Los equipos necesitan momentos rompedores
El día de la marmota
El pasado 2 de febrero se produjo el famoso acto que realizan cada año los granjeros de EEUU y Canadá, para determinar la duración del invierno. Durante el acto, y según el comportamiento de la marmota Phil, se determina si el invierno acabará pronto o durará 6 semanas más.
Más allá de la escasa efectividad del método, en los últimos años se ha popularizado enormemente este acto. En parte, debido a la conocida película de 1993 “Atrapado en el tiempo” (“Groundhog Day” en versión original – “Día de la Marmota”), en la que el actor Bill Murray revivía el mismo día una y otra vez.
Y lamentablemente, esto es lo que ocurre en la mayoría de los equipos de trabajo: se repiten las situaciones una y otra vez, se cae en determinadas rutinas que conducen a la apatía y la desmotivación. Y lo que es peor, ni si quiera se cuestiona sí lo que se hace es realmente efectivo o merece la pena.
Romper las dinámicas
Un equipo necesita momentos rompedores. Son experiencias que sobresalen de lo cotidiano. Cuando hacemos cosas diferentes, prestamos más atención. Nos preguntamos por qué estamos haciendo algo que se sale de lo habitual.
Por ejemplo, sí siempre hacemos el mismo tipo de reuniones, sí siempre ocupamos los mismos sitios o representamos el mismo papel o rol, dejamos poco espacio para crear. Necesitamos ver las cosas desde lugares diferentes, abordar distintos roles, formas de pensar y de hacer.
¿Cómo rompemos las dinámicas?
En primer lugar, potenciando nuestros sentidos. Por ejemplo, necesitamos hacer algo que ponga en marcha aquellos sentidos que no estamos acostumbrados a utilizar en nuestro día a día. Por ejemplo, puede ser jugando con nuestras manos (metodología Lego Serious Play), o agudizando nuestra escucha empática cuando nos cuentan aspectos más personales de nuestros compañeros.
En segundo lugar, creando un reto. Necesitamos activar nuestra zona de máximo aprendizaje, y eso se consigue elevando el listón, para desarrollar y potenciar nuestras habilidades. Crear desafíos que nos conduzcan a otro nivel. Por ejemplo, puede ser resolviendo un reto o enigma, o compitiendo contra otro equipo.
Y, en tercer lugar, saltándose el guion. Es decir, romper las rutinas, los hábitos establecidos. Por ejemplo, hacer una reunión en un entorno diferente al habitual, asumir diferentes roles o formas de pensamiento. Lo importante es desafiar las expectativas de la gente respecto a cómo se desarrollará esa experiencia. Se necesita sorprender a la gente.
Si quieres resultados diferentes, haz cosas diferentes en tus equipos
Si realmente un equipo desea cambios significativos, necesita afrontar riesgos y hacer cosas diferentes. Son los momentos en los que hicimos algo que se salió de lo habitual, los que recordamos. Son los momentos más transcendentes, los que todos recordamos y quedan grabados a fuego en nuestra memoria.
Si un equipo desea cambiar dinámicas establecidas, necesita dejarse sorprender, arriesgarse a hacer cosas disruptivas o rompedoras. Y lo que es más importante, entender y comprender cuál es el propósito que hay detrás de cada una de ellas.
«Locura es hacer la misma cosa una y otra vez esperando obtener diferentes resultados».
(Albert Einstein)