Oír lo nunca oído
En el libro “Once Anillos”, de Phil Jackson ex-entrenador de baloncesto de los Bulls y los Lakers, podemos encontrar el siguiente cuento.
La historia es la de un joven príncipe a quien su padre envía a estudiar con un gran maestro chino la forma de convertirse en un buen gobernante. La primera tarea que el maestro le encargó consistió en pasar un año a solas en el bosque. Cuando el príncipe regresó, el maestro le pidió que describiera lo que había oído y el joven repuso: “Oí el canto de cuclillos, el frufrú de las hojas, el aleteo de los colibríes, el chirrido de los grillos, el soplido de la hierba, el zumbido de las abejas y el susurro y el grito del viento. Cuando el príncipe terminó de hablar, el maestro le aconsejó que regresara al bosque y estuviese atento a otros sonidos que pudiera percibir. Por lo tanto, el príncipe regresó a la arboleda y allí estuvo varios días con sus noche preguntándose a qué se refería el maestro. Una mañana comenzó a detectar tenues sonidos que jamás había percibido. A su regreso, el príncipe comunicó al maestro: “Cuando presté más atención, oí lo nunca oído: el sonido de las flores cuando se abren, el sonido del sol calentando la tierra y el sonido de la hierba libando el rocío matinal”. El maestro asistió: “Oír lo nunca oído es una disciplina necesaria para convertirse en buen gobernante. Sólo cuando se aprende a prestar atención a los corazones de las personas, a oír los sentimientos que no comunican con la palabra, los dolores sin expresar y las quejas no habladas, el gobernante puede albergar la esperanza de inspirar confianza al pueblo, comprender si algo está mal y satisfacer las necesidad verdaderas de los ciudadanos”. |
Lo que hay detrás de lo evidente
«Oír lo nunca oído» es descubrir lo que hay detrás de lo evidente. Ver la segunda lectura, ir a lo profundo.
Solemos quedarnos con la primera historia que nos cuentan. Y es probable que nos estemos perdiendo una parte importante de la historia. Quizás la que nos dará la clave para comprender por qué suceden las cosas.
Sí queremos aprender de verdad, tenemos que agudizar los sentidos. Ir más allá de lo que las primeras apariencias o impresiones nos muestran. Tenemos que ser capaces de descubrir qué hay detrás de lo que se nos revela en primera instancia.
En el proceso de autoconocimiento, de autogestión emocional o de automotivación de una persona sucede algo parecido. También cuando observamos a un equipo. Tenemos que estar pendientes de las “segundas o terceras jugadas”. Por ejemplo, en el baloncesto es tan importante la colocación de los jugadores, cuando un tiro se falla, como el propio tiro. Debido a que dicha colocación permitirá coger el rebote y tener opción a una segunda jugada. Del mismo modo, la clave no está en el momento del tiro, sino en todo el trabajo que ha habido previamente, para que un jugador pueda efectuar un tiro cómodo.
Estar atento a los detalles
Necesitamos estar atento a los sonidos que se producen en la periferia de nuestra actividad principal. Para descifrar la realidad es necesario acudir a los detalles.
«Por la falta de un clavo se perdió la herradura, por la falta de una herradura se perdió el caballo, por la falta de un caballo se perdió el jinete, por la falta de un jinete se perdió el mensaje, por la falta de un mensaje se perdió la batalla, por la falta de una batalla se perdió el reino, y todo por la falta del clavo de una herradura”. |
A veces esos detalles surgen de los lugares más inverosímiles. Eso que nunca has oído puede surgir del inconsciente. Y una forma de identificar esos sonidos es a través de la intuición. Todos en algún momento, hemos tenido una corazonada o una intuición. Algo que surgía de nuestro interior, y nos permitía saber con certeza que algo se iba a producir.
Atención plena
Desarrollar esta cualidad de “oír lo nunca oído” es consecuencia de un proceso de “atención plena”. Las técnicas de concentración como mindfulness o la meditación tradicional, permiten desarrollar esta cualidad para «vivir el aquí y el ahora».
“Sin embargo, todo esto puede sonar a receta mágica e instantánea para resolver problemas. La clave está en realizar un proceso sostenido y prolongado en el tiempo, y trabajar sobre las cuatro dimensiones del ser humano: la física, la emocional, la mental y la espiritual.” |
Cuando se trabajan estas cuatro dimensiones, estamos más preparados para comenzar a escuchar esos sonidos. Entonces podemos desarrollar nuestra intuición y leer las “segundas o terceras” jugadas dentro de un partido. Este enfoque fue el que Phil Jackson comenzó a implantar en los Chicago Bulls, cuando se alzaron con el primer título de la NBA en 1991.
Obviamente, no ganaron el primer anillo solo porque utilizaran la meditación. O porque los jugadores leyeran algunos libros que recomendaba el entrenador para su desarrollo intelectual o personal… Y tampoco lo hicieron porque tuvieran el jugador más importante de todos los tiempos, Michael Jordan. Hay que ir un poco más allá.
“Oír lo nunca oído” es prestar atención a todos los detalles que permitieron que ese grupo de jugadores terminara transformándose en un equipo. El peligro está en quedarnos con lo primero que escuchamos o con quedarnos con la primera historia que nos cuenten. Ese es el peligro, oír lo que siempre oímos.
“La vida es aquello que te va sucediendo mientras te empeñas en hacer otros planes” (John Lennon)