Buscar una razón.

Pocos podían presagiar al inicio Mundial de Fútbol de 2006, que Italia acabaría proclamándose Campeón del Mundo. Justo unas semanas antes de comenzar el Mundial, en el país transalpino había estallado uno de los mayores escándalos de corrupción en el mundo del fútbol. El prestigio del equipo italiano estaba en entredicho. Y sólo podían revertir la situación logrando el mayor éxito posible en la competición que iba a comenzar.

Su entrenador, Marcelo Lippi encendió a sus jugadores, y supo darles una razón.  La misión de ser campeones del mundo se convirtió en una motivación de carácter máximo para todos ellos. Y contra todo pronóstico acabaron ganando aquel Mundial, sin estar entre las cinco o seis selecciones favoritas al título.

¿Cómo motivar a un equipo?

En primer lugar, la razón por la cual se forman los equipos es por el interés en conseguir unos objetivos.

 “Si un equipo pierde el foco en los objetivos, el equipo deja de ser un equipo para convertirse en un grupo que persigue intereses particulares.”

Es lo que conocemos como los “reinos de Taifas”, tan comunes hoy en día dentro de las grandes organizaciones.

Lippi logró aunar la voluntad de todos sus jugadores para conseguir el mayor de los resultados posibles: ganar el Mundial. El equipo enfocó su mirada en lograr dicho objetivo, y encontraron una razón adicional: la necesidad de limpiar la imagen de corrupción que se había destapado semanas antes. Los jugadores necesitaban el reconocimiento del mundo del fútbol, para dejar de ser vistos como corruptos y mercenarios.

Ese deseo de reconocimiento, de aceptación por parte de los aficionados italianos y del resto del mundo del fútbol en general, fue lo que espoleó a esos jugadores y les unió en pos de un objetivo extraordinario.

Elementos que construyen un equipo.

Podríamos definir un largo listado de características necesarias para lograr ser un equipo: la generosidad, el entusiasmo, la responsabilidad, el compromiso, la humildad, la aceptación de las diferencias, un líder inspirador…

“Entre todos ellos, hay un elemento clave, sobre el que se edifica la construcción de un equipo: la confianza.”

La confianza es el cemento que sirve para cohesionar a un equipo, si no hay confianza no hay nada. Es la base de cualquier relación que establecemos, tanto a nivel personal, como a nivel profesional.

La confianza dentro de un equipo se manifiesta a través de la seguridad que tienen todos los componentes del equipo sobre las intenciones de sus compañeros. Cuando hay confianza en el equipo, no hay recelos, ni se escatiman esfuerzos. Pero ¿cómo se trabaja la confianza?, ¿cómo se consigue algo que todos consideran básico, pero que muy pocos equipos consiguen?

¿Cómo se construye la confianza dentro de un equipo?

El primer paso para generar confianza es mostrar nuestra vulnerabilidad. Todos tenemos debilidades y cometemos errores. Cuando reconocemos nuestras limitaciones nos mostramos tal y como somos y nos acercamos más al compañero. Así, en esos días malos, que todos tenemos, es cuando podremos recibir la ayuda del equipo, sin ni siquiera tener que pedirla.

“Reconocer la vulnerabilidad propia y manifestarla, nos conecta con la vulnerabilidad del resto de miembros del equipo, y nos hace más fuertes.”

Por eso, es necesario tener tiempo para realizar este ejercicio donde la humildad y la sinceridad sean las protagonistas. Compartir experiencias que nos humanicen y desde aquí elevar nuestro nivel de escucha, comprendiendo las necesidades de nuestros compañeros. Aquí es donde empieza a construirse un equipo, o una relación.

«Yo no creo en la motivación del equipo. Creo en la obtención de un equipo preparado para que sepa que va a tener la confianza necesaria cuando se pisa un campo. Y estar preparado para jugar un buen partido.» (Tom Landry, entrenador Dallas Cowboys)

Hinmo Mundial Italia 90