La gestión del cambio: cuando volvamos…

¿Todo cambiará?

Uno de los pasatiempos a los que se dedican en estos días los gurús de la “gestión del cambio” es a pronosticar cómo será el futuro cuando volvamos a la normalidad. Y, entre mensajes apocalípticos y futuristas, nos inoculan sus pensamientos, en base a su visión de la realidad. Los hay particularmente negativos que dibujan un panorama desolador de lo que nos espera. Y otros que prefieren aferrarse al cambio en positivo, donde la humanidad va a dar un salto de conciencia y tendremos un mundo más justo, colaborativo y donde el bien común guie todos nuestros actos.

 

Lo cierto es que no sabemos realmente lo que va a suceder, salvo algunas obviedades que todos damos por hecho, como por ejemplo, la crisis económica que nos espera. Aunque la Historia está llena de falsos profetas que se equivocaron, tanto en un sentido como en otro. Quizá, sea preferible trabajar con hechos reales que ya se están produciendo, y que tendremos que afrontar cuando nos volvamos a reencontrar. Uno de ellos, innegable, es la aparición del miedo y la ansiedad.

 

Combatir el miedo y la ansiedad

El miedo es una emoción que se produce como consecuencia de la aparición de un peligro real e inminente. Mientras que la ansiedad se experimenta ante un riesgo imaginario, posible, pero poco probable. La ansiedad tiene que ver con causas económicas, sentirse inseguro en el trabajo, perder el puesto de trabajo, etc…Es entonces cuando surgen nuestras preocupaciones. E intentamos eliminarlas buscando lo que puede ir mal y cómo evitarlas.

 

Lo cierto, es que hoy la inmensa mayoría del mundo occidental tiene una sensación de incertidumbre en todo: salud, trabajo, economía, seguridad, estudios…Y, por eso, tenemos esa ansiedad. Por otro lado, el ser humano se ha acostumbrado y necesita, al menos en occidente, esa seguridad y predictibilidad que hemos tenido durante años. Y, no nos engañemos a la mayoria nos asusta la palabra cambio. Justo lo contrario a lo que sucede en estos momentos. La cuestión es cómo aprendemos a vivir con la incertidumbre, la ansiedad y el miedo.

 

Aceptación de una nueva realidad

 

Aunque nos cueste aceptar esta realidad y cada uno tenga su propia teoría sobre lo que está sucediendo en el mundo, hay un hecho innegable, “lo que es, es”. Esta aceptación de la realidad es el primer paso para salir del miedo, la ansiedad y la incertidumbre. No podemos negar que nuestro mundo ha cambiado en un mes. Nos guste o no. Quizá, sería conveniente recurrir a la filosofía estoica para interiorizar que el mundo tiene una forma de funcionar, la mayoría de las veces, diferente a la que a nosotros nos gustaría que funcionase.

 

A partir de ahí, el trabajo consiste en pensar qué es lo que puedo hacer yo con esa nueva realidad que me ha tocado vivir. Podemos vivir enfrentados, negando la mayor. O aceptar vivir la nueva realidad, desarrollando nuevas estrategias. Y, aquí, cada uno deberá responsabilizarse de sus decisiones y de qué puede hacer. Otra vez, conviene recordar a Epicteto,Séneca o Marco Aurelio quienes nos enseñaron a distinguir entre lo qué está bajo nuestro control y lo que no. Solo deberíamos centrar nuestra atención en aquellas cosas sobre las que podemos hacer algo (actitudes, pensamientos, reacciones). Y olvidarnos de aquellas que no dependen de nosotros y que lo único que generan es preocupación y ansiedad.

 

No volvernos locos: pensar de forma crítica ante el cambio

Cuando el miedo nos invade, el pensamiento racional queda anulado. La razón se puede combatir con la razón. Pero el miedo existencial que se ha transmitido día y noche, en muchos casos de forma intencionada y deliberada, ha llevado a la irracionalidad y el absurdo. Por eso, conviene de nuevo rescatar, en la medida de lo posible el pensamiento crítico, ante un ambiente que nos invita al cambio si o si. Dudar, analizar, reflexionar, pensar sobre cada idea, mensaje o noticia acerca de todo lo que estamos recibiendo. Y, como he dicho otras veces, minimizar la exposición a noticias, medios de comunicación, redes sociales, etc… Como decía Wittgenstein: “Para vivir mejor basta a veces con pensar mejor, con clarificar determinadas distinciones conceptuales.”

 

Por ejemplo, ahora parece que cuando volvamos vamos a tener que ser una sociedad diferente, cambiando nuestros hábitos y costumbres. Esto, a parte de ser extremadamente difícil que se produzca, pone de manifiesto el mínimo conocimiento acerca del funcionamiento de los pueblos, países, organizaciones, empresas, equipos…que se caracterizan por una cultura determinada. La cultura consiste en todos esos comportamientos y hábitos que realizamos de forma automática. Y es lo más difícil de cambiar en una empresa, no digamos ya en un país. Así que parece poco creíble que un país que se caracteriza por una forma de ser determinada (por ejemplo, el nuestro por su cercanía, sociabilidad y el contacto directo entre personas) cambie de hábitos en un corto periodo de tiempo.

 

Confianza para volver a la normalidad

Lo cierto, es que enfrentarse al miedo, implica necesariamente tener confianza en uno mismo, en el otro y, por extensión, en la vida. Quizá, sea algo irracional, pero la única forma de hacer frente al miedo existencial y a la ansiedad, es viviendo con confianza. Más tarde o más temprano, tendremos que salir, encontrarnos con nuestras familias, amigos, compañeros de trabajo, clientes…Y, sólo desde la confianza en el otro, se podrá perder este miedo, en muchos casos, desproporcionado y absurdo.

 

Muchos pensarán que el miedo sólo desaparecerá cuando tengamos una vacuna. Es decir, cuando la ciencia encuentre el remedio a este virus. Sin embargo, debemos seguir viviendo. No podemos esperar a que la ciencia o el Estado nos salve de este virus, que no debemos olvidar, no es mortal para la inmensa mayoría de la población. Creo que esto es una responsabilidad personal en la que cada uno tendrá que decidir sin esperar a resolver todas las dudas y enfrentarse al cambio en un ambiente lleno de dudas. No creo que haya que actuar con temeridad, pero si con valentía, conquistando el miedo. Cada persona deberá decidir qué hace con su miedo, en medio de la incertidumbre. Y para eso necesitamos confiar en nosotros mismos (también en el otro y en la vida), a pesar de la duda.

 

Ante el cambio, necesitamos seguir conectados

Por eso, hoy más que nunca, o cuando salgamos de este confinamiento, es necesario recuperar la conexión. Y para ello, es necesario hacer gala de cualidades como la empatía, la comunicación, el respeto, la escucha, la confianza en uno mismo y en el otro. En realidad, la recuperación y el cambio real y necesario, vendrá cuando aceptemos lo que hay o lo que venga, sea lo que sea. Y tengamos el coraje y la valentía para levantarnos de nuevo y continuar.

 

Para eso es necesario volver a conectar. Y conectar implica realizar una comunicación directa, cara a cara, mostrando nuestra vulnerabilidad para conectar con otros y saber que todos estamos en la misma historia. Porque eso, reconocer nuestra debilidad y comunicar con sinceridad, transparencia y humildad, genera confianza. También saber empatizar con el dolor del otro y entender lo que vive, entendiendo las circunstancias de cada persona. Escuchando y mostrando silencio, más que dando consejos y evitando el juicio atrevido y precipitado. Y, aprender a gestionar el vaivén emocional que estamos viviendo, con serenidad y ecuanimidad, poniendo distancia y razón en todo esto.

 

“A cada momento sobrevienen accidentes que exigen tomar una decisión y es a la filosofía a quién hay que preguntar.” (Séneca)

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