Los equipos en la distancia
El dilema de los erizos
¿Cómo es tú relación actual con los diferentes miembros de tu equipo o grupo de trabajo? ¿Estás más unido que antes de la pandemia? ¿Sientes que te has alejado? ¿Necesitas la cercanía de un café o una comida para limar algún asunto? ¿O sientes que la distancia te ha permitido centrarte más en tu trabajo, sin distracciones inoportunas? Conviene darnos cuenta de cuál es el funcionamiento actual de los equipos en la distancia. Y para ello, vamos a utilizar la famosa “parábola de los erizos” del filósofo Arthur Schopenhauer.
En esta parábola, el filósofo de Danzig, explicó su concepción de las relaciones humanas. Para darse calor estos animales buscan el contacto mutuo, pero en seguida tienen que separarse porque se pinchan unos a otros. Buscan siempre un punto de equilibrio entre la necesidad y la autoagresión, que nunca se alcanza. Si se acercan se harán daño, pero si se alejan, tanto más probable es que sientan la angustia y el dolor de la soledad. Algo similar nos sucede a los seres humanos.
¿Cómo están los equipos hoy?
Sin duda, más alejados. Las medidas de alejamiento social, para evitar al mínimo posible el contacto social, han dejado a muchos equipos y grupos de trabajo en sus casas. Esta medida fue recibida inicialmente por muchos, como algo realmente positivo. Quedarnos en casa, tenía una serie de ventajas que no se podían negar. Conciliación de la vida personal y laboral, mayor flexibilidad, aumento de la productividad, reducción de costes en la empresa y limitación de los desplazamientos. Seguramente, muchos pensaron, adiós al atasco mañanero y de vuelta a casa.
En esta fase, las personas nos comportamos como los erizos que se dan cuenta que estar juntos les hace daño. Cuanto más estrechas son las relaciones entre personas, más posibilidades existen de que se produzcan conflictos. Y como suele darnos pavor encarar un conflicto, aplaudimos la oportunidad que el confinamiento nos daba. Esto nos permitía alejarnos de aquellos compañeros de trabajo tóxicos o de jefes pesados que estaban continuamente encima de nosotros. Al menos, ya no teníamos que verlos en persona. Aunque la tecnología, siempre dispuesta a ayudarnos, vía Zoom o a través de cualquier otra plataforma, hizo que siguiéramos encontrándonos con ellos diariamente.
El dolor del aislamiento
Sin embargo, no todo el monte es orégano. Al poco tiempo, muchos que saludaban con algarabía el confinamiento, comenzaron a darse cuenta que eso de quedarse en casa y “tele-trabajar” durante 8 horas, tenía sus inconvenientes. La principal desventaja radica en el aislamiento que sufre el trabajador, tanto de la empresa como de las relaciones con sus propios compañeros. Hay otras desventajas como el sedentarismo, las malas posturas al trabajar, la reducción del aprendizaje, la falta de identificación con la empresa…
Y es ese aislamiento social, el que nos impele a volver a juntarnos como lo harían los erizos. Porque nuestra naturaleza social, hace que necesitemos el contacto social. No sólo en el sentido de que nos gusta la compañía de los demás, sino en el sentido profundo de que en realidad no podríamos existir sin la ayuda de los demás. Necesitamos vernos las caras, levantarnos para tomar un café con un compañero, tener una reunión presencial para captar todos los detalles, acercarnos a la persona en el momento oportuno tras mirar si es el momento oportuno para hablar o es mejor elegir otro momento…
Ganas de volver a veros
Este lema que se ha hecho famoso en las últimas semanas, a raíz de una propuesta imaginativa de un candidato a la presidencia de un equipo de fútbol, es vital instaurarlo en el día a día de los equipos. Es necesario recuperar cuanto antes ese contacto social, que hoy no tenemos. Los equipos necesitan verse y volver a estar juntos por diferentes razones.
- Recuperar a personas que tienen miedo, rabia o tristeza.
- Compartir momentos de alegría, positividad y felicidad.
- Sanar relaciones y cuidar lo más importante de los equipos: las personas.
- Restablecer y crear canales de comunicación más cercanos.
- Fomentar el juego y la creatividad.
- Salir de nuestro aislamiento y afrontar la nueva realidad.
- Pensar de forma crítica, más allá de lo que nos dicen.
- Tener una mirada sistémica del equipo para ser más eficientes.
- Participar en objetivos y propósitos compartidos.
- Gestionar y resolver conflictos cara a cara.
- Escuchar más y empatizar con los demás.
- Construir en equipo desde la sencillez y el respeto.
Es fundamental, que aceptemos las espinas de nuestros compañeros, para volver a hacer equipo. Aprendiendo a convivir con las pequeñas heridas que la relación con otras personas del equipo nos pueda producir. Al final, sólo es posible avanzar cuando las personas son capaces de confrontar diferentes ideas o puntos de vista. Y esto, es más fácil hacerlo cuando estamos cara a cara, tomándonos un café o una caña.
“Un equipo no es un grupo de personas que teletrabajan juntos.”
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