¿QUÉ PAPEL JUEGAS EN TU EQUIPO?
Transformar un grupo en un equipo
En la temporada 2004, el equipo de los Detroit Pistons se había alzado con el Campeonato de la NBA. Su entrenador, Larry Brown, había dirigido a un equipo sin grandes figuras, derrotando en la final a los poderosos L.A. Lakers con 3 figuras rutilantes (Shaquille O´Neal, Kobe Bryant y Karl Malone). L. Brown tuvo el honor de dirigir la Selección USA en los JJ.OO. de Atenas de ese verano. Pero lo que sucedió aquel verano fue la única derrota de un combinado NBA en los JJ.OO. de los últimos 30 años. ¿Por qué?
¿Cómo es posible que un equipo plagado de figuras (Lebron James, Tim Duncan, Allen Iverson…entre otros) perdieran 3 partidos con selecciones teóricamente inferiores (Puerto Rico, Lituania y Argentina)? Y, ¿cuál es la causa que permitió ganar el campeonato de la NBA a un equipo como Detroit, sin una superestrella (ninguno de aquellos jugadores campeones, participaron después en los Juegos)? La explicación es que mientras los Detroit Pistons llegaron a ser un EQUIPO, en los Juegos, L. Brown tuvo muy poco tiempo para enseñar a aquellas “superestrellas” que “el NOSOTROS es más importante que el YO”. O lo que es lo mismo, el entrenador no tuvo tiempo para transformar un grupo en un equipo. Algo que si consiguió con el equipo de la Motown.
El espíritu de equipo
Uno de los grandes objetivos de un grupo es convertirse en un EQUIPO, con mayúsculas. Algo que se traduce en la máxima: “la estrella del equipo es el equipo”. Lo que hay detrás de esta frase es estar dispuesto a sacrificar el interés personal por el bien común (materializado en alcanzar un objetivo compartido). Cuando esto sucede la palabra compromiso adquiere un significado colectivo, poniendo los objetivos del grupo por encima de los deseos personales. Cada miembro pasa a preguntarse, ¿qué puedo hacer yo para ayudar o mejorar a mi equipo?
En baloncesto se necesitan diez manos para lograr una canasta. Cada entrenador insiste a sus jugadores que compartan la bola, con independencia del rol o de la jerarquía que tenga cada jugador. En el mundo de la empresa, también debería cumplirse esta máxima. Aquí lo que se comparten son las ideas, las experiencias, el conocimiento, los problemas, los retos… Cuando en una organización fluye la información en aras a conseguir el bien común o un propósito compartido y mayor, los intereses personales pasan a un segundo plano.
Por eso, es tan importante, para cualquier organización, tener personas que hagan mejores a los equipos, no solamente contar con los mejores.
¿Para qué estás en este equipo?
En el deporte, cada jugador tiene su rol y ocupa una jerarquía en el equipo. No es cierto, que todos sean iguales, eso es una falacia, a la que más tarde o más temprano un entrenador debe enfrentarse y saber cómo gestionarla. Sin embargo, todos, desde el que juega hasta el que está en el banquillo, debe entender su contribución en el grupo: ¿para qué estás en el equipo?, ¿por qué tu trabajo es importante?
En el mundo de la empresa, sucede algo similar. La igualdad es una falacia, como tantas otras (la ausencia de conflicto, el consenso, todos nos llevamos bien…). Siempre habrá jerarquías y empleados más importantes que otros porque aportan más (por conocimiento, por experiencia, etc.) Pero es necesario que el líder sepa reconocer al no reconocido. Nada hay más perjudicial para un equipo, que sus miembros no perciban un trato justo. El líder debe ser justo y reconocer a aquellos que generalmente no se llevan los premios, las medallas o no han podido alcanzar sus objetivos. Son aquellos que hacen un trabajo en la sombra, fuera de los focos mediáticos. Son la intendencia, los que permiten que las cosas ocurran.
Preguntas incómodas para un líder
Un líder tiene dos grandes objetivos: mantener la visión hacia la que se quiere llegar y extraer lo mejor de cada miembro del equipo. Para alcanzar el segundo objetivo necesita conocer cuáles son las motivaciones y deseos que mueve a cada miembro, para tenerle enchufado o enganchado a ese objetivo mayor y compartido. Pero, ¿qué sucede cuando hay miembros dentro del grupo que hacen poco o nada para el equipo o la organización? Obviamente, su impacto acaba influyendo en el rendimiento del resto. Generalmente, porque su desmotivación, su actitud y comportamiento puede influir en los otros miembros, como una naranja podrida extiende su moho al resto de naranjas con las que está en contacto.
En ese momento, el líder debe prestar mucha atención a lo que está sucediendo y tener la honestidad de hacerse algunas preguntas incómodas:
- ¿Por qué esta persona no está contribuyendo en el equipo, la empresa o la organización?
- ¿Cuál es el impacto negativo que está produciendo en otros miembros del equipo?
- ¿Qué puedo hacer para mejorar la contribución de esta persona?
- ¿Qué puedo hacer: mover a esta persona de su actual puesto a otro que genere una contribución mayor al equipo?
- ¿Debería prescindir o dejar fuera del grupo a esta persona?
“La estrella de cada equipo de éxito es el equipo.”
(John Wooden)
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