Es necesario algo más que la empatía
¿Qué hacemos cuando no tragamos a una persona que forma parte de nuestro equipo?
Por lo general, les ponemos una cruz y evitamos tener cualquier tipo de relación. Sin embargo, no siempre es tan fácil, ignorar a una persona. Puede ser un colaborador directo o un jefe al que tenemos que reportar. Entonces, ¿cómo resolvemos este tipo de conflicto relacional que afecta a la comunicación del equipo?
La teoría sostiene que es necesario desarrollar la habilidad de la empatía. De hecho, parece que adquiriendo esta habilidad es posible resolver los problemas de comunicación que existen en los equipos. Pero, ¿basta solamente con desarrollar esta habilidad?, ¿se puede ser siempre empático?
La empatía como condición necesaria
La empatía se define como la capacidad genuina de ver el mundo a través de los ojos del otro. Consiste en tener la capacidad de conectar emocionalmente con la otra persona, para comprender su visión, aunque tengamos ideas diferentes.
Cuando empatizamos, conectamos emocionalmente, reconocemos y nos identificamos con las emociones de la otra persona. Aunque eso no significa que compremos sus ideas. Por lo tanto, si queremos resolver un conflicto con una persona que no piensa como nosotros, no sólo es necesario empatizar, hay que dar un paso más.
La aceptación de las ideas de otros
En el desarrollo de esta habilidad, está implícita la idea de aceptar al otro. De comprender su mundo, su mapa y su realidad. De aceptar la diversidad. Sin embargo, la pregunta del millón es: ¿estoy dispuesto a aceptar las ideas de otros?, ¿soy lo suficientemente flexible para llegar a un acuerdo con la otra persona?, ¿estoy dispuesto a modificar mis creencias o mi forma de ver la realidad?
En este punto, hay dos conceptos que marcarán la posible resolución de un conflicto: la firmeza y la flexibilidad respecto a nuestros ideales, creencias o valores. Habrá situaciones en las que podamos establecer un punto de conexión cuando ambas partes sean flexibles a la hora de modificar sus puntos de vista. Pero difícilmente se podrán resolver problemas de comunicación cuando estemos en posiciones opuestas y sin la intención de abrirnos a otras opciones.
“La clave está en saber discernir entre aquellas cosas que no queremos cambiar y aquello en lo que somos flexibles, y podemos hacer concesiones. En suma, conocernos y empatizar primero con nosotros mismos.” |
¿Cómo podemos salir de los enroques?
Una de las formas de salir de situaciones de bloqueo es revisando nuestras creencias. A veces sostenemos determinadas creencias o valores, sin ni siquiera haberlos cuestionado. ¿Son importantes?, ¿nos están ayudando a conseguir nuestros objetivos?, ¿somos más felices cuando las seguimos o cuando nos las saltamos?
Otra alternativa pasaría por la fijación de un objetivo compartido. Y priorizar esta meta común ante cualquier tipo de fricción en las relaciones por falta de sintonía o de “feeling”. En el deporte podemos encontrar numerosos ejemplos. Por ejemplo, la historia de la selección española de waterpolo a principios de los noventa, cuándo se incorporan varios jugadores madrileños a un equipo ya formado con jugadores catalanes.
Cuando la empatía no es posible
Sin embargo, hay un punto en el que la empatía no resuelve conflictos. Son situaciones en las que las creencias o los valores que están siendo agredidos, son tan importantes que nos impiden hacer concesiones o mostrarnos flexibles y empáticos. Para ello es necesario tener muy claro cuándo se están transgrediendo nuestros límites.
Un ejemplo, dónde la empatía no resolvió nada, fue el conflicto personal entre Winston Churchill (Primer Ministro Británico durante la II GM) y Lord Halifax (secretario del Foreign Office y miembro del Gabinete de Guerra). Ambos enfrentados por defender posiciones opuestas respecto a si Gran Bretaña tenía que continuar luchando durante la II GM o aceptar una paz negociada con Alemania.
«La mayor sabiduría que existe es conocerse a uno mismo» (Galileo Galilei)