¿Y sí hablamos de lo que nunca hablamos?

Hace unos años escuché decir a Guardiola las siguientes palabras: No podemos mirarnos siempre en el espejo y decir lo buenos que somos. Cuando las cosas van bien es cuando hay que estar más atento. El miedo a perder es la razón fundamental para competir bien”. Tres frases que servían para alertar al equipo de uno de los principales males: la complacencia.

“A veces nos encontramos con equipos, dónde todo parece que marcha bien.

El “buen rollismo” invade el ambiente, apenas hay discusiones y parece que todo el mundo está de acuerdo en todo.

Es en ese tipo de equipos dónde hay que estar más atentos a lo que ocurre realmente.”

Patrick Lencioni, en Las Cinco Disfunciones de un Equipo, lo denomina “armonía artificial o fingida”. Detrás de ella se suelen esconder puntos de vista diferentes, que cuando no se expresan, traen consigo una sensación de “falsa calma”. Esto permite encubrir tensiones que tarde o temprano acaban saliendo a la luz.

Normalmente, detrás de esas situaciones existen luchas de poder o conversaciones atascadas sobre temas “inconversables”. Pueden ser expectativas no satisfechas, necesidades no cubiertas, egos enfrentados, conductas autoritarias frente a otras sumisas…

Decirnos las cosas a la cara

Phil Jackson, el entrenador de baloncesto de la NBA con más títulos conseguidos, nos cuenta una historia que sirve para ilustrar este problema. En la primera etapa que vivió al frente de los Lakers, se produjo un enfrentamiento entre dos de sus máximas estrellas: Shaquille O´Neil y Kobe Bryant.

Tan sólo llevaba unos meses entrenando al equipo cuando sucedió un hecho que cambió al equipo. Después de una dolorosa derrota, se reunió en una sala, y en un momento determinado estalló el debate. Comenzaron a decirse las cosas que se habían callado durante años. Y que se resumía en un equipo, dónde cada jugador luchaba por imponer su ego sobre el resto.

No fue una reunión que sirviera para resolver el problema. Sin embargo, sirvió para hacer estallar una bomba que todos sabían que estaba latente, pero que nadie se atrevía a hacer estallar.

A partir de ese momento, todos tuvieron que cambiar, incluidas las máximas estrellas de aquel equipo. Todos tuvieron que aportar su granito de arena, para convertirse en un equipo. Dejaron atrás los egos y los sueños de grandeza de cada jugador. A la postre, este hecho fue una de las claves para que aquel grupo de jugadores se convirtiera en un equipo. Y finalmente acabara ganando el campeonato esa misma temporada.

El miedo al conflicto

Sin embargo, para poder llegar a esa situación de catarsis grupal, y poder decirse las cosas a la cara, hay que superar uno de los principales males que encontramos en los equipos. El miedo al debate, al conflicto.

“En la mayoría de los equipos este debate no existe.

Nos encontramos con conversaciones “prohibidas”, dónde unos adoptan un papel autoritario y otro sumiso.

Suelen ser equipos que sufren el “síndrome del día de la marmota”, dónde todo sigue igual y nunca pasa nada.”

¿Cómo podemos activar ese debate?, ¿cómo un equipo puede dejar de tener miedo a hablar? En primer lugar, hay que trabajar la confianza como sustrato fundamental sobre el que se construye un equipo. Leer post ¿Cómo se construye la confianza dentro de un equipo?.

Y también hay que desarrollar determinadas habilidades relacionadas con la Inteligencia Social o Colectiva.

“El dominio de diferentes habilidades sociales como la empatía, la comunicación no violenta o la asertividad, son la clave para desarrollar grupos de trabajo orientados al YO, transformándolos en equipos dónde prima el NOSOTROS

Lego® Serious Play® y el feedback

Una herramienta que permite mejorar la comunicación dentre de un equipo es la metodología Lego® Serious Play®. A través de diferentes ejercicios se fomenta la participación de todos los miembros de los equipos. Es una forma de abrir debates y generar un espacio de reflexión y pensamiento sobre los ejercicios realizados. Estos ejercicios están relacionados con situaciones que los equipos desean resolver.

Por otro lado, el feedback es otra herramienta que puede ayudar a abrir nuevos debates y conversaciones “prohibidas”. Un feedback sincero, directo, específico, corto…sin ambages ni edulcorantes, y sin caer en el “sincericidio”. Decir las cosas a la cara, suele ser la mejor medicina para resolver asuntos estancados. Expresar lo que sientes, aquello que normalmente nos guardamos para nosotros y que nos acaba recomiendo la cabeza, ejerce un efecto sanador. A veces, el mero hecho de expresar lo que sientes, sirve para resolver situaciones encalladas.

En esta estrategia de fomentar el debate, la figura del líder se torna clave. No tanto por tener un papel intervencionista, sino más bien por todo lo contrario. Alentar el debate de ideas, de conversaciones “delicadas”… es una de las misiones del líder. Hacer lo que hizo Phil Jackson en aquella reunión. Denunciar la situación, sacar a la luz el conflicto, y dejar que fluyera el debate, interviniendo lo menos posible en el conflicto.

No podemos mirarnos siempre en el espejo y decir lo buenos que somos.» (Pep Guardiola)

Sentémonos a hablar – Los Secretos