El cambio: una cuestión de motivación o de voluntad

No puedes encender un fuego sin una chispa

Dicen que el “rock and roll” consiste en canciones felices sobre cosas tristes. En Dancing in the Dark, Bruce Springsteen nos cuenta la historia de un personaje atrapado en una situación triste y desesperada. Aunque para los que hemos escuchado esta canción en sus conciertos, sólo puedes saltar y no dejar de bailar. El protagonista de la canción quiere un cambio en su vida, pero no sabe por dónde empezar ni qué hacer. Seguramente, la letra de esta canción sirve para ilustrar la situación que viven millones de personas que también buscan un cambio en sus vidas, que les ayude a superar el estado emocional de la desmotivación.

 

 

Para cambiar, antes hay que encontrar algo: un motivo, una razón, un deseo. Algo que nos invite a soñar, a sentirnos satisfechos con lo que hacemos o a conseguir un fin. ¿Cómo surge esa chispa? Supongo que hay algo muy profundo dentro de cualquiera de nosotros que nos mantiene vivos y nos hace levantarnos cada mañana, y tiene que ver con eso que llamamos la búsqueda de la felicidad. Porque la felicidad, como nos cuenta Victoria Camps en su ensayo «La búsqueda de la felicidad», es ante todo una búsqueda, un esfuerzo por mantener las ganas de vivir, a pesar de todo. Puede ser que esa chispa surja porque necesitamos alejarnos de algo o porque queramos acercarnos a algo que de sentido a nuestra vida.

 

El deseo prende la llama

Para poder iniciar cualquier cambio, requerimos de un motivo o un deseo que nos impulse a actuar. Fue Baruch Spinoza, filósofo holandés del siglo XVII, quien identificó en el deseo la esencia del ser humano. Es ese deseo el que activa nuestra motivación. La motivación entendida como el proceso que hace que empecemos y mantengamos una acción, con el propósito de alcanzar un objetivo; o bien de satisfacer una necesidad que tengamos.

 

Ahora bien, la motivación es un estado emocional que se activa cuando tenemos una buena razón para actuar, para movernos. Un estímulo que puede ser externo o interno; y que nos sirve como recompensa. Ese deseo debe provocarnos una satisfacción, algo que active el instinto por vivir. De hecho, cuando tenemos un motivo lo suficientemente fuerte, este hará que actuemos casi sin pensarlo. Es una especie de impulso que nos lleva a hacer algunas cosas sin que nos requiera demasiado esfuerzo. Y que nos ayudará a conseguir un objetivo, una recompensa.

 

Cuando la motivación no es suficiente

El problema reside en que la motivación no estará al mismo nivel todos los días, ni siquiera a todas las horas del día, porque es muy variable e impredecible. Algo que se acentúa cuando estamos en un momento de cambio, donde la incertidumbre, la duda y el miedo están presentes de forma continua. Además, existen muchos factores a nuestro alrededor y también dentro de nosotros mismos, que van a hacer de la motivación algo muy inestable.

 

Por tanto, sí te has propuesto salir de tu zona de seguridad, hacer un cambio vital o simplemente alcanzar alguno de los propósitos que nos marcamos todos los inicios de año, habrá unos días que estarás motivado para ello porque te sentirás bien. Pero, sin duda, otros días te sentirás desmotivado y tendrás que recurrir a algo más para mantener el impulso del cambio.

 

La fuerza de voluntad: factor clave para el cambio

Es la fuerza de voluntad, entendida como la necesidad de autosuperarnos para llegar hasta nuestro objetivo, la que nos permitirá mantener el impulso del cambio. La voluntad es la decisión consciente que toma una persona para ponerse en marcha y dirigirse hacia un objetivo. Cuando tenemos fuerza de voluntad nos comprometemos con nosotros mismos, a no ceder ante los impulsos o las necesidades inmediatas que se nos presentan cada día. En otras palabras, se puede considerar como la decisión y la confianza que cada persona tiene en su interior desde el momento en el que se propone abordar un cambio.

 

 

Friedrich Nietzsche, filósofo del siglo XIX y precursor del existencialismo, proponía el término “voluntad de poder” como fuerza psicológica impulsora del cambio. La voluntad de poder entendida como la ambición que coloca al hombre en el lugar que le corresponde. La ambición es la voluntad por desarrollarse, para cambiar y llegar a convertirse en lo que realmente eres. Significa poner la mirada en algo e ir a por ello a través de la autoafirmación y la autosuperación. Todo se inicia con un análisis personal, una mirada al espejo que nos muestre una situación de partida: ¿qué tengo/hago/soy y adónde quiero llegar? Si no hay ambición, no hay desarrollo.

 

Ejercicios para trabajar la fuerza de voluntad

La fuerza de voluntad debe trabajarse día a día, lo que significa evaluar nuestro compromiso ante el cambio que nos proponemos. En primer lugar, debemos establecer cuál es nuestro deseo o el objeto del cambio. Visualizarlo, nombrarlo y hacerlo tangible. Para seguidamente parcelarlo en diferentes metas, estableciendo tareas concretas que nos permitan aproximarnos al objetivo final. Y, evaluar dónde estamos cada día: ¿cuánto me he acercado a mi objetivo? Además, si el objetivo del cambio descansa sobre un propósito mayor que de sentido a la nuestra vida, la fuerza de voluntad se verá reforzada.

 

En segundo lugar, reforzar nuestra confianza en nosotros mismos. Para ello, será necesario cuidar las relaciones, rodeándonos de personas que confíen en nosotros. Entrenar nuestras competencias, capacidades o habilidades. Aprender de las experiencias que vamos teniendo, tanto propias como de las personas que nos ofrecen su ejemplo. Y, por último, confiar en la vida, lo que significa mantener la fe en la vida, pase lo que pase.

 

Y, en tercer lugar, retarnos para ponernos a prueba ante las adversidades y dificultades. Los retos ponen a prueba nuestra voluntad. Ante ellos debemos evitar desfallecer o pensar que hemos fracasado sí no los alcanzamos. Las adversidades son una oportunidad para aprender algo o para reforzar nuestro carácter Pero hay que demostrarlo y vivirlo, no decirlo de una manera impostada como hacen muchos cada día en charlas motivacionales que tienen poco que ver con experiencias reales.

 

“Creo que la voluntad es el principio. El principio para seguir adelante, como si tuvieras la confianza de tu parte, finalmente ella viene cuando miras hacia atrás y ves lo que has logrado.”

(Robert Downey Jr.)

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