Las claves para crear una cultura “AGILE” (1ª PARTE)

La agilidad está de moda

En un entorno tan complejo y cambiante como el actual, la agilidad para adaptarse a las nuevas circunstancias es vital. De hecho, esta capacidad de adaptarse con rapidez suele ser determinante en el éxito de un proceso de gestión de cambio o transformación. Hoy en día, el término AGILE se ha puesto de moda: cultura agile, metodologías agile, equipos agile, agile coach, liderazgo agile… Pero ¿qué hay detrás de este concepto o esta moda?, ¿cuáles son las claves para crear una cultura «agile»?

Cuando se analiza qué implica instaurar en nuestros equipos y organizaciones lo AGILE, descubrimos que sus principios y valores se centran principalmente, en responder a los cuatro conceptos que recoge el término VUCA. Otro término que se ha puesto de moda en los últimos años, y que tiene su origen en el ejército de EE.UU, cuyas letras sirven para referirse a cuatro conceptos que sirven para reflejar situaciones altamente complejas e impredecibles, como los escenarios de un combate: volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad. En resumen, crear una cultura agile o utilizar metodologías agile es un modo de enfrentarnos a entornos complejos y cambiantes, para gestionar el cambio y los procesos de transformación con éxito. Ahora bien, ¿cómo se lucha contra estos elementos?

 

Volatilidad vs Adaptabilidad y respuesta al cambio

Para luchar contra la volatilidad se necesita que las personas, equipos y organizaciones muestren una rápida respuesta al cambio. Frente a las prácticas tradicionales basadas en una planificación exhaustiva.

 

Requisito número 1: mostrar una rápida respuesta al cambio, cuando en general, nos cuesta mucho realizar cualquier cambio.

 

Incertidumbre vs Reciprocidad y colaboración con el cliente

Para hacer frente a la incertidumbre, se requiere una mayor colaboración con los clientes u otros miembros del equipo o la organización, que permita explorar nuevas vías de cooperación y, por lo tanto, romper con los procesos de negociación tradicionales.

 

Requisito número 2: es necesario un cambio de hábitos, probablemente una de las tareas más difíciles y arduas a las que se puede enfrentar una persona.

 

Complejidad vs Actitud y foco en los individuos y sus interacciones

Los entornos complejos a los que nos enfrentamos exigen una nueva actitud de las personas, para ver las cosas desde ángulos diferentes, para abrirse a nuevas posibilidades y generar nuevas interacciones con otras personas que suelen pensar de una forma diametralmente distinta a nosotros. También, romper con procesos y herramientas que ya no sirven.

 

Requisito número 3: los cambios de actitud requieren salir del dogmatismo y de puntos de vista inmóviles ante las ideas de otros, fenómenos de alta densidad en los equipos y empresas, y mostrar una apertura de ideas y adaptarnos a nuevas formas de hacer.

 

Ambigüedad vs Funcionalidad y lanzar productos y servicios «no perfectos» pero que funcionen

Para salir de la ambigüedad, necesitamos centrarnos en lo que funciona y aporta valor, sin esperar a tener productos, servicios o procesos perfectamente terminados.

 

Requisito número 4: instaurar un nuevo paradigma de comportamientos de los equipos y personas, rompiendo con mentalidades perfeccionistas y controladoras.

 

Cambio, cambio, cambio, cambio…

Podemos concluir que instaurar una cultura AGILE requiere meternos de lleno en un “proceso de gestión del cambio en un entorno cada vez más cambiante y complejo”. Cambios de comportamiento, de hábitos, de actitud, de mentalidad… Cambios que no sólo afectan a procesos, herramientas o metodologías, sino sobre todo a PERSONAS, y a la forma en la que se interrelacionan en los EQUIPOS.

 

Lo AGILE va más allá de intentar poner en práctica determinadas “metodologías agile” que se han puesto de moda en los últimos años como SCRUM, Kanban, Lean, XP… Implica centrarnos en cómo trabajamos con las personas para que cambien sus comportamientos, sus mentalidades, sus actitudes y sus hábitos.

 

Gestión del cambio igual a gestión del miedo

Alguien definió una vez la gestión del cambio como la gestión de los miedos propios y ajenos. Y aquí está la clave de cualquier proceso de cambio: cómo gestionamos el miedo que genera en las personas el término cambio.

 

El cambio exige sustituir o salir de unos hábitos que nos han servido hasta hoy. E implantar  otros nuevos que necesitan ser probados hasta crear nuevas soluciones que nos lleven de nuevo al éxito. Y eso no es fácil, ni sencillo. Instaurar nuevos hábitos cuesta porque nos saca de nuestra zona de seguridad, y nos obliga a desaprender para aprender a hacer las cosas de un modo diferente.

 

En el próximo post, te explicaremos cómo gestionar el miedo al cambio, para poder instaurar una «cultura agile».

 

“Las culturas organizacionales son sistemas no lineales: pequeños cambios realizados de forma continua y sostenida pueden modificar la cultura de un equipo.”