¿Qué necesita un equipo para ser feliz?
La fórmula de la felicidad
Hace unos años coincidiendo con el Día Internacional de la Felicidad, Universia realizó un estudio con el objetivo de crear un índice de felicidad de los trabajadores en el mundo Iberoamericano. En España, el índice se situó en torno al 22%, el más bajo de todos los países consultados.
Sin embargo, este dato contrasta con la importancia creciente que las empresas comienzan a dar a construir equipos felices. El trabajador optimista rinde más. Los empleados felices permanecen el doble de tiempo en sus tareas, tienen un 65% más de energía y su vinculación a la empresa es mayor…
La pregunta es, ¿qué necesita un trabajador para ser feliz?, ¿qué necesita un equipo para aumentar el índice de felicidad u optimismo?
La respuesta no está sólo en la motivación
Podemos pensar que si somos capaces de cumplir con los diferentes factores de motivación –un buen salario, un buen clima laboral, un trabajo que nos gusta o que sea retador, obtener el reconocimiento de nuestros superiores, o realizar un trabajo que sirva a un propósito mayor a nosotros mismos– vamos a llegar a la ansiada felicidad.
Sin embargo, la realidad nos demuestra que no suele ser fácil, cumplir con cada uno de los factores motivacionales que activan nuestra voluntad y nos hacen ser felices en nuestro día a día, ni si quiera, teniendo el trabajo de nuestros sueños.
Hace falta algo más
Para ser felices necesitamos vivir de manera más tranquila y serena, en paz con aquellos que nos rodean, y también con nosotros mismos. La cuestión es que esto que parece sencillo es lo más difícil de conseguir por dos razones. Primero, porque nos cuesta aceptar que las cosas no son cómo nos gustaría. Segundo, porque creemos que tiene que existir una solución para cada problema, reto o desafío.
Esto provoca que el grado de frustración, insatisfacción y ansiedad sea cada vez mayor. Incluso en equipos o personas que consiguen alcanzar objetivos y retos ambiciosos, la sensación siempre es de ser insuficiente, y que con eso no alcanza para ser felices o que nuestro bienestar mejore.
¿Qué necesitamos trabajar?
En primer lugar, desarrollar la prudencia. Ésta tiene que ver con la templanza, la cautela, la moderación, y es esencial para enfrentarse a determinadas situaciones. La prudencia implica tener buen juicio y adoptar actitudes reflexivas que permitan analizar un problema o una situación compleja.
En segundo lugar, mantener la tranquilidad de ánimo. Para ello es necesario evitar caer en discusiones especulativas, huir del mundo de las opiniones infundadas o no entrar en charcos que no aportan nada. Aparentemente esto puede parecer sencillo, sin embargo, existen multitud de situaciones que trastocan nuestro equilibrio emocional y nos alejan de la anhelada tranquilidad.
Y, en tercer lugar, evitar enjuiciar. Este aspecto quizá sea el más complicado para el ser humano. Ya que es el juicio lo que nos ha permitido sobrevivir. Nuestra capacidad para poder distinguir situaciones peligrosas o amenazantes. Sin embargo, es necesario evitar juicios o lanzar opiniones que puedan perjudicarnos o alterar nuestra paz y tranquilidad. Y centrarnos en hechos que estén justificados por la observación.
“Hace falta muy poco para tener una vida feliz; esta todo dentro de ti, en tu forma de pensar.”
(Marco Aurelio)
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