Odio el tenis, y sin embargo sigo jugando

Decía André Agassi en su autobiografía Open: “A muy pocos de nosotros se nos concede la gracia de conocernos a nosotros mismos y, hasta que lo hacemos, tal vez lo mejor que podamos hacer sea ser coherentes”. Y probablemente, esos sean nuestros dos principales males: nuestra falta de autoconocimiento y nuestra falta de coherencia.

El autoconocimiento es el primer pilar sobre el que se sustenta nuestra inteligencia emocional. Probablemente la competencia más demandada para los líderes del futuro sea precisamente la capacidad para conocerse a sí mismos. Sin embargo, nos cuesta horrores reconocer nuestras fortalezas, debilidades o valores. Por desgracia, sin estos elementos, es difícil que podamos ofrecer nuestra mejor versión, y comenzar a liderar nuestra vida. Quizás por eso, haya tan pocos líderes.

La coherencia refuerza la confianza

La falta de coherencia es otro de los grandes lastres que entorpecen nuestro viaje. La coherencia es un elemento básico en la fórmula de la CONFIANZA, junto a las otras dos “C”: la capacidad o competencia para hacer las cosas, y la credibilidad que muestra mi histórico de veces en que me he enfrentado a situaciones complejas. La coherencia se mide por el grado de sinceridad que mostramos entre lo que decimos y hacemos.

En cualquier situación compleja que implique una decisión importante para nuestra vida, se establece un combate entre lo que pensamos y lo que sentimos. Y es en ese «huracán» que refleja la canción que cierra este post, dónde aparece el miedo, la incertidumbre, las dudas o la inseguridad. En los momentos de cambio, conflicto, crisis o fracasos, es cuando con más virulencia entran en juego las emociones/sentimientos y los pensamientos.

Como dice el profesor Santiago Álvarez de Mon:

“No interesa tanto lo que pensamos y sentimos, como lo que decimos y hacemos con lo que pensamos y sentimos”.

Y ahí es en dónde se refleja la COHERENCIA, y se fortalece la confianza para afrontar estas situaciones.

Descubrir la coherencia

Cuando abordo conversaciones retadoras con clientes o conmigo mismo, de fondo, siempre aparece alguna debilidad en alguno de esos elementos que conforman la confianza. Hablamos de fuerza, valentía, de experiencias vividas para superar momentos complejos. Y eso refuerza nuestra confianza, pero no es suficiente.

Las dudas, las contradicciones, los miedos son la otra cara de la moneda. Y el elemento más difícil de suministrar para adquirir la confianza necesaria para luchar contra todo eso, es precisamente la coherencia.

Nos contamos infinidad de mentiras piadosas o medias verdades para ocultar nuestra falta de sinceridad, de coherencia entre lo que decimos y hacemos con respecto a lo que pensamos y sentimos. Nuestros miedos, nuestra falta de claridad, nuestro ego, nuestros deseos y necesidades más inconfesables, hacen que terminemos haciendo cosas que no queremos.

Reconciliarnos con nosotros mismos

Quizás la coherencia comienza a aparecer cuando deja de importarnos la necesidad de ganar, de controlar, de querer que las cosas sean como nosotros queremos que sean, de querer llevar razón en todo…

De observar que hay dos aspectos que conciliar en nuestras vidas: ganar y perder, el éxito y el fracaso, entendido éste como el error, paso necesario e imprescindible del aprendizaje. Y que por mucho que queramos que desaparezca lo malo, o lo que no nos gusta, no va a desaparecer, y sólo desde la aceptación de eso, podemos comenzar a vivir en paz.

“En definitiva, cuando somos conscientes de la importancia de mantener el ego a raya, y no dejarnos arrastrar solamente por nuestros deseos y necesidades más inminentes.

Es ahí cuando comienza a surgir la coherencia, la templanza y la serenidad.»

“No somos lo que pensamos o sentimos, sino lo que hacemos. Y cuanto mejor conozcamos nuestra urdimbre interior de pensamientos y sentimientos, unos y otros, los más sanos y también los menos hermosos, más pensada, libre, noble y responsable será nuestra conducta.” (Santiago Álvarez de Mon)

Txetxu Altube – Tras el huracán