¿Cuántos Dembélé hay en tu equipo?

Irresponsabilidad, inmadurez, inadaptación, desmotivación…

En las últimas semanas, ha aparecido un nombre con luz propia en todas las noticias deportivas: Dembélé. Con apenas 21 años se convirtió en el fichaje más caro realizado por el FC Barcelona. Campeón del mundo con Francia el pasado verano, debería estar viviendo un sueño y disfrutando de su profesión en uno de los grandes clubes del fútbol mundial. Sin embargo, la inmadurez y la falta de responsabilidad le ha llevado a ser portada de los diarios por su falta de disciplina. Unos critican su indisciplina y ven bien el castigo como modo de reconducir la situación. Otros piensan que apartar al jugador y castigarle, es hundirle un poco más. La cuestión es cómo recuperar a este jugador, para integrarlo en la dinámica del equipo. Ahora, piensa en tu equipo o en tu empresa, y seguro que puedes identificar unos cuántos Dembélé. Personas irresponsables, con falta de madurez, que descuidan sus obligaciones, que se encuentran desmotivados e inadaptados… Y que muestran una alarmante falta de compromiso con su trabajo, y por extensión con su equipo y empresa.

¿Qué hacemos con ellos?

Decía Jorge Valdano, que los genios son unos incomprendidos, y cómo tal hay que tratarles de un modo diferente. Es posible que en el mundo del deporte sea así. Sin embargo, en el mundo de la empresa, es más difícil justificar ciertas actitudes, salvo que estés en un departamento creativo, dónde las reglas son diferentes. El castigo rara vez soluciona algo. Más bien, desmotiva aún más. Basta con ver los resultados posteriores a las evaluaciones de desempeño de aquellas personas que salen señaladas. Las emociones de signo negativo toman el control, y difícilmente el susodicho lograr remontar la situación.

¿Merecen estar en el autobús?

Acudiendo a Jim Collins y su acertada pregunta de “¿a quién montamos en el autobús?”, en alusión a quiénes deberían formar parte de un equipo, sólo las «personas adecuadas» podrían subirse. Una persona adecuada es justo lo contrario a los Dembélé. Son personas responsables, auto-motivadas, orientadas al logro, que aceptan los desafíos y son conscientes de sus obligaciones. Desafortunadamente, no todas las personas que forman parte de un equipo son así. La cuestión, es qué hacemos con ellas. Y aunque cueste aceptarlo, habrá un momento en que lamentablemente deberán dejar el sitio libre, si queremos que el equipo funcione.

La decisión del cambio recae en los Dembélé

Quizá, una de las frases más inteligentes que he escuchado con respecto a este tema, la pronunció Xesco Espar, exentrenador de balonmano del FC Barcelona. Dijo: “la pregunta que habría que hacerle es ¿tú qué quieres realmente?”. Aquí está la clave del cambio de actitud. Podemos sentarnos a hablar con una persona “inadecuada”. Podemos empatizar con su situación, comprender qué le está sucediendo, qué emociones puede estar viviendo, mostrarle que determinadas actitudes y comportamientos no son tolerables dentro de un equipo, indicarle cuál es el camino. Pero si esa persona no quiere cambiar, o no puede, o no sabe, cualquier esfuerzo será baldío. Ningún miembro de un equipo puede estar por encima del resto, y saltarse las normas o reglas del grupo. Si una persona quiere pertenecer al equipo, deberá seguir unas reglas de comportamiento. Si una persona no sabe responder a esa pregunta que hacía Xesco Espar, es probable que no sea una persona adecuada para ese equipo.

“Un equipo es como un buen reloj: sí se pierde una pieza todavía es bonito, pero ya no funciona igual.” (Ruud Gullit)