¿Cómo gestionar el error mediante coaching de equipos?
Mantener la serenidad
Uno de los aspectos que define la personalidad y el carácter de un equipo o persona es saber mantener la calma en los momentos más complicados. Son situaciones con un alto contenido emocional que provocan que nos desrregulemos, o que no sepamos poner en práctica lo que nos diferencia de otros seres vivos: nuestra inteligencia y capacidad de razonar. Es en esos momentos dónde hay que mantener la cabeza fría. Es cuando el coaching de equipos nos puede ayudar. Lo que sucedió el pasado domingo en la Final de la Copa del Rey de Baloncesto, es el mejor ejemplo de lo que ocurre en situaciones dónde la presión nos conduce a tomar decisiones equivocadas. Provocando errores, o incluso a no tomarlas. Quizá lo más importante, consiste en saber interpretar algunos hechos que sucedieron allí, y que se podrían extrapolar al día a día en la gestión de equipos de trabajo en cualquier empresa, y sobre todo qué podemos aprender de esa experiencia.
El error humano es inevitable
Toda la polémica viene derivada de dos errores groseros, descomunales o esperpénticos del equipo de árbitros. En realidad, cualquiera que haya visto las imágenes puede opinar que son errores inexplicables. Todos lo vimos, todos estamos de acuerdo en los errores. Sin embargo, es necesario ir más allá para poder explicar lo inexplicable. Y una de las opiniones que más cordura han puesto en todo este disparate ha sido un ex árbitro, Juan Carlos Arteaga. En una entrevista, daba con una de las claves y profundizaba en las causas del error. Teniendo en cuenta la máxima que el error humano es inevitable y es imposible evitarlo, la cuestión estriba en reconocer el error, analizarlo y trabajarlo. Y al analizarlo, una de las causas es la falta de formación y preparación. No tanto en cuanto a la falta de formación en cuestiones técnicas, que se dan por sabidas, sino en la falta de preparación en situaciones de máxima presión. Y para afrontar esos momentos es necesario tener una cualidad: fortaleza mental. Consiste en entrenar la mente, la cabeza para poder y saber reaccionar ante situaciones complejas.
La sorpresa nos paraliza
La sorpresa es una de las emociones básicas, y se produce cuando sucede algo imprevisto o extraño. Ante algo imprevisto pueden ocurrir dos cosas:
- Que nos bloqueemos, nos quedemos paralizados y no hagamos nada.
- Que reaccionemos para poder dar respuesta a ese acontecimiento imprevisto.
Un ejemplo, si nos encontramos con un tigre en una habitación, lo primero que va a suceder es que nos sorprendamos. Inmediatamente después tomaremos una decisión. Si nos quedamos quietos, es probable que el tigre nos ataque. Sin embargo, cómo conocemos que el tigre nos puede atacar, la respuesta inmediata será la de salir corriendo. Lo que sucedió con el equipo de árbitros se asemeja mucho a esto. En el primer error, lo vieron, se bloquearon y no actuaron. En el segundo error, lo vieron y actuaron, pero se equivocaron, probablemente condicionados por el error anterior. La cuestión es ¿cómo trabajamos el error?
La preparación nos lleva a reaccionar rápidamente
La anticipación es la predisposición a adelantarse a las sorpresas. Anticiparse significa prever lo que probablemente pueda suceder y actuar para prevenir sorpresas desagradables. La única forma que tienen los equipos y las personas de anticiparse a situaciones sorprendentes e inesperadas es formándose, es entrenando. Debe ser una formación continuada o entrenamientos exhaustivos y rigurosos que nos permitan recrear las condiciones que se puedan producir el día del partido. Un equipo necesita trabajar determinadas habilidades o competencias que les permita enfrentarse a situaciones complejas y sorprendentes. Esto lo podemos hacer a través del coaching de equipos. Es lo que hacen los equipos deportivos, militares, orquestas o bandas de rock, actores y actrices que actúan en espectáculos cada noche: entrenamientos físicos y mentales, formación técnica y práctica. Y es lo que deberían interiorizar los equipos y empresas para poder enfrentarse a “sorpresas” que no se esperan: formación y entrenamiento. Por ejemplo, una conversación de feedback, un debate sobre un tema tabú, el reconocimiento y análisis de un error…
Saber ganar y saber perder
Por último, para saber ganar hay que saber perder. El problema es que cuando se ha ganado muchas veces, se nos olvida saber perder. Y para saber perder, es necesario saber quién eres. Es decir, conocer las causas del error, y éstas tienen que ver más con uno mismo o con el equipo que con análisis superfluos o con poner la responsabilidad en otros. La clave radique en mantener una profunda humildad, precisamente cuando se gana. Porque el éxito conlleva arrogancia y desmesura, y cómo dice el dicho “un idiota nunca se recupera del éxito”. Sin embargo, si nos damos cuenta de la fragilidad del entorno. Todo puede cambiar en cuestión de segundos, como sucedió en el partido del domingo, la estrategia más inteligente que podemos adoptar es la humildad y la prudencia.
“Hay que entrenar la mente de la misma forma que hemos aprendido a entrenar el cuerpo.”
(Elsa Punset)
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