¿Qué sucederá cuando mi equipo regrese a la oficina?

Aumentan las demandas de divorcio.

El 13 de Marzo de 2020, David regresaba a casa después de haber tomado unas cañas con los compañeros de trabajo. Lo que no se podía imaginar David, mientras conducía por la M-30 atestada de tráfico, es que ése sería el último día que tendría que ir a la oficina junto al resto de su equipo. Horas más tarde recibiría la noticia del confinamiento, que le mantendría teletrabajando en casa, junto a su pareja, Laura, durante más de dos meses. Los primeros días, ambos celebraban el confinamiento como una manera de estrechar vínculos y asentar su relación. Sin embargo, a los pocos meses del fin del confinamiento, decidieron separar sus caminos, poniendo fin a su convivencia y rompiendo la relación.

 

La historia de David y Laura es una más de las 24.000 demandas de divorcio que se registraron en el tercer trimestre de 2020. Y, probablemente, os estaréis preguntando qué tiene que ver esta historia en un blog en el que hablo de equipos, liderazgo, motivación, etc. Más allá de analizar las razones o causas de este fenómeno, conviene preguntarse qué sucederá cuando los equipos regresen a las oficinas. Porque habrá un momento, en el que se tendrá que “volver a juntar lo separado”. Y los equipos o grupos deberán volver a convivir bajo un mismo techo. ¿Sucederán en los equipos los mismos problemas de convivencia que vivieron algunas parejas durante el confinamiento?

 

Paralelismos inquietantes.

El confinamiento puso de manifiesto que, para algunas parejas, la vida en común se fundamentaba en los espacios abiertos. La relación perduraba siempre que existiera un porcentaje elevado de tiempo dedicado a la independencia de cada miembro. Poder cambiar de aires cada día, viajar, comer con compañeros y amigos, ir al gimnasio, de compras… Sin embargo, en el momento en que todo eso desapareció, muchas parejas comenzaron a sentir la presión y a cuestionar los fundamentos de su relación.

 

En paralelo, esta pandemia ha obligado a separar los equipos, al menos desde un punto de vista presencial. El distanciamiento social nos ha llevado a teletrabajar y espaciar los contactos con nuestros compañeros de trabajo. Como consecuencia, se ha virado hacia una hipercomunicación a través de múltiples plataformas. Lo cual nos permite estar más interconectados. Pero eso no significa que esa interconexión traiga consigo más vinculación y cercanía, como sostiene el filósofo de moda Byung-Chul Han. La cuestión es qué se puede hacer para que los equipos cuando vuelvan a la oficina no sufran los problemas de convivencia que vivieron algunas parejas durante el confinamiento y que supuso la ruptura y el fin de esas relaciones.

 

Conversaciones poderosas en el equipo.

Una de las principales quejas que existen en las relaciones que van a terapia de pareja es la falta de diálogo. Y esta falta de diálogo también se produce en muchas de nuestras organizaciones entre los gestores y sus subordinados. Probablemente, la vuelta a la normalidad requerirá de personas que sepan desarrollar la habilidad de la escucha. Habrá que ponerse en situación de apertura para comprender las ideas y emociones del resto de compañeros de equipo. Entender que esto que hemos vivido ha sido una historia muy diferente para cada persona. Y la adaptación a la convivencia bajo el mismo techo requerirá grandes dosis de empatía.

¿Qué sucederá cuando mi equipo regrese a la oficina?

Porque el riesgo al que tendrán que hacer frente muchos equipos será el de evitar que algún miembro se quede descolgado. Personas que les cueste volver a la convivencia, que han hecho de la soledad su hábitat de trabajo. Conocemos personas que se han sentido cómodos y seguros en sus casas, sin tener que soportar al jefe o al compañero que veían cada día. Pero ya sabemos que los equipos son como los relojes, cuando se pierde una pieza puede que todavía sean bonitos, pero ya no funcionarán igual.

 

Volver a construir la identidad del equipo.

La identidad de una persona se construye día a día. Está basada fundamentalmente en las experiencias que vamos viviendo y en nuestra capacidad para reflexionar sobre ellas extrayendo algún aprendizaje que vamos incorporando en nuestra mochila. Y en cuanto a la identidad colectiva de los equipos sucede algo similar. Obviamente, todo parte de una idea, propósito o fin, que se materializa en una visión, algo tangible a lo que aspiramos llegar a ser. Es evidente, que este año, han ocurrido muchas cosas, muchos cambios, experiencias diferentes, incertidumbre, crisis…Y, por supuesto, tanto a nivel personal, como colectivo, no somos los mismos que hace un año.

 

La pandemia, nos guste o no, nos ha cambiado. Y los equipos cuando vuelvan a la oficina tendrán que volver a preguntarse cuestiones como ¿quiénes somos?, ¿qué queremos?, ¿cuál es nuestra misión?, ¿qué propósito perseguimos?, ¿qué valores necesitamos integrar en esta nueva etapa? Necesitarán compartir vivencias en vivo y en directo, es decir en la realidad del día a día, presencialmente en cuerpo y alma. Hablarse para reconocerse y comprender quiénes son y qué quieren. Decía Blaise Pascal, que la fuente de nuestros dolores se debía a nuestra incapacidad para estar quietos y a solas en una habitación. Pues bien, los equipos para evitar sus dolores tendrán que aprender a convivir de nuevo bajo el mismo techo unos con otros.

 

“Sí no nos narramos no sabemos quiénes somos; sí no sabemos quiénes somos, no sabemos qué tenemos que hacer.”

(Javier Mazza)

 

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