Equipos sin historia

¿Sólo importa el presente?

Basta comprobar cualquier manual de autoayuda para encontrar una sentencia parecida a esta: “Lo único de lo que disponemos en relación al tiempo es el presente. Porque el pasado ya no volverá y el futuro no lo tenemos asegurado”.

Ante tal afirmación, se plantea un escenario basado en el disfrute del presente, en “el aquí y el ahora”, que ha dado pie a tendencias de moda como el “mindfulness” o la “meditación” u otros enfoques más prosaicos como un “hedonismo” mal entendido.

Sin embargo, siendo cierta esta sentencia y aceptando la importancia del “aquí y ahora”, y aprender a no perdernos en el pasado, o en la ilusión o la preocupación por un futuro incierto, es necesario no menospreciar nuestra historia.

Una lección olvidada

una lección olvidadaEn el libro de Guillermo Altares, se nos recuerda la importancia de acudir al pasado para rescatar historias olvidadas que nos ayuden a entender mejor quiénes somos y por qué estamos cómo estamos. Bucear en la historia siempre nos ofrece respuestas, analizar qué pasó es vital para entender el presente. Y esto es válido también en el ámbito de las empresas, y más en concreto para los equipos de trabajo.

Un equipo no puede comprender su realidad actual sin escrutar su pasado: quiénes fueron sus miembros, qué aportaron los líderes que tuvieron, cómo se comportaron ante determinados hechos, qué aprendieron y qué pasaron por alto…

Aprender a valorar el pasado

Es cierto, que la realidad ha cambiado, que vivimos en tiempos de profundas y veloces transformaciones. Sin embargo, las dificultades que afrontan hoy los equipos o empresas, siguen siendo muy parecidas a las de hace años.

Emociones que se ocultan, pero están presentes en cualquier conversación de pasillo; conflictos que se mantienen o agravan porque da pavor entrar en ellos; el insoportable ruido de la desmotivación, la apatía y la desgana, del que se hace oídos sordos; y una profunda insatisfacción y pérdida de bienestar o felicidad que ni siquiera los buenos resultados son capaces de ocultar.

Desafortunadamente tendemos a sobredimensionar lo que nos ocurre en el presente sin pensar, porque lo hemos olvidado, o porque no lo hemos vivido, lo que ocurría en el pasado. Ahora, que muchos hablan de la revolución de los millennials, me pregunto lo que pensaría un trabajador tradicional en la revolución hyppie de finales de los 60…

¿Cómo se resuelve el presente?

Aprendiendo del pasado. De lo que se hizo, y lo más importante, de lo que no se hizo. Porque algunas cosas que no se hicieron, son la semilla de los actuales problemas. La valentía para afrontar decisiones, y la creatividad e innovación para hacer cosas que nuestra mente descarta porque no son racionales, son la respuesta a muchas de las necesidades actuales. Y eso está en los libros de historia, y en los hitos de los equipos que impulsaron a las mejores empresas.

El miedo al conflicto no se combate con más miedo o con paños calientes; se combate propiciando debates intensos y conflictivos. La falta de motivación de los equipos, no se resuelve con políticas motivacionales como una fiesta, una cena o subiendo sueldos; se trabaja estableciendo unas condiciones que permitan poner en marcha la voluntad del equipo para hacer cosas que enganchen, o generando proyectos que nos motiven o reten. Normalizar las emociones en el ámbito laboral, no se produce solamente con cursos sobre inteligencia emocional o charlas de gurús como D. Goleman; sino creando un clima de confianza dentro del equipo que permita perder el miedo a hablar sobre lo que nos pasa cuando alguien nos pisa o se ríe de una de nuestras ideas.

La confianza, el debate y la creación de proyectos o retos atractivos son algunos de los elementos que impulsan a los equipos, y por extensión a las empresas, como la historia nos ha enseñado en repetidas ocasiones. Johnson&Johnson, Virgin o Apple son algunos ejemplos que sirven para ilustrar como estos elementos fueron clave para el desarrollo de estas empresas.

“Quien olvida su historia, está condenado a repetirla.” (Cicerón)

Glory Days – Bruce Springsteen