Contratos incompletos

Este término sirve para referirnos a aquellos contratos laborales que no especifican algunas obligaciones laborales. En muchos casos, éstas resultan ser casi tan transcendentales como las que sí se detallan en el contrato.

Esto hace que en muchos trabajos exista una indefinición entre las obligaciones que aparecen reflejados en los contratos, y lo que se espera de cada empleado en el desempeño de su puesto para lograr los objetivos. Un problema que suele aparecer en todos aquellos trabajos que impliquen relaciones con otras personas.

Por ejemplo, un comercial cuando firma con una empresa, se espera de él que consiga un número de ventas X. Aunque rara vez se específica en su contrato la forma de hacerlo. No se explica cómo tiene que tratar a su cliente, ni el número de horas que tiene que emplear para lograr sus objetivos, etc.

Y aquí puede surgir un problema cuando los resultados no llegan. Un jefe puede considerar que el compromiso que está mostrando el trabajador no se ajusta a lo que deberían ser sus obligaciones “no escritas”.

Contratos más completos

Una solución sería redactar contratos más completos. Con un mayor número de cláusulas sobre cuáles son los atributos de un puesto de trabajo. Esto puede provocar que tengamos puestos cada vez más rígidos. Y debilitar uno de los factores de motivación intrínsecos: la autonomía o tener cierta discrecionalidad para hacer las cosas a nuestro modo.

En algunos puestos de trabajo, quizás esto sea posible, como en trabajos altamente sistematizados. Sin embargo, en trabajos dónde se produce una continua interacción con otras personas, resulta muy complejo establecer cómo tienen que ser las relaciones con otras personas en el ámbito de trabajo. Incluso en esos trabajos sistematizados, sí establecemos normas sobre cómo relacionarnos con nuestro entorno, puede provocar que se pierda algún factor de motivación como la generación de un buen clima laboral.

En resumen, podemos hacer contratos más completos. Pero es probable que tanto la motivación de los trabajadores como la calidad de los servicios se vea comprometida.

Incentivos para motivar

Otra medida es utilizar los incentivos para motivar a los trabajadores. Realmente con la implantación de incentivos lo que queremos es que el trabajador haga lo necesario para alcanzar los objetivos planteados.

En este caso, ya no confiamos en que siguiendo las pautas que aparecen en su contrato “incompleto” pueda cumplir con los objetivos requeridos. Es decir, perdemos la confianza en que el trabajador tenga la voluntad para hacer lo correcto y recurrimos a los incentivos.

Entonces, el trabajador puede reaccionar de dos modos. Puede darse cuenta que el incentivo es el precio que tiene que pagar por conseguir los objetivos. Y evaluar sí le conviene o no realizar un esfuerzo extra. O simplemente, actuar en función de ese incentivo, y hacer exactamente lo justo y necesario para lograr el objetivo, sin dar más.

La integridad, hacer lo correcto

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Es cierto que todas las empresas o negocios se constituyen para lograr unos objetivos. El problema radica cuando no se tiene en cuenta la forma en la que vamos a conseguir esos objetivos.

Es ahí, dónde entran en juego los valores. Uno de ellos es la integridad. Que agrupa valores como la honradez, la honestidad, la corrección, el respeto por uno mismo y por los demás… Integridad es hacer lo correcto por las razones correctas del modo correcto.

Podemos pensar, que podemos lograr los objetivos sin tener en cuenta la integridad de los profesionales. Bastaría con crear un conjunto de normas prácticas junto con un plan de incentivos.  Sin embargo, la realidad nos demuestra que no podemos.

No existe un sustituto para la integridad, que inspira a las personas a hacer un buen trabajo por el simple hecho de querer hacer un buen trabajo. La solución pasa por fomentar las relaciones de trabajo y determinados valores. A través de los cuáles la gente quiera hacer lo correcto en sus puestos de trabajo, con el fin último de cuidar la relación con sus clientes.

“La integridad del hombre se mide por su conducta, no por sus profesiones.”

(Juvenal (67-127) Poeta satírico romano.)

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