Confusión e impredecibilidad.
Como la vida, el baloncesto es confuso e impredecible. Lo que ha pasado estos días con la ÑBA, no hace más que reforzar esta idea. Muy pocos hace una semana podíamos pensar que el equipo español estaría luchando por una medalla olímpica. El sueño de lograr el oro se había convertido en una pesadilla. Parafraseando a Phil Jackson, yo también pensaba que el equipo “ya estaba en la nevera”, expresión que utilizaba para referirse cuando todo había terminado.
No es la primera vez que sucede. Esta Selección nos tiene acostumbrados a estos sobresaltos. Suele comenzar con unos inicios desalentadores, para terminar casi todos los campeonatos en los puestos más altos.
Intentar dar una explicación “desde fuera” resulta tan poco interesante como buscar las causas que provocaban nuestra desazón hace tan sólo una semana. Hay un proverbio español que sirve para explicar esto: “No es lo mismo hablar de toros que estar en el ruedo”.
Observar sin juzgar
Obviamente, no hay casualidades, y todo tiene una razón de ser o varias causas que provocan determinadas situaciones. Sin embargo, deberíamos ser muy cuidadosos a la hora de lanzar nuestras opiniones alegremente, sin estar metidos en el meollo de lo que sucede con los equipos o las personas.
“Quizás, la clave está en ver la realidad tal y como es, sin juzgar lo que sucede. Lo que vemos es sólo una interpretación de cómo vemos cada uno la realidad en la que estamos inmersos. Ni siquiera cuando interpretamos lo que nos sucede a nosotros mismos podemos estar completamente seguros que la realidad sea como nosotros pensamos que es.” |
La razón principal suele estar en que queremos que la realidad sea como nosotros queremos. Intentamos adaptarla a nuestros deseos, creencias o motivaciones. Sin embargo, una y otra vez, nos damos de bruces contra la realidad. Muchas de las cosas que pensábamos, pasado un tiempo, nos damos cuenta que no eran como preveíamos, ni como habíamos pensado.
Lo que nos mueve son nuestros sueños
Esto sucede a menudo con nuestros sueños. Nuestros sueños son la energía que nos hace levantar de la cama cada mañana. A veces lo llamamos sueños, deseos, motivaciones, anhelos o simplemente “aquello que nos pone”. Puede ser conseguir un trabajo, practicar una afición o hobby, encontrar un amor, tener una familia, o tener un cuerpo perfecto, o las vacaciones soñadas, o conseguir una medalla olímpica.
Una de las técnicas que se suele recomendar en cualquier curso de coaching o de psicología positiva, es visualizar ese sueño hecho realidad. Qué ves, qué sientes, quién está presente, qué emociones tienes, qué hay a tu alrededor… Y si es posible, se recomienda que el sueño sea lo más grande posible, al fin y al cabo, soñar es gratis. Ya sabemos el dicho: “Apunta a la luna, porque al menos, si no llegas, caerás en las estrellas”.
La segunda parte del ejercicio, es la que casi siempre se nos olvida: ponerse a trabajar en ese sueño. Para que el sueño se transforme en una visión, y posteriormente en una realidad, hay que ponerse en acción. Como decía un antiguo jugador de baloncesto: “La mayoría de los equipos tienen jugadores que quieren ganar, pero no están dispuestos a hacer lo necesario…”
Centrarnos en el aquí y el ahora
Sin embargo, creo que el secreto no está aquí. Es obvio, que sin trabajo no hay recompensa… Por mucho que el “positivismo” mal entendido, nos inunde de mensajes contradictorios y erróneos.
“Creo que la clave reside en dejar de querer que las cosas ocurran en el instante, o cuando nosotros entendemos que deberían darse. Despreocuparnos del resultado y dedicarnos a lo que sucede en el momento presente. Estar presente en el aquí y el ahora, significa centrarnos en la tarea. En lo que sabemos hacer. e Esto lo que a la larga ofrece resultados, y hace que los sueños se conviertan en realidad. Y nos aleja de la frustración cuando las cosas no salen como nosotros queremos.” |
Al final, todo es una cuestión de vivir el presente, y de tener en la cabeza presente una idea o un mantra: “esto es lo que hay”. Sostener lo que hay no significa resignarse a lo que sucede, sino simplemente entender y reconocer que “lo que está ocurriendo está ocurriendo”. Y desde ahí tomar las decisiones que creamos más acertadas, que suelen ser las que nos hacen más felices.
Perseguir el sueño
Quizás, pueda resultar contradictorio. En el fondo todo se reduce a un equilibrio entre lo que deseas, tu sueño, lo que amas. Y dejarlo ir, no obsesionarse con el resultado o con la materialización del sueño.
Perseguir el sueño es trabajar para lograrlo , sin volverse loco, despreocupándonos de él, aunque en el fondo esté ahí, latente.
Cuando nos damos cuenta y vemos «lo que está ocurriendo” descubrimos que lo importante no es el sueño en sí, sino el proceso. Lo que hacemos en cada momento, viviendo el presente. Es ahí cuando la meta se convierte en el propio camino, y todo toma más sentido. Quizás esa sea la clave del éxito de la ÑBA: vivir el presente, y disfrutar del aquí y el ahora, como lo hicieron ayer.
«Visión sin acción es sueño. Acción sin visión es pesadilla» (Proverbio Japonés)