro los objetivos y para qué hacemos lo que hacemos es la base de la motivación intrínseca.
“Motivar a un equipo consiste en crear las condiciones necesarias para extraer lo mejor de cada miembro del equipo”