Un poco de historia
En 1870, Guiseppe Garibaldi, uno de los principales líderes y artífices de la Unificación de Italia, pronunció estas palabras: “Hemos hecho Italia, ahora debemos hacernos italianos”. En 1994, Nelson Mandala, se encontraba ante un reto similar tras haber sido elegido presidente de Sudáfrica. Tenía el reto de construir un país dividido histórica, cultural y racialmente. La historia de Mandela puede servirnos como ejemplo de cómo se construye un equipo.
¿Cómo consiguió Mandela, que Sudáfrica se convirtiera en un país unido?. ¿Cómo logró conciliar a dos razas que se odiaban visceralmente desde hacía más de cincuenta años?. ¿Qué resortes hay que tocar para que grupos de personas enfrentados logren buscar puntos de encuentro en pos de un objetivo extraordinario?
El deporte como nexo de unión.
Nelson Mandela sostuvo desde sus años en prisión, el sueño de construir una nación dónde pudieran convivir dos razas enfrentadas históricamente. Para Mandela la construcción de una nueva nación pasaba por integrar en ella tanto a la clase blanca dominante (los Afrikaners) como la clase negra dominada.
Utilizó la Copa del Mundo de Rugby, disputada en Sudáfrica en 1995, para crear un sentimiento de grupo, de identidad compartida. Unió al país en torno al equipo de rugby sudafricano, los Springbok. El acertado lema que ayudó a construir ese sentimiento fue: “Un equipo, un país”.
Mandela fue capaz de fusionar todos los símbolos negativos que habían sido fuente de conflicto entre blancos y negros durante las últimas décadas. Para los Afrikaners, Mandela representaba la viva imagen del demonio, y para la comunidad negra, la camiseta verde y dorada de los Springbok era el símbolo del Apartheid que más odiaban.
Todo eso quedó atrás, cuando el día de la Final de la Copa del Mundo, entre Sudáfrica y los “All Blacks” nezeolandeses, Mandela apareció vestido con la camiseta Springbok. Era la viva imagen de la fusión entre dos símbolos negativos para ambos grupos. Creó un nuevo símbolo positivo, constructivo y bueno, que representaba un nuevo orden político y social.
Luego, el destino o la causalidad, quiso que Sudáfrica conquistara la Copa del Mundo. Estaba escrito que tenía que ser así, para que esa victoria ayudara a superar tanto odio y tanto rencor entre dos razas, y crear una nación.
“Lo relevante de esta historia es darnos cuenta de cómo Mandela “tendió la mano a todos sus enemigos” para lograr un objetivo extraordinario”. |
Liderazgo y propósito
Alguien dijo que para lograr un objetivo extraordinario se necesitan acciones extraordinarias. Y eso fue lo que hizo Mandela: relegar el ego y el espíritu de venganza, en aras a la consecución de un objetivo más grande que sus propios intereses. Prefirió ver el bien en personas, a las que el 99% de la gente habría considerado imposibles de redimir, y supo sacar lo mejor de ellos, su bondad.
Ese fue el éxito del liderazgo de Mandela. Ser cálido, amable y generoso con el enemigo, e incorporar a todos al proyecto de la nueva Sudáfrica. Dónde los blancos y los negros tuvieran los mismos derechos. Unificación y reconciliación.
“Entiendo vuestra ira. Pero si estáis construyendo una nueva Sudáfrica, debéis estar preparados para trabajar con gente que no os gusta” (N. Mandela).
Elementos clave para construir un equipo
Estas ideas que nos dejó el ejemplo de Mandela en la construcción de Sudáfrica, se pueden incorporar en las organizaciones en las que trabajamos.
“En primer lugar, buscar o crear los nexos de unión entre los componentes de un equipo. Y para eso es necesario conocer a los miembros del equipo.” |
Conocerse implica saber cómo son las personas: sus personalidades, sus motivaciones, sus aficiones, sus expectativas, sus preocupaciones.
Eso exige entrenar algunas de las cualidades que permiten mejorar la relación interpersonal en los equipos de trabajo. La empatía, la escucha, la asertividad, mejorar la comunicación… En resumen, integrar y desarrollar la inteligencia emocional del equipo.
“Y en segundo lugar, aceptar la diversidad de cada miembro del grupo, con independencia de que nos caiga bien o mal. Y ser capaz de encontrar aquellas cosas positivas que puedan aportar al grupo.” |
Este fue el verdadero éxito de Mandela. Ser capaz de aceptar lo que sucedió y con generosidad tender la mano a sus enemigo. Buscó lo positivo, mirando con esperanza al futuro. Y desde ahí supo ganarse el respeto y el cariño de todos, por ejemplo sus carceleros.
“No es necesario que me gusten los chicos del equipo, pero como su entrenador debo amarlos” (Vicent Lombardi)
La confianza
De esta forma, fue ganándose la confianza de todos los adversarios políticos. Creó el clima propicio para mejorar las relaciones interpersonales entre los diferentes grupos enfrentados. Incluso entre las gentes de raza negra, que pedían justicia por los agravios del pasado.
Al final, ambas ideas confluyen en el primer elemento básico para la construcción de un equipo de trabajo: la confianza. Y sólo se puede generar confianza, cuando el equipo se conoce bien, y supera sus miedos. Por ejemplo, para reconocer sus debilidades, sus limitaciones. Entonces comienza a crearse un verdadero espíritu de equipo. Dónde el acento se pone más en lo que nos une que en lo que nos separa. Aceptando la diversidad de los diferentes miembros del equipo.
“No es valiente el que no tiene miedo, sino el que sabe conquistarlo” (Nelson Mandela)