¿Cuándo es importante un coach personal? (Segunda parte)

La semana pasada comenzamos a explicar las razones por las que es importante contar con un coach personal y cúando es importante contratarlo. Continuamos con este post. ¿Empezamos?

Un coach personal te ayuda a conocerte más y mejor

Cuando una persona inicia un proceso de coaching suele estar pasando por momentos de bloqueo, o simplemente está perdido. En esos momentos, la labor del coach personal es fundamental, para ayudarle a centrarse, buscando que la persona inicie un proceso de conocimiento de uno mismo.

Este proceso, no es rápido, ni sencillo. Requiere tiempo, y la forma de hacerlo, es a través de preguntas. Cuestionando aspectos que tienen que ver con sus capacidades, sus talentos, sus valores, sus debilidades, sus creencias… Y ayudándole a entender sus emociones: que sepa reconocerlas, aceptarlas y gestionarlas. Daniel Goleman lo denominó Conciencia de uno mismo y Autogestión emocional respectivamente. Los dos primeros pilares de la Inteligencia Emocional.

La motivación aparece cuando descubrimos nuestro proyecto

Sin embargo, un proceso de coaching no sólo consiste en profundizar en nuestro conocimiento personal. El objetivo fundamental es el logro de un objetivo. De algo que realmente se desee para mejorar nuestro bienestar. Puede ser encontrar un nuevo trabajo o mejorar la situación que estoy viviendo en el actual, encontrando nuevos alicientes o cambiando de actitud. En mi caso, rompí la baraja, y decidí comenzar de cero, buscando algo que realmente me apasionara. Alguno puede pensar que fue valentía. En mi opinión, creo que estuvo más cerca de la temeridad y la inconsciencia.

coach personalEn cualquier caso, el alcance y la profundidad de los cambios lo determina la persona que vive el proceso de coaching. Mi objetivo tenía que ver con encontrar un proyecto profesional con el que disfrutara. Es decir, un trabajo que me gustará. Descubrirlo me permitió encontrar un propósito que da sentido a mi vida. Fue entonces cuando se activó definitivamente la motivación, y cuando comencé a liderar mi vida, marcando los objetivos que realmente deseaba. Ahora bien, la pregunta que habría que hacerse antes de embarcarse en un proceso de coaching, es qué se necesita.

Primero, compromiso con el proceso.

Si no estás dispuesto a hacer los esfuerzos y sacrificios necesarios, quizá lo mejor sea no embarcarse en este tipo de aventura. Cualquier objetivo que se plantee en un proceso de coaching, por pequeño que sea, exigirá compromiso. Requerirá hacer algún tipo de cambio, y eso generará incomodidad.

No te dejes engañar por publicidad engañosa y mensajes simplones que inundan las redes sociales. Los cambios cuestan y son incómodos. Si quieres algo, vete a por ello, y haz lo que tengas que hacer. Pero no marees, ni te engañes.

Segundo, un coach personal trabaja la paciencia y perseverancia.

Cuando lo que se desea es realmente importante o grande, se requiere tiempo y constancia. Porque nada importante se ha logrado sin paciencia, y es lo que antes solemos perder. Y porque la clave del éxito, casi siempre la da la perseverancia, que es el esfuerzo mantenido en el tiempo.

Puedes aplicar el famoso cuento del bambú japonés: durante los seis primeros años la planta del bambú apenas crece, y no es hasta el séptimo año cuando ves los resultados. O la frase de Jacob Riis del “picapedrero”: puedes estar 100 veces golpeando una piedra sin que pase nada, y será en el golpe 101 cuando se rompa, y la causa no será el golpe 101 sino los 100 anteriores.

Tercero, valentía y curiosidad para abrir nuevos caminos.

La consecución de objetivos no se produce siguiendo una línea recta. Hay múltiples caminos, y cada uno debe elegir el suyo. Y sea cual sea, tendrás que arriesgar y tener la valentía necesaria para cuestionarte determinadas creencias y formas de hacer las cosas.

Un proceso de coaching es ante todo un proceso de cuestionamiento de creencias y cambio de hábitos. Los avances se producen cuando se superan creencias que nos limitaban. Ahí está la clave. La dificultad estriba justamente en romper estas creencias. Porque en muchas ocasiones, ni siquiera somos conscientes de ellas. Están instaladas como programas de software en nuestro cerebro, y condicionan nuestras acciones y comportamientos.

Y, por último, resiliencia.

Sí tu objetivo es grande y ambicioso, tu camino será largo y encontrarás dificultades, no nos vamos a engañar. Vas a sufrir caídas, momentos de desesperanza, en los que todo está muy negro, y dónde seguramente no veas una salida. Y también, cometerás errores, que llamaremos amablemente “aprendizajes”, siempre que te sirvan de algo.

Ante este tipo de situaciones, tendrás que levantarte, mirar al frente y seguir adelante. No queda otra. Como dice una frase de Winston Churchill, “si estás atravesando el infierno, sigue caminando”. Contar con convicciones filosóficas, religiosas o espirituales, te puede ayudar. Aunque quizá lo más importante es que vayas construyendo tu propia filosofía o religión.

“La dimensión del objetivo deseado determinará el alcance y la profundidad de los cambios y el grado de transformación alcanzado.”

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