El teletrabajo en los equipos: un nuevo reto

Adaptarse al teletrabajo…

En el post de la semana pasada, hablaba de la importancia de la adaptación ante la nueva situación que viven las empresas, equipos y personas. El TELETRABAJO se ha convertido para muchos en una nueva realidad a la que hay que adaptarse. Voy a contar una historia basada en hechos reales que tiene relación con el teletrabajo. La historia comienza con un equipo cuyos miembros tenían la posibilidad de trabajar en remoto, debido a su necesidad de moverse continuamente. Así cuando no podían acudir a la oficina se conectaban desde cualquier lugar y a cualquier hora, para resolver determinadas situaciones o incidencias.

 

Casi todos alababan las virtudes de esta modalidad. En primer lugar, porque podían trabajar cómodamente desde casa, sin que nadie les molestara. De este modo, estaban más centrados en la tarea, lo que les permitía ser más productivos y rendir más. En segundo lugar, porque les permitía conciliar su vida profesional con la personal. Además, tenían la posibilidad de disminuir el número de desplazamientos a la oficina, lo que les ahorraba unos cuantos atascos. Incluso, alguno abogaba por dar continuidad a esta modalidad, sin necesidad de aparecer por la oficina más que en días y ocasiones puntuales.

 

O la muerte del equipo

Claro, no todos estaban de acuerdo o veían tales ventajas. Unos decían que no podían desconectar del trabajo, ya que su casa se había convertido en su oficina. Otros decían que cuando llegaban sus hijos del cole, ya no podían conectarse. A otros les costaba contestar los mails porque preferían el cara a cara para resolver los temas. Y, casi todos, echaban de menos el café de la mañana con el compañero o las comidas en las que comentaban los chascarrillos de la empresa. De hecho, muchos llegaron a tener una sensación de soledad y de falta de vínculos con sus compañeros.

 

De esta forma, cada miembro del equipo fue alejándose poco a poco. Los incondicionales del teletrabajo se comenzaron a preguntar el para qué ir a la oficina, sí podían resolver los temas en remoto. Mientras que los que preferían el contacto diario con sus compañeros, se fueron encontrando con que las interacciones cada vez eran menores. Cada miembro del equipo iba a su bola y, como consecuencia de ello, el espíritu de equipo o sensación de comunidad desapareció. Realmente, seguía existiendo un grupo de trabajo, pero todos los aspectos que dan lugar a un equipo y/o hacer equipo se fueron perdiendo.

 

Hoy se impone la necesidad del teletrabajo

 

La situación creada por el COVID-19 ha llevado a las empresas y organizaciones a potenciar el teletrabajo como solución de emergencia. Según un informe de Caixabank, sostiene que el 32,6% de empleados “podría potencialmente” llevar a cabo su trabajo en remoto. Algo que contrasta con la realidad que vivíamos en 2019, donde solo un 8,3% de los ocupados en España tenían la posibilidad de trabajar desde su domicilio, ya fuera habitualmente o de forma ocasional.

 

Por eso, ante la necesidad que se ha impuesto, convendría ni idealizar ni demonizar esta modalidad. Existen ventajas innegables tanto para la empresa como para el trabajador. Por ejemplo, para una empresa u organización se reduce el riesgo de accidentes laborales y se ahorran costes. Mientras que para el trabajador permite conciliar la vida profesional y personal y se producen ahorros en tiempo y dinero por desplazamientos físicos. Sin embargo, es necesario establecer unos límites o no perder de vista aspectos esenciales si queremos mantener la idea de equipo o cómo hacer equipo, que recordemos son los que dan vida y logran los objetivos de cualquier empresa u organización.

 

El teletrabajo no sólo debe orientarse a resultados

Una de las claves del éxito de la comunicación en los equipos está en fomentar la interacción continua entre los diferentes miembros del equipo. Por ejemplo, Greg Popovich, entrenador de los San Antonio Spurs, propiciaba debates entre sus jugadores sobre temas que no tenían nada que ver con el baloncesto. Podía lanzar debates sobre la tenencia de armas o el racismo en EEUU. El objetivo que perseguía era crear espacios para que sus jugadores se conocieran, apreciaran distintas formas de ver la vida y fomentar en ellos el pensamiento crítico y la reflexión.

 

Hoy es más necesario que nunca, mantener el contacto, la CONEXIÓN EMOCIONAL. Porque el teletrabajo nos aleja, nos distancia, dejamos de tener el contacto directo, cara a cara, fundamental para generar vínculos. Es a través de estos vínculos dónde se genera el espíritu de equipo o la sensación de comunidad. Y esto se logra con la experiencia del día a día (con cafés, reuniones formales o informales, comidas, eventos, cenas, fiestas, etc…) Por eso, no deberíamos caer en el error de volvernos “teletrabajadores virtuales 24x7x365”. Es necesario, mantener el contacto directo. Los equipos no deberían de dejar de verse. Y sí las circunstancias lo impiden, propiciar reuniones virtuales dónde el equipo pueda hablar para compartir experiencias, no estrictamente relacionadas con la actividad laboral o la consecución de resultados.

 

No todos nos comportamos igual ante la cámara

Los equipos están formados por personalidades muy dispares. La personalidad da lugar a la existencia de múltiples comportamientos. De este modo, según sea nuestra personalidad, nos adaptaremos mejor o peor a la modalidad del teletrabajo. Por eso, hay que estar muy atento con la reacción que tiene cada miembro del equipo. Una responsabilidad que debe recaer sobre el líder o responsable del equipo. Porque el teletrabajo no consiste solamente en conectarnos a una reunión virtual, sino cómo comunicar, cómo motivar, cómo liderar… en la distancia, a través de los diferentes medios que la tecnología pone a nuestra disposición. Pongamos algunos ejemplos.

 

  • Las personas que tengan comportamientos orientados a mantener relaciones sociales tendrán más dificultades con esta nueva modalidad. Debido a su necesidad de establecer lazos y vínculos sociales, le costará soportar el distanciamiento y ajustarse a un medio más frío. Sin embargo, su capacidad para conectar con la gente hará que tomen la iniciativa para propiciar más encuentros virtuales.

 

  • Por otro lado, las personas que tengan un comportamiento orientado al pensamiento, al análisis, a la reflexión llevarán mejor el teletrabajo, debido a que tendrán más tiempo para ellos mismos y no tendrán las distracciones de una oficina. Sin embargo, habrá que tener cuidado para que no se queden aislados en su mundo.

 

  • Mientras que aquellas personas con un comportamiento orientado a la acción (hacer cosas, tomar la iniciativa) buscarán adaptarse cuanto antes a la nueva situación. Unos buscarán hacer cosas de una forma rápida y querrán tener todo controlado, mientras que otros necesitarán tener un plan de acción para tener una guía y no perderse.

 

La gestión correcta del teletrabajo

Por esta razón, convendría que los líderes y responsables de equipo hicieran una correcta gestión del teletrabajo, entendiendo cómo se comporta cada miembro del equipo. El objetivo del teletrabajo no debería ser la alternativa al trabajo realizado presencialmente, sino un complemento. El reto está en cómo gestionar esta modalidad para que las relaciones o los vínculos que generan el espíritu no se deterioren. Y para ello es necesario estar atento a cada persona: sus necesidades, sus emociones, sus inquietudes, etc…

En un entorno de teletrabajo, habría que ser mucho más sensible a cómo nos comunicamos con el equipo.  Fomentar la participación, elevar el número de interacciones o practicar la escucha empática. Y, sobre todo, poner el foco en  las necesidades emocionales de cada miembro del equipo.

 

«Los hombres sabios hablan porque tienen algo que decir; los necios porque tienen que decir algo.»

(Platón)

 

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